PABLO LÓPEZ RIOBOO / SARA DE LA FUENTE (GALERÍA)
Hacer el paseíllo en el coso maestrante es un lujo solo al alcance de unos privilegiados, esos que se enfundan el chispeante y deciden jugarse la vida para cumplir un sueño. Ese sueño que se ve reflejado en la mirada de unos hombres que bajo el manto de la responsabilidad y el deber enfilan el túnel que les lleva a ese amarillo albero, ese que huele a Montoliú, a Rafael Torres, a Chocolate o Barroso, ese que está impregnado de triunfos y fracasos, de sangre y sudor, de lagrimas y alegrías, ese mismo albero que las cuadrillas de hoy anhelaban volver a pisar por todo aquello que representan.
Si hacer el paseíllo en Sevilla es para aquellos elegidos, poder triunfar en ella y sentir el calor de la afición hispalense debe ser poco más que tocar el cielo con las manos. En su piedra se sientan cada día todo tipo de aficionados, los hay que fueron matadores consumado, los hay banderilleros o incluso aficionados que se han puesto delante de una vaca brava. Ahí radica el merito de salir ovacionado de Sevilla. Hoy hubo toreros que tocaron esa gloria solo reservada para los elegidos, en la tarde de Torrestrella Sevilla quiso premiar a un torero de plata -que hoy vestía de azabache- con una gran ovación. Era el cuarto de la tarde, un cinqueño de Torrestrella ‘arremangao’ de pitones, un animal con sus casi cinco años y medio, al que Chacón enjaretó dos pares de banderillas de poder a poder, citando de lejos y sacando los pares de abajo hacia arriba, todo muy de verdad. Tuvo que desmonterarse, no era para menos. En el seto, un animal bravo y exigente sobresalió con los pares Manuel Gómez Odero, en una actuación más que interesante ante el mejor animal del encierro, así como su compañero Azuquita, otro tercero eficaz con la puntilla y con virtudes para asomarse al balcón.
No fue fácil saber lidiar a la corrida venida de los Alburrejos, su exigencia, unas veces tirando al genio y otras hacia la buena casta no dejó a los de plata relajarse ni un solo instante. Pero eso no fue ofice para que los banderilleros lanzaran sus capotes al viento y condujeran las embestidas de los animales. Nombres como los de Rafael González, Manuel Odero. Chacón o Sobrino destacaron por su suavidad y temple con la capa ante la corrida de Torrestrella.
Para finalizar, y no por ser los últimos son menos importantes, vimos como los picadores dejaron puyazos estimables ante una corrida que empujó en el caballo. Destacó Expósito en el segundo de la tarde, cierto es que sus puyazos cayeron algo traseritos, pero el mérito de meter la vara antes de que el toro llegase al peto es digna de destacar. Dos puyazos que le valieron el reconocimiento unánime de la Maestranza. El de Torrestrella se arrancó en dos ocasiones franco y de lejos, empujando al jaco, en una pelea en la que toro y picador salieron ovacionados. También destacó un joven picador que paso a paso se está haciendo un nombre en el escalafón de picadores. Su nombre es Mario Benítez y va a las ordenes de Pablo Aguado. Sus dos puyazos de ayer al sexto tienen que tener un hueco en esta crónica, le seguiremos la pista.