JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO
Pontevedra y dos precoces. Así vivirá la Feria de la Peregrina la presencia de los dos toreros más devoradores que ahora mismo tiene el escalafón, de dos figuras precoces, porque así lo define la RAE: Que tiene unas cualidades intelectuales más desarrolladas o se comporta de forma más madura de lo que le correspondería por su edad. El Juli se enfrenta a la maldición que para el resto de figuras supone la presencia de Roca Rey. Pero no para él, por eso le ha citado en La Peregrina al lado de Manzanares.
El caso de Roca Rey tendrá su epicentro en la próxima primavera, cuando el que hasta ahora se ha batido por estar en el cartel más florido de toda feria sea la flor más preciada de todo serial. Será en 2019 cuando el diamante peruano que la afición, las cornadas y la exigencia de Las Ventas ya han pulido cambie el torno de un sistema para el que ya es fundamental. Será en sólo ocho meses cuando las figuras quieran Valencia, Sevilla y Madrid con Roca Rey. Y no él el que quiera con ellos. Porque ya está mandando.
Lo volvió a demostrar el pasado domingo, tras la noche en furgoneta en la que las cuatro con petición de rabo de Santander ya se le habían olvidado. Porque el hoy, al lado de un gris Manzanares con el lote de mayor emotividad, era su inquietud más asfixiante, su taladro más agudo en la sien, su clavo ardiente en las entrañas. Y la puerta abierta a hombros de la calle de Xátiva se lo apagó, pues, hasta la siguiente.
Y sabe Roca Rey que no será fácil asumir el reto, en este caso con El Juli en Pontevedra. Porque en la bendición de su nuevo estatus va implícita la maldición de los que no asumirán la situación, de los que vilipendiarán la condición que se está ganando, de los que exigirán retales pasados para no cargar sobre los hombros la realidad más evidente. Y será entonces la psicología de la imposición la que tendrá la llave para hacer valer el lugar ganado entre pitones. Ni despachos ni repampinflas… que aquí, donde se muere de verdad, también se manda de verdad. Y ahí radica precisamente lo mortal y lo vital de un espectáculo en el que Roca Rey tendrá primaveral gobierno para maldición de sus predecesores. Ni una feria sin su mano. Ni una. Y todas las quinielas y todos los toreros pasarán por su cartel, como han y están pasando por el de El Juli. Al tiempo.
Con estos dos nombres la próxima campaña tiembla ya la cumbre de un escalafón al que no le queda otra que arrear o asumir la nueva condición con la que Roca Rey ha decidido aterrizar en este chiringuito, un tenderete al que sólo él y Juli llegaron precoces y se mantienen aún vociferando ofertas a la clientela. Que es la que paga. Que es la que pide. Y esa, que es la ley del más fuerte o del que más dura, obliga a asumir la maldición que para el resto de figuras supondrá la presencia de Roca Rey la próxima primavera. Y ahora se enfrenta a todo un devorador…