EL TENDIDO DE LOS SASTRES

La ¿última? traición de Balañá al toreo


viernes 17 septiembre, 2021

Burla, insulto y vergüenza es lo que ha ocurrido esta misma semana en la Monumental de Barcelona.

Barcelona

La Casa Balañá es historia de la tauromaquia, más aún en Barcelona, y así se le reconoce.

El “imperio” (no sólo taurino, claro) de la saga lo levantó Pedro Balañá Espinós, con la Monumental de Barcelona, al frente de cuya gestión están desde 1927 y ya en propiedad desde dos décadas después. Siguió, desde 1965, su heredero Pedro Balañá Forts y de este, fallecido en enero de 2018 a los 93 años, a su hijo Pedro Balañá Mombrú.

Pedro Balañá Mombrú, con su padre retirado pero siempre presente y- diría-vigilante, llevó las riendas de lo taurino, junto a su hermana María José (más volcada en cines y teatros) y, también, por persona interpuesta (las medias temporadas que montaba Manolo Martín o las últimas, con la Casa Matilla, tan unida a los Balañá).

Si del patriarca Balañá llegó a decir el genial Mario Cabré que era” el empresario de las plazas en que yo querría torear” y de su hijo Balañá Forts se reconoce que fue un digno continuador del legado, de Pedrito…¡ay ! Pedrito.

Con Pedro Balañá Forts como empresario, La Monumental y, con ella, la Fiesta en Catalunya, echó el cierre al toreo el 25 de septiembre de 2011( en unos días se cumplirán diez años de la infamia), cumpliendo así la prohibición emanada del Parlament. Una prohibición que, tras la lucha a veces incomprendida y otras incluso boicoteada desde los propios estamentos taurinos,  del presidente de la FETC Luis Mª Gibert, que llegó a recoger medio millón de firmas en toda España para llevar al Congreso de los Diputados una propuesta para declarar la Tauromaquia  Bien de Interés Cultural que , tras el trámite correspondiente, quedó en Patrimonio Cultural y bien a proteger. En base a ello, se presentó una recurso al Tribunal Constitucional que, tras tomarse su tiempo, revocó, en octubre de 2016 la prohibición catalana, abriendo la puerta a la esperanza.

Fue el propio Pedrito  quien, al cabo de los meses, rompió su silencio sólo para decir que “de momento”, no contemplaba la opción de volver a dar toros en La Monumental.

Desde entonces, desde el 25 de septiembre de 2011,  la que fue primera plaza del Mundo;  la que más festejos daba;  la que junto con su “hermana” Las Arenas (de punta a punta de la Gran Vía) se llenaba todas las tardes, incluso entre semana y las dos a la vez;  la que vio torear a los más grandes, con Manolete, Chamaco y José Tomás como ídolos de la ciudad… y el “de momento” es una burla.

Como burla, insulto y vergüenza es lo que ha ocurrido esta misma semana. Si desde el 2012 La Monumental ha albergado ciertos eventos gastronómico-musicales sin otra relevancia que la de dejar dinero en caja para Balañá por alquiler del espacio, lo del 16 de septiembre clama al cielo.

Una “empresa emergente” de nombre Heura con el veganismo como bandera, utilizó el ruedo de La Monumental para presentar sus últimas novedades alimenticias, que se suman a las anteriores delicatesen (sic) tales que la “carne vegetal” y que son las salchichas y chorizos también vegetales.

Y lo han hecho a lo grande en cuanto al marco elegido, no por los asistentes, apenas un par de decenas según evidencian las imágenes por ellos mismos distribuidas. Todo- dicen-  para demostrar “la evolución de la sociedad y para mejorar la salud del planeta, las personas y los animales” y, qué mejor que Barcelona y La Monumental “para celebrar que renovó su tradición taurina” (ponga el lector todos los sic que quiera a esto y lo anterior). La banda sonora del acontecimiento la pusieron pasodobles que los asistentes bailaron y corearon con mofa, befa y bufa, mientras agitaban al aire pañuelos amarillos.

Si, todo ese ocurrió sobre la arena de La Monumental, esa que los aficionados se guardaron en sus bolsillos mientras sacaban a hombros a Juan Mora, José Tomás y Serafín Marín aquella tarde de llanto y rabia.

No sé si llanto, pero rabia, infinita rabia y coraje provocan la que “de momento” (por utilizar su propio lenguaje) es la última traición de Balañá, a su estirpe, a la memoria, a la afición catalana, al toreo, a la sangre derramada por los toreros…