TEXTO: PABLO LÓPEZ RIOBO / FOTOGALERÍA: SARA DE LA FUENTE
Cuando uno es tororo, ya sea de plata o de oro lo fundamental es mantenerse fiel a unos conceptos, esos que te hacen ser reconocido por profesionales y grandes aficionados. Eso lo pasa a un Chacón que día tras día sigue en la brecha. Su actuación con las banderillas le valió el reconocimiento de una Sevilla entregada. Siempre citando al toro de lejos -en los medios- y clavando en la cara. Su lidia al quinto fue de torero cuajado, abriéndole los caminos al toro y llevándolo a su aire. Todo medido y suave.
En el segundo Sevilla pudo disfrutar de otro tercio de banderillas de importancia. Primero dejando dos pares clavando en buen sitio. Mientras que Blázquez daba otro toque de atención por un par marca de la casa. La lidia de Suso a ese segundo tuvo el sello de la suavidad, el toque siempre a tiempo, la colocación y las alturas. Otra de las lidias a destacar fue la del malagueño Trujillo al descastado sexto. No obligó nunca a un toro que venía apretando y a su aire. Su tercio de banderillas al tercero volvieron a convencer a Sevilla.
Uno de los puntos informativos de la tarde, fue ver como manzanares primero cerraba al cuarto de la tarde como un hombre de plata más y segundo como libró de una cornada a Valentín Lujan, su capote salvador evitó la cornada que ya sobrevolaba la Maestranza. Bien por Manzanares, un torero siempre tiene que estar en su sitio.