EMILIO TRIGO
Nacido en Écija, pero trasladado a Gerena de pequeño, se cría en el campo, junto a las fincas de Marqués de Albaserrada y Lora Sangrán. Esta proximidad con las ganaderías y la afición de su padre influyen fuertemente para que 5 hermanos se dedicaran al mundo del toro: José Antonio, Tomás y Manuel son matadores de toros, Rafael fue picador y Javier, novillero.
Tomás Campuzano comentó también que “El Dígame fue la responsable de la zaga Campuzano”, revista que compraba el padre para informarse del mundo taurino y todos veían fotos de toreros al ojearla.
Mientras José Antonio intenta ser torero, Tomás sigue trabajando en el campo. Se necesitaba el jornal en casa. “Cuando se está de pastor de ovejas se tiene mucho tiempo para pensar. Yo quería salir de ahí y la única forma para hacerlo era el toro. Veía pasar los coches y aviones y no sabía dónde iban. El día de la alternativa de mi hermano es cuando decido intentar ser torero a pesar del miedo que sentía. Yo lo veía casi imposible ya que el toro bravo me daba pánico. Me fijé un plazo de 5 años y sino desistiría en el intento”.
Al cortarse la coleta en Lima “Siento que mi vida no tiene sentido. ¿Dónde voy yo sin estudios?” y entonces empiezo a hacer labores de veedor. Cuando empecé a acompañar a Javier Conde es cuando me convenzo de viajar y me dedique a aconsejar a toreros. A partir de ahí, entro en la faceta de apoderado y en la actualidad estoy con Alberto Lamelas y con García Navarrete”.
Tomás Campuzano, que mató el último novillo en Las Arenas en el año 1977, comentó que “Barcelona, taurinamente, no está muerta. Las raíces están y tan solo hay que regarlas un poco para que vuelva a florecer”.
En la mesa estaban también presentes Paquita Marín, presidenta de la Casa de Andalucía en Barcelona; José Cisneros, que hizo una larga introducción del acto y Marilén Barceló. La Concejala de Ciutadans por Barcelona abogó “por la libertad”