Si la pandemia no lo hubiera impedido, Albert Serra posiblemente estaría ahora en proceso de posproducción de Bora Bora (o cual sea su título definitivo), una historia de amor en la Polinesia francesa. Pero habrá que esperar a la primavera del 2021 para iniciar ese rodaje pospuesto, al tiempo que tiene muy avanzado un nuevo proyecto que, fiel a la marca de la casa, promete controversia: el sufrimiento del torero.
Sin embargo, el artista rechaza la provocación en sí misma «no me gusta, en el sentido de que cómo decía Houebellecq, la provocación es una interpretación de la realidad en beneficio propio. Me centro en el análisis objetivo de lo que me rodea. Mis dos últimas películas que estuvieron en Cannes, La muerte de Luis XIV y Liberté , estaban infrafinanciadas e infravaloradas en España. ¿Por qué? Pues porque no hay esa tradición de cine de autor digamos un poco serio, porque se busca el éxito de una forma convencional. Lo mío es pensar a largo término y, sin querer ser presuntuoso, pensar más en la gloria que en lo que yo pueda obtener», asegura Albert como el que acaba de zanjar una cuestión con una tautología. Y puede que así sea.
Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes, su película Liberté también supuso un ejercicio de radicalidad. «A mí lo que me interesa es el tema estético, trabajar el lenguaje del cine.. Las series están pensadas para que las veas en el ordenador o en el móvil. Son periodismo en imágenes, periodismo en el mal sentido, dando datos continuamente. Yo puedo ver una serie y saber perfectamente si la ha escrito una persona u ocho. No hacen un guion, hacen un análisis del guion, escriben cosas y al mismo tiempo las discuten. Al mismo tiempo que crean, analizan su propia creación, cosa que en el autor no pasa porque, como sucede por ejemplo con los novelistas, se deja llevar por la inspiración». Es cierto, le gusta provocar, levantar el pensamiento del espectador más durmiente. Conmover las almas es cuestión de hacerse preguntas.
UN CIERTO MALDITISMO
Su nuevo proyecto tiene la tauromaquia y el sufrimiento del torero como leitmotiv. Y ya está muy avanzado. Tanto que ya cuenta con la financiación necesaria, rara avis en los tiempos que corren. Siempre en la cuerda floja a causa del dichoso virus, de la temida pandemia y su evolución. ¿El enfoque? El sufrimiento. El del torero en este caso, una búsqueda interior que espera que genere cierta empatía. «Creo que incluso la gente contraria al toreo pueden llegar a entender ese sufrimiento de torero. Una cosa no quita la otra. Aún aceptando que haya sufrimiento en el toro eso no lo hace incompatible con el sufrimiento del torero. La esencia es que lo que da legitimidad a la lidia y a matar al toro es que el torero pone en riesgo su vida. Es el garante noble del enfrentamiento. La posibilidad de morir, aunque sea aceptada, genera un sufrimiento en cualquier persona. La tauromaquia es uno de los últimos residuos de un misterio único en nuestra civilización».
Pero lo suyo es fomentar el debate, la controversia, las opiniones enfrentadas. Como hizo hace diez años en un congreso taurino en la Maestranza, donde apostaba por una regeneración del espectáculo a partir de recuperar un cierto salvajismo. «Esa es la esencia y, paradójicamente, en contra del discurso social y político, así no se extinguiría», espeta el cineasta sin una duda. «Pensado a largo plazo y considerando el toreo como un arte, una tradición, que sirve de contrapeso al mundo actual tiene que serlo de verdad, tanto psicológico, como moral. Y por eso cuanto más riesgo y más compromiso del torero, “la verdad enfática del riesgo” que decía Baudelaire, más valioso es», explica Serra.
Cine y toros, pese a las muchas películas sobre ellos, no tienen una buena relación. Es incuestionable, sí, pero para Serra «ahora tenemos una herramienta increíble que es el montaje digital. Ahí podemos recrear la complejidad de la corrida, también los miedos, pero al mismo tiempo siendo lo más fieles posibles a la realidad y eso es algo que hasta ahora no sucedía. Yo parto de una premisa: el ojo de la cámara ve cosas que el ojo no ve. Como las películas se ruedan con el ojo de la cámara le doy toda mi confianza. Si pongo un primer plano de su cara diez minutos, cuando analice en el montaje voy a descubrir cosas que yo no habría podido ver jamás en la realidad en directo. El montaje permite hacer visible lo invisible».
Puede que esa revelación del toreo llegue tarde. Pero si la tauromaquia, a estas alturas de la historia, aún suscita interés es «por lo que la aleja del mundo. Por ver y sentir algo diferente, afrontar la vida con un compromiso tan extraño que es casi incomprensible. Voy a hacer, de lejos, la mejor película de toros que se ha hecho jamás», espeta Albert Serra. Y quién puede dudar, dicho así, que así será…
Extraído de La Vanguardia. edición del 21-12-2020