TEXTO: PABLO LÓPEZ RIOBO / FOTOGALERÍA: SARA DE LA FUENTE
Sevilla por primavera vive su momento de mayor esplendor. Brota el azahar y con ello la ciudad toma un sentido distinto al que vive todo el año. Sevilla es una ciudad dual, de contrastes y pasiones. Esa pasión que hoy se percibió desde que arrancara el paseíllo. Esa pasión arrebatada que le puso un Manzanares que siente Sevilla como suya y que sabe que el hierro de Cuvillo es el propicio para que un arrebato de temple y torería inundara su Sevilla del alma. Esa pasión que le puso a una faena bella, templada y de un trasfondo inmenso. Ese arrebato talavantista que en el tercero apasionó a una Maestratranza que sabe que Talavante necesita verse querido y arropado por una plaza que nunca olvidará lo que este torero le ha dado. Ese arrebato de pasiones que se vivió cuando el pacense se olvidó de pensar tanto delante de la cara de los toros y dejó que fuese su propia personalidad la que fluyese desde sus muñecas hasta las yemas de sus dedos. Sin embargo Castella no pudo arrebatarse como lo hiciera el pasado año, su lote, con clase pero muy a menos no le dejó reeditar faenas anteriores. No pudo apasionarse y dejar que fuese ese torero de muñecas rotas y zapatillas asentadas, de ahí que tuviera que buscar nuevos caminos para hacerle frente a un lote noble pero desigual.
Salió en primer lugar un bonito colorao de Cuvillo al que Castella le enjaretó un largo y variado recibo capotero con la rodilla genuflexa. Se le midió en varas, dejándole posteriormente el torero francés un ajustado quite por chicuelinas. Tras un gran tercio de banderillas saludó José Chacón. Tuvo nobleza y cierta bondad el Cuvillo en los trastos de Castella. Hubo muletazos sueltos de buen trazo pero a su obra le faltó mayor continuidad. Al toro venido de El Grullo le faltó raza y ganas de querer irse tras los vuelos. Cuando perdió la movilidad inicial acusó su escaso fondo. Se atascó Sebastián con los aceros y fue finalmente silenciado tras escuchar un aviso.
Y salió por chiqueros ‘Encendido’, un toro de clase al que Manzanares lanceó primorosamente a la verónica. Tambien con la capa dejó Talavante un quite por delantales con una media al ralentí. La suave lidia de Suso y los pares de Rosa y Blázquez marcaron la diferencia, desmonterandose estos dos últimos. Manzanares sacó a pasear su guante de seda para constuir una faena llena de empaque, temple y un regusto especial. Se durmió en muletazos que parecieron no tener fin. Embarcó la embestida de un animal que pidió caricia en cada muletazo. Bravo este Cuvillo por ambos pitones, profundo, franco y de una embestida humilladora. Acertó en darle tiempo entre tanda y tanda para así darle ese reposo y respiro que pedía el gran Cuvillo. El cénit de su labor vino con un cambio de mano que duró media hora, la plaza parecía un manicomio, la forma en que lo pulseó fue de ser un toreo grande. Por el izquierdo dejó pasajes de toreo de quilates, sus naturales llevándose siempre al animal tras la cadera calaron enormemente en los tendidos que colmaban la Maestranza. Por el derecho dejó muletazos marca de la casa en una faena de gran empaque. Pases de pecho, remates por bajo, cambios de mano… todo ello rodeado de un ambiente de pasiones arrebatadas. Mató al encuentro y las dos orejas fueron unánimes. Faltó sin embargo sensibilidad en el palco para darle la vuelta a este gran toro de clase de Cuvillo que ayudó al alicantino a realizar una labor con mayúsculas.
…y Talavante volvió a ser Talavante. El extremeño se reencontró con Sevilla tras su discreta tarde de ayer. El de Cuvillo, Abanto de salida y con cositas de manso fue poco a poco rompiendo gracias a la lidia de Valentín Lujan. Gran mérito de que el Cuvillo rompiera se lo debemos al pacense. Ató en corto al toro en un inicio de faena poderoso, en el que llevó al burel sometido e imantado en su muleta. Las tandas por la derecha tuvieron empaque y buen ritmo, pese a que el Cuvillo embestía con temple pero sin humillar. Cuando se echó la muleta a la zurda vino la parte alcista de la misma. Dejó volar su muñeca para torear al ralentí. Siempre dando el pecho y llevándose al toro tras la cadera. Talavante cuajaba a un Cuvillo que por el izquierdo si se entregó de verdad. Naturales profundos y muy de verdad ante un toro que tuvo un embroque especial. Faena de torero fresco y cuajado, ese que gusta ver al aficionado. Sin alaracas ni gestos de cara a la galería Talavante construyó una faena para paladares exquisitos, esos que gustan del toreo despacioso, ese que surge del arrebato. Se tiró a matar o morir saliendo prendido de la suerte, afortunadamente sin consecuencias aparentes. La oreja que cortó fue de ley, esas que podemos catalogar de peso, dentro de una obra que debió ser premiada con el doble trofeo.
Bajo como un zapato, serio y armónico de hechuras fue el cuarto. Un animal que como su hermano anterior le faltó definirse de salida. Lo lidió de forma brillante un José Chacón que hoy demostró por qué va con una figura del toreo. Destacaron Viotii y Herrera con los palos. Tuvo ajuste y gran verdad el inicio cambiado por la espalda de un Castella que se lo dejó llegar una enormidad. La serie de redondos tuvo el sello del temple y la ligazón. El Cuvillo tuvo clase y ritmo en sus embestidas, pero estaba medido de raza. Le faltó chispa al animal en un trasteo al que como en su primero le faltó mayor continuidad. Con el toro ya venido a menos acortó distancias. Porfió el francés en una obra que no caló como el esperaba en el respetable. Tras dos pinchazos y una estocada fue ovacionado desde el tercio tras sonar un aviso, reconociendo el público su seria labor ante un toro con virtudes pero a menos.
Tenía entre ceja y ceja alicantino la Puerta del Principe, y puso todo de su parte para que así fuera. El de Cuvillo ya evidenció de salida que no iba a estar sobrado ni de raza ni de fuerzas. No se le pegó nada en varas, siendo lidiado con pulso y mimo por Rafael Rosa. Acertó Manzanares en darle tiempo entre tanda y tanda para darle aire al animal -igual que hizo en el primero de su lote- y que este rompiera. Dejó pasajes estimables por ambos pitones, más y mejor por el derecho. Ligó en redondo series medidas, aliviando al toro y no exigiéndole en demasía. Obra con chispazos de un torero que veía como Sevilla quería sacarlo por ‘la del Príncipe’. El de Cuvillo se fue apagando como una velita llegando a las postrimerías de la faena embistiendo a saltitos y con la cara a la altura del palillo. Tras pinchazo y descabello saludó una ovación desde el tercio en reconocimiento a un trasteo pulcro y con fases de buen toreo.
Cerraba su Feria Talavante con este sexto, un toro de Cuvillo al que como algunos de sus hermanos le faltó raza. Lo lidió de forma templada y eficaz Trujillo. Sobrevino el fantasma de la cogida en el segundo par de Valentín Lujan, pero la colocación de Manzanares evitó males mayores. Poca historia tuvo la faena de muleta. El de Cuvillo no quiso ir hacia adelante, embistió siempre con la cara por encima del palillo, volviéndose sobre las manos y no dejando a Talavante soltar muñecas. Abrevió el extremeño en un trasteo sin contenido, debido al poco juego del toro y la falta de alma del torero. Se atascó con los aceros y fue silenciado tras sonar un aviso.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Novena de abono. Corrida de toros. Lleno de No Hay Billetes.
Seis toros de Núñez del Cuvillo. Muy bien presentados y de interesante juego. Noble y con clase el apagado primero. Bravo y humillador el gran segundo. Con entrega y humillación a zurdas el buen tercero. Noble aunque a menos el pasador cuarto. Justo de raza y fuerzas el quinto. Deslucido el mansurrón sexto.
Sebastián Castella: Silencio tras aviso y ovación con saludos tras aviso.
José María Manzanares: Dos orejas y ovación.
Alejandro Talavante: Oreja y silencio.
Saludaron montera en mano José Chacón en el primero, y Rafael Rosa y Luis Blázquez en el segundo.