MARCO A. HIERRO / ILUSTRACIONES: JUAN IRANZO
Acabada la Preferia, que le llaman, la semana de Feria en Sevilla llega al Baratillo con las figuras del toreo para jugarse los cuartos entre ellos, presumiblemente a plaza llena. La presencia de Garcigrande en Sevilla será, además, un homenaje al desaparecido ganadero, Domingo Hernández, fallecido hace algunas semanas.
Es Enrique Ponce y es Sevilla. Parece que debería estar todo dicho. Sin embargo, el de Chiva, que comienza su temporada 29 como matador de toros, parece no tener techo ni frenar sus ambiciones. Aquí -como en casi todas las plazas- es un auténtico ídolo y recibe el cariño del tendido.
Llega al Baratillo después de protagonizar un inicio de año sencillamente espectacular. Ha triunfado en casi todas las plazas que ha pisado y ha abierto casi todas las puertas grandes, en diez festejos que han arrojado el balance de 21 orejas y un indulto, el protagonizado en Manizales, que se suma a las cuatro decenas que suma en su carrera. Ponce podría decir que él es el torero que cualquiera quisiera ser.
Prodigioso en la téncica y en el conocimiento de los animales, es en el trato donde Enrique los termina convenciendo. Es como el doctor que diagnostica con brevedad y entiende las dolencias sin fisuras para aplicar las curas. Por eso los toros terminan entregándole el fondo -tan bueno como sean capaces de otorgar- sin reservas. Es la primera de sus dos comparecencias en Sevilla, pero como demostró en Valencia, no es Ponce torero que se guarde.
En la temporada en que cumple veinte años de alternativa Julián llega a Sevilla con un par de rifirafes en la contratación, que no fue fácil, pero no podía Juli faltar de Sevilla en el año de las dos décadas. Por eso llega con su ganadería predilecta, la que entiende y conoce casi tan bien como el propio ganadero, en la primera de las dos tardes que tiene contratadas.
Julián, además, es un francotirador que no permite que nadie le gane la partida. Con una ambición fuera de toda duda y una técnica completamente impositora, la capacidad de Julián, que le ha llevado a reinventarse cuatro o cinco veces a lo largo de su carrera, puede colocarse como la de mayor dimensión de las últimas décadas.
Desde que comenzase el año 2018 lleva a sus espaldas quince festejos, con un total de 22 orejas, un rabo y un indulto, cifras que hablan por sí solas de cómo pisa el acelerador el de Velilla. Y esta tarde en Sevilla parece hecha a su medida.
Repite actuación en la feria Alejandro Talavante, su tercer y último compromiso en La Maestranza en el mes de abril, donde ya ha paseado un trofeo. El extremeño es un tipo irregular, un genio de la tauromaquia y, como tal, capaz de alcanzar cotas sólo posibles para él y también de firmar tardes para el olvido. Sin embargo, su tremenda capacidad técnica lo aleja de las cotas más bajas.
Esa es, además, otra de sus características principales, porque a su subrayada y bien ponderada espontaneidad hay que añadirle unas dosis generosas de entrenada frescura y perfectamente estudiada improvisación. Todo ello hace que sea capaz de cortar trofeos con tres o cuatro muletazos, porque son tan buenos que se hacen imposibles de dejar sin premio. Esa es la baza más importante de un torero que guarda siempre el secreto de su inmediata conexión con el público, lo cual es contradictorio, dada su timidez y su permanente eludir el contacto con la gente.
Llega a Sevilla después de triunfar con rotundidad en Olivenza y Castellón, pero también después de que no pasase nada en su tarde valenciana. Garcigrande es una ganadería que le ha reportado muchas faenas de reconocimiento y triunfo. Será el material que tenga para su ´ltima bala de esta feria.
Para la divisa de Garcigrande esta será la ocasión de homenajear al recientemente fallecido Domingo Hernández en una de las plazas que mejor sentía. Son muchos los toros que le han dado gloria al ganadero de Fuenlabrada en este ruedo y hoy se unirán todos en la marca de su hierro para que nunca deje de estar presente.
Esta será la quinta corrida de toros que lidie la vacada que pasta en Alaraz, Salamanca, después de los compromisos de Olivenza, Castellón y Valencia, donde se lidiaron nueve reses con siete orejas cortadas.