Javier Pérez
Fernando Robleño, Pedro Gutiérrez «El Capea» y Rubén Sanz trenzaban este domingo el paseíllo en la segunda de la feria taurina de la localidad segoviana de Cuéllar. Se lidiaba un serio encierro de Toros de Pablo Mayoral.
Muy serio de estampa el primero de Pablo Mayoral, animal que no dejó lucirse a Fernando Robleño por su condición suelta de inicio. Muleta en mano, no quiso el animal nunca terminar de romper, porque además estaba un poco justo de fuerzas. Muy por encima del toro Robleño, sobre todo dejando naturales redondos y despaciosos por el lado izquierdo, el mejor del toro. Mató de estocada entera un punto caída. Fuerte petición de oreja no concedida. Ovación.
El segundo embistió con emotividad y repetición en el capote de El Capea, que le ganó bien terreno a la verónica. Pero en la muleta se paró muchísimo: fue costoso de estar delante, sobre todo le costaba que arrancase. Por el lado izquierdo llegaron los mejores momentos de Pedro Gutiérrez, que anduvo porfión. Lo pinchó y falló dos veces con el descabello, lo que dejó todo en silencio.
El tercero fue un animal muy complicado con el capote, midiendo mucho, y que se quedó dormido en un largo puyazo, desgastándose. En la muleta fue como sus hermanos anteriores: no quiso tirar hacia adelante, siendo su mejor pitón el izquierdo, por el que dejó algún momento lucido Rubén Sanz. Mató de triple pinchazo y dos descabellos.
El cuarto fue un gran toro: desde que salió con el capote, tuvo calidad, son y humillación. Eso lo mantuvo en la muleta: toro con recorrido, fijeza, queriendo coger los engaños por abajo y con el que estuvo cumbre Robleño. Encajado y roto por ambos lados estuvo Robleño. Remató la faena por toreros ayudados, muy encajado. Tras matarlo de estocada, el palco sólo le concedió sorpresivamente una oreja.
Le faltó raza al quinto. Ya salió suelto con el capote, no se entregó en ningún momento, fue mirón, siempre muy pendiente del torero y que fue complicado. El Capea anduvo dispuesto y voluntarioso, pero mató de tres pinchazos y un descabello. Silencio.
El sexto fue un animal que tuvo nobleza y calidad, y aunque estuvo justo de fuerzas se mantuvo. Eso le permitió a Rubén demostrar su toreo de clase, sobre todo cuando le cogió el ritmo al animal. Espadazo final y oreja.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Cuéllar, Segovia. Segunda de feria. Corrida de toros. Dos tercios de entrada del aforo permitido.
Toros de Pablo Mayoral.
Fernando Robleño, ovación y oreja.
Pedro Gutiérrez «El Capea», silencio y silencio.
Rubén Sanz, silencio y oreja.