Faltaban pocos minutos para las 12 de la noche del viernes 10 de septiembre. La hora bruja. El momento mágico. En ese instante llegaba Diego Ramos al Coliseo de Arles para dirigir en primera persona los trabajos de decoración de la Goyesca.
Una noche cargada de luz y esperanza. Con la ilusión del arte y aguardando a Talavante. Toda la noche, toda la madrugada, creando la ambientación de un espectáculo tan único como personal.