Una premonición. Eso fue la frase de Alfonso Guerra cuando las mesnadas socialistas se convertían en una alternativa sólida de gobierno, culminando así el proceso duro de una transición limpia, generosa, inteligente y un pelín traviesa, por lo que supuso de ‘burla’ a lo que quedaba del sector más duro del régimen anterior. «Cuando gobernemos a España no la va a conocer ni la madre que la parió…». Él sabía a lo que se refería, pero no tenía ni idea de lo reales que se harían sus palabras cuarenta años después.
Entonces era ‘El Guerra‘, el eterno segundo de Felipe González, el más exaltado de aquellos imberbes de chaqueta de pana que corrieron delante de los ‘grises’ antes de llegar a las moquetas de tres dedos. Entonces a uno lo metían padentro por pensar de otra manera, sin necesidad de partirle la cara a un policía para tener una coartada en lo de ser víctima del odio fascista. Pero hoy, desenterrada una guerra que ya pensábamos olvidada por los que necesitan de su tensión para generar el miedo que los sustenta; cuando más y mejores recursos deberían tener los españoles, que han sabido caminar hacia la libertad; cuando al Guerra las nieves del tiempo le platearon la sien para convertirlo en un preclaro estadista, a España no la conoce ni la madre que la parió. Y El Guerra –qué taurino lo de El Guerra– tampoco.
Entonces la tauromaquia era una tradición popular, un espectáculo más que disfrutaban los que querían -y los que podían, en ocasiones-. Qué bien debemos vivir hoy para que la clase política utilice la tauromaquia como cortina de humo para todo. Ahora toca dejarla fuera del Bono Cultural con que Pedro el Guapo agasaja a sus súbditos más jóvenes al cumplir los 18. El Papá Estado les acaba de prometer 400 euros por barba siempre que no los usen para ir a los toros. Pueden decir que van al cine, al teatro y a la danza y fundíselos en cubalibres, pero para ir a ver a Morante, que es un asesino matatoros… para eso no. Y eso es una de las noticias más importantes en un Telediario reducido, incrustado en el descanso de una semifinal de UEFA Nations League. Porque había que decir que se ha llegado al acuerdo con Podemos para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, pero sin entrar en demasiados detalles en cuanto a las partidas económicas.
Porque no se puede parar la gente a pensar en el dinero que se le otorga al independentismo catalán en nombre de la Constitución que ayudó a elaborar aquel Alfonso Guerra, haciendo concesiones de vital importancia para la convivencia del ciudadano de a pie. Ni se puede dejar que hasta los más zoquetes hilen entre las partidas la forma en que compra su voto Pedro el Guapo, tan encantado de haberse conocido que ni siquiera da la cara para explicar los malabarismos que tiene que hacer para romper la Carta Magna por empeñarse en gobernar con 84 diputados. Pero es que el embaucador de La Moncloa pactaría con Vox mañana mismo para continuar en el poder. Y para eso le viene muy bien soltar el manto de clavos que significa la tauromaquia para los que le persiguen.
Y les hace la ola a todos sin pensar muy bien lo que hace. Y si tiene que aprobar un curso de cuidador de perros porque se le ha ocurrido al chiringuito mascotero que dirige un podemita con cara de chungo, lo hace y a correr. Y si tiene que darle 50 melones a Errejón para que estudie la manera de currar menos y ganar más, lo hace y se queda tan ancho. Y si tiene que aprobar una Ley que haga perder la custodia de sus hijos a los maltratadores de animales -porque el chungo director general es chungo de verdad- lo hace y se fuma un puro. Eso sí, con exquisita educación para tratar a todes como merecen, porque cada uno puede ser hombre, mujer o lo que le salga del nardo, pero sólo hay violencia de género si es hombre el maltratador. Porque tuvo que pagar las parias un socio mucho más chungo, con una barragana a la que hizo ministra y tres criaturas antes de esfumarse en su propio humo. ¡Pero cómo no va a soltar pestes contra los hombres la pobre Irene!
Y todo esto, con la tauromaquia secuestrada por los socios de su Gobierno, para los que ya dejó convenientemente secuestrado al Poder Judicial de forma que pudiera hacer lo que se le pusiera en el mismísimo ciruelo de forma completamente impune. Lo verá la Fundación del Toro de Lidia, que -afortunadamente- ahora pone denuncias en lugar de enviar cartas abiertas. Pero no está claro que vaya a servir, aunque el conducto sea mucho más adecuado. Porque esta vez ha hecho lo que debe, pero no puede evitar que su protesta se pierda entre los papeles del Tribunal de turno durante años y años. O que el Tribunal Supremo les conceda la razón y a Pedro el Guapo le dé lo mismo. Porque a este país ya lo no conoce ni la madre que lo parió.
Una joya el pollo. Y se quejaban de El Guerra…