TEXTO: MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: MURIEL HAAZ
Diego Ventura y Antonio Ferrera tomaban parte, en una corrida mixta, del último festejo de la Feria del Arroz de la ciudad francesa de Arles este domingo. Se lidiaban astados de Zalduendo, Los Espartales, Tomás Prieto de la Cal y La Quinta en el festejo.
Lambrusco fue el caballo elegido para parar al abreplaza, un toro de Los Espartales generoso de alzada y de morrillo, con tendencia a dejar la cara arriba, pero con ritmo a la hora de perseguir a la cabalgadura. Con Bronce inició el tercio de banderillas, pero se encontró con el Murube cortando viajes y tratando de ponerse por delante. Le llegó mucho a la cara Diego, aguantó con el equino y quebró muy en corto en una suerte muy meritoria. Desplantes en la cara con un valiente Ilusión, carrusel de cortas con la facilidad de Guadiana y un certero rejonazo para certificar la oreja.
Serio pero muy bien hecho estaba el segundo, de Zalduendo, un burraco al que recibió Ferrera con un pie apoyado en el estribo antes de que le apretase un poco hacia adentro, impidiéndole rematar el saludo capotero. Por eso dejó una media con mucho sabor, una vez que sacó al animal del peto. Le faltaba ritmo al animal en el inicio, pero lo supo poner Antonio perdiendo los pasos justos hasta que dejó ver la emotiva embestida del burraco, justo en la fuerza, que no en la raza. Tuvo paciencia Ferrera con el animal, le dio sus tiempos y supo conducir hasta el final una embestida larga hjasta que le faltaba el fuelle al toro. Y entonces lo aliviaba, aunque cortase la serie. Porque buscaba un gran final, que llegó a diestras sinj ayuda, con algún enganchón que solventó el extremeño con toreróia y con mucha gracia. Hubo naturales que duraron un mundo, con el animal embistiendo con profundidad y emoción, siempre humillado a la exigencia de Ferrera. Muy largo se colocó para matar, el toro no se arrancó y el pinchazo precedió al paseó de Antonio hasta enterrar la espada. Oreja para el torero y vuelta para el toro.
De Prieto de la Cal era el tercero de la tarde, vareado de carnes, acodado de pitones y albahío de capa, embestidor a la yegua de Ventura y blando de fuelle cuando llegó a los dominios de Nazarí en banderillas. Perfecto estuvo el veterano caballo, aunque fue con Gitano, equino en honor a Ginés Cartagena, con quien más llegó al tendido con sus quiebros al violín. Cuando llegaron las cortas con Remate el toro estaba ya a punto de echarse, y eso deslució la facilidad del caballo para llegarle muy cerca con cortas y rejón de muerte. Un pinchazo previo al rejonazo precedió al silencio. 7
El de La Quinta que salió en cuarto lugar se pegó un topetazo tremendo contra las tablas y quedó descoordinado, por lo que fue devuelto. Del mismo hierro era el sobrero, un tacazo corto de lomo y reunido de tipo que se revolvió muy en su encaste en el capote de Ferrera. Lo puso a contraquerencia en el caballo, buscando agradar a todos los públicos, y lo inició muy suave con la muleta, pero ya entonces tendió el cárdeno a venirse por dentro. Le costaba repetir, pese a su obediencia, y supo Antonio dejarle una pequeña pausa entre muletazos para facilitar la ligazón y ponerlo en ritmo. Poco a poco se fue Ferrera metiendo con el animal hasta comenzar a robarle naturales a un toro noble, pero carente de final de muletazo. Aún así, le puso mucho el extremeño, que supo ganar con largura lo que el animal le racaneaba en intensidad. Intentó de nuevo matar el la distancia, pero pinchó antes de la estocada, y lo intentó después con más distancia, lográndolo al fin, igual que las dos orejas.
Volvió a confiar Ventura en la yegua Pampina para parar al segundo, también de Los Espartales, mejor hecho que el hermano, con más celo y con más brío. Ajustó los quiebros hacia atrás, de mucha emoción, dejando llegar al toro muy cerca de sus dominios con Capote y ejecutando con perfección, incluso sin cabezada. Aprovechó Bien hecho era el segundo, que se partió el pitón derecho de salida. Un animal al que Luque lo lanceó con buen gusto a la verónica. Al público fue el brindis del sevillano de un animal al que sonsacó tandas de buen gusto y personalidad por ambas manos. Especialmente al natural en el último tramo del trasteo destacó, sobre todo en los remates por abajo por ese lado. Por manoletinas remató labor antes de matar de una estocada en todo lo alto que le valió una oreja. entura la mayor movilidad del quinto para cuajar hasta el final la faena, en un rejonazo que propició las dos orejas.
El sexto se partió una pezuña al salir y se fue por donde había venido. También de Zalduendo era el segundo sobrero, toro voluminoso y montado en su salida que desparramó la vista en los primeros compases con Antonio Ferrera y se arrancó con el freno de mano puesto siempre. Muy breve y muy ligero fue el castigo en varas para el toro, justo de más en la fuerza. Y quiso hacerlo siempre bien, con nobleza y humillación, pero su limitación física le obligó siempre a protestar en cuanto sentía la más mínima exigencia. Pero hubo temple, hubo suevidad y hubo mimo en el trato de Antonio, incluso cuando terminó el Zalduendo de echar la persiana.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Arles, Francia. Tercera y última de la Feria del Arroz. Corrida de toros mixta. Lleno en lo vendido.
Toros de Zalduendo (segundo y sexto), Los Espartales (primero y quinto), Tomás Prieto de la Cal (tercero) y La Quinta (cuarto y cuarto bis). Renuente y de cara alta el primero; profundo y con raza el buen segundo, de vuelta al ruedo; obediente a menos el tercero; devuelto el cuarto por lastimarse; templado de cara alta el cuarto bis; con celo y prontitud el quinto; noble pero limitado en la fuerza el sexto.
El rejoneador Diego Ventura, oreja, silencio y dos orejas.
Antonio Ferrera, oreja, dos orejas y ovación.