Hace un mes, Guillermo Hermoso de Mendoza se convirtió en el Príncipe del toreo a caballo gracias a dos faenas con el sello de la rotundidad. Y que Guillermo haya alcanzado la gloria maestrante supone, de cara al invierno, muchas cosas para el toreo a caballo, pero sobre todo y ante todo, un protagonismo esencial del rejoneo en las Ferias 2022, un rejoneo que tiene renuevo en el estrellato.
Precisamente de su padre ha heredado las formas y hasta los caballos, porque muchos de los equinos que lleva en su cuadra fueron primero caballos triunfadores en la cuadra de Pablo. En ese sentido, ha tenido las cosas mucho más fáciles, pero el toro nunca pide el carné de identidad y los logros ha tenido que conseguirlos por él mismo. Sevilla ha sido testigo, por ella misma, de la evolución de Guillermo en muy poco tiempo. Una evolución que lo hace fundamental en las Ferias 2022.
Y claro queda que en su lista de valores hay un vocablo fundamental: trabajo. La constancia de querer ser, la tenacidad de alcanzar las metas y la capacidad de soñarlas aún más grandes. Y, quizá, pasar a la sombra tiempo le hizo madurar rápido. Un tiempo en el que Guillermo elegía el caballero que quería ser, el toreo que quería realizar, los objetivos que quería cumplir y el hombre en que se quería convertir. Y trabajó duro para lograr todos y cada uno de los hitos del camino, un camino allanado por su nombre, sí, pero en el que había que alcanzar la gloria que ha visto Sevilla.
Elegante, comedido, generoso en la actitud pero parco en alharacas, fino en la comunicación con los caballos para torear. Y buscar el embroque sin buscar la complicidad del tendido más lisonjero. Ese es el toreo de verdad: la caricia doma. Las tres orejas lo catapultan a un lugar que por condiciones se ganó.
Un invierno para soñar y una temporada, la de 2022, con su nombre clave como eje del estrellato del toreo a caballo en las Ferias europeas. Y antes, México.