TEXTO Y FOTOS: EMILIO MÉNDEZ
La primera corrida de toros de la Semana Grande bilbaína se celebraba este domingo en un cartel en el que el toledano Álvaro Lorenzo debutaba con el hierro de Victorino Martín. Manuel Escribano y Fortes le acompañaban en el cartel.
A la puerta de chiqueros se fue Escribano a saludar al vareado primero, que se le fue tras el capote después de distraerse de salida y humilló sin gran poder, mostrando la fuerza muy justita. Vibrante fue el tercio de banderillas, y meritorio, con el animal haciendo hilo tras cada par. Y fue solvente la faena del sevillano con un toro pegajoso que la tomaba una vez bien y tres regular. Humilló el cárdeno en la muleta firma de Escribano, que sobresalió siempre en los de pecho, pero sin firmar una serie contundente de principio a fin. El tendido valoró su labor tras la estocada con una ovación.
Esperó poco Fortes para pegarle verónicas al segundo en el saludo, y se encajó tanto que sobrevino la voltereta en una vencida. Después fue por abajo y sin dejar que tocase trapo la buena brega de Saúl. Solvente anduvo con el capopte para quitar y para colocar el toro al penco, donde no se le dio mucho. No lo tuvo fácil el malagueño con el díscolo cárdeno desde el inicio de doblones, pero el asiento pasmoso sobre los talones no faltó jamás. Tuvo intención de sacar genio el animal hasta que se estrelló contra el poder y el valor de un Fortes que provocó que ya no fuera nadie el animal cuando comprobó que no podía ganar. Luego se lo pasó muy cerca Saúl, con la precisión suiza a la hora de enganchar una voluntad que nunca fue a más en el cárdeno. Y al final llegó el toreo. Erguido, descargado sobre los riñones, con el pico de la muleta enterrado en la arena y el morro embarcado sin remedio. Sensacional la serie. Luego lo embarcó muy despacio en el vuelo ralentizado a zurdas, vaciando detrás de la cadera, enroscado también a diestras en un epílogo monumental. Toreo para gourmets coronado por una estocada con topetazo incluido. La ovación no premiaba en su justa medida la dimensión de la faena.
Más transmisión tuvo el tercero después de su inicial sosería en los primeros tercios. Lo suficiente para permitir a Lorenzo echar la mano abajo y conducir con elegante pulcritud a diestras. A más en la confianza para acertar con las distancias, tranquilo en la cara, perfecto en los embroques y saboreando los trazos para vaciar, pareció un torero veterano por momentos Álvaro en su primera tarde con este hierro. Y en Bilbao… Tan templado anduvo el manchego que no permitió jamás que le tocase el trapo mientras iba alargando trazos consintiendo muy por abajo las embestidas largas. Aún quedaba lo mejor en una serie exigente, lenta, saboreada y templadísima sobre la mano derecha, a dos dedos del morro, epilogando con un pase de pecho sensacional que aún tuvo un muñecazo final cuando el toro parecía pararse en el embroque. Seguro anduvo con la espada, tal vez algo tendida, por lo que sonó un aviso, pero no impidió que cortase la primera oreja de la tarde.
Al cuarto, serio y astifino, también se fue Escribano a saludarlo a chiqueros, pero luego le sopló dos largas cambiadas más en el tercio y un manojo de verónicas muiy celebradas en el tendido. Ajustadísimo anduvo Fortes en el quite por chicuelinas, con susto incluido al quedarse debajo en una. Le puso emoción a los tres pares de banderillas el sevillano, concluyendo con el par sentado en el estribo por los adentros, esperando una barbaridad la llegada dormida del Victorino y escapando de milagro. La plaza en pie. Y tuvo mucho mérito todo lo que le hizo Manuel al de Victorino, que fue el duro, el exigente y hasta el peligroso del encierro. Con él se la jugó sin trampa un Escribano necesitado de un triunfo gordo. Entrega del sevillano, que pisó el sitio del hule y se mantuvo firme ante las tarascadas de un animal que le pegó una tremenda voltereta a mitad de trasteo. Pero falló con la espada y una vuelta al ruedo fue su premio.
También el quinto salió tirando bocaos a un Fortes que ni siquiera cambió el color. Siempre empeñado en ser fiel a su concepto, se llevó una cornadita en la corva sin que menguase su compromiso con la verdad y con el toreo. Siempre quieto, siempre asentado, siempre consecuente con lo que tenía entre las telas, pero siempre intentando el toreo con un animal que nunca se lo permitió. Por eso saliudó una ovación antes de pasar a la enfermería.
Con inusitada parsimonia y gran descaro afrontó Álvaro Lorenzo su segundo toro de Victorino, porque construyó mucho en los primeros tercios para llegar al tercio de muleta en busca de la profundidad. La logró por momentos con un animal que humilló mucho y tuvo cierta calidad cuando se iba empleando de uno en uno en las telas de Álvaro Lorenzo. Colocaba la cara, empujaba la muleta y transmitía mucho al tendido el de Victorino, virtudes que aprovechó el toledano con sosiego y con serenidad. Pero la media estocada que dejó Lorenzo no fue suficiente para cortar orejas, y una ovación tras aviso valoró su actuación.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Vista Alegre, Bilbao. Segunda de Feria. Corrida de toros. Menos de media plaza.
Toros de Victorino Martín. Pegajoso y exigente el primero; de humillado fondo y costosa entrega el segundo; humillado y de templado paso el entregado tercero; correoso, duro y exigente el áspero cuarto; díscolo y duro el orientado quinto; con entrega sin repetición el sexto, de calidad.
Manuel Escribano, ovación y vuelta al ruedo.
Fortes, ovación y ovación.
Álvaro Lorenzo, oreja y ovación.