La fiesta de los toros sufre un problema de difícil curación y es, entre otras cosas, la independencia de los despachos. Por desgracia, los apoderados que no están en ningún sistema y que gozan del único crédito de sus toreros son los afectados por ella. Gestores que ponen por delante el pecho, la sinceridad y el aval del triunfo de su poderdante que ganó en el ruedo a base de sangre y fuego.
Un sistema que puede interrumpir al que realmente se lo ha ganado en el ruedo, caso de David Galván, un torero que se entregó por completo a La Maestranza hace cuatro temporadas y esa responsabilidad jovial no ha tenido premio desde entonces. De confirmarse las ausencias tanto de Galván como Andrés Romero en los carteles que la empresa Pagés presentará el próximo viernes, es un injusto año más sin estar en este coso.
El gaditano es un diestro de gran proyección y de muchos valores que tarde o temprano romperá a pesar de las desilusiones de los despachos. Galván no está dentro del sistema del intercambio y lo paga.
Lo de Andrés Romero también es ingrato. Un joven rejoneador que cada vez que va a Sevilla corta orejas, no en vano el año pasado cortó dos y le pidieron otra que le hubiese abierto la Puerta del Príncipe de par en par. Polo y Pereda no tienen acción de cambios en una feria tan pequeña como Huelva y se quedan sin argumentos para explicar algo que no se puede explicar.
Será la primera vez que el triunfador de los rejoneadores reciba en Primavera el trofeo y después no esté en los carteles.