TEXTO: EMILIO TRIGO / Fotos: Sara de la Fuente
La corrida de Torrestrella con un cartel joven llegaba, en la tarde de este miércoles, a la tercera de abono en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Los sevillanos Javier Jiménez, Lama de Góngora y Pablo Aguado hacían el paseíllo en la primera plaza de Andalucía a las seis y media en punto de la tarde.
Y Sevilla acudió a la llamada de un cartel con argumentos, cierto es que no masivamente llenando los tendidos del coso maestrante, pero si ocupando sus localidades en una más que aceptable media plaza. Esa media plaza que se rompió la garganta cantando los olés en el sexto de tarde. Una faena con el sello del temple, la gracia y la despaciosidad de un Aguado que se hizo grande para cuajar al natural al exigente y nada fácil Torrestrella. Una corrida que no se prestó al lucimiento de un Jiménez que pasó por Sevilla sin poder dar argumentos solidos debido a un lote desigual. Por su parte Lama volvió a Sevilla con aires mexicanos en una tarde de chispazos y buenos muletazos que se difuminaros por una faena de más a menos y una espada poco afilada-
Bonito el abreplaza que desprendió poca fuerza desde su salida por chiqueros. Javier Jiménez lo recibió con lances de tanteo, pero sin poner componer la verónica pausada por esa manifiesta endeblez. El Torrestrella que pasó por la suerte de varas sin pena ni gloria no se derrumba, pero sí se tambalea para hacerlo. El de Espartinas brindó a su compañero Pablo Aguado. Jiménez realizó una faena porfiona por ambos pitones, pero jamás pudo remontar por la anodina embestida de su oponente. Por el izquierdo el astado pretendía echar mano por el derecho pasaba moribundo. Actitud y voluntad ante un nulo material. Silencio tras aviso.
Lentisquino se llamaba el segundo. Un toro que en nada se parecía al anterior, puesto que su morfología era más suelta de carnes y cara lavada. Lama de Gongora conformó un recibo vistoso con el percal expresándose con estética. El sevillano estuvo animoso con la tela rosa. A este, le hicieron bien las cosas en el jaco de picar y José Mª Expósito le recetó dos pulcras varas. Tras salir del peto, Aguado dibujó un buen quite por medias y remates de sabor añejo. Brindó Lama el toro de su regreso y aquello empezó con buenos presagios. El toreo inicial a diestras tuvo cierto son con algunas perlitas sevillanas. Paco soltó un trazo reposado, limpio, aunque demasiado pendiente de colocar el cuerpo. Otra igual en el muletazo, pero con menos intensidad por bajar el toro en su fuelle. A izquierdas, con más tiempo entre uno y otro, dosificando bien la estructura de su labor. Faena de más a menos que no remató con la espalda. Ovación con saludos.
‘Sanito’ llevaba por nombre el tercero del festejo, un animal que tomó el capote de Aguado sin humillar nunca con una embestida muy irregular. Bruto en el peto en sus dos entradas. El tercero de la tarde llegó con muchos interrogantes al tercio de banderillas donde no estaba definido. Sin embargo, Pablo le destapó algunas cositas a base de buen hacer. Un toro medio al que el sevillano lo hizo mejor de lo que era. Constantemente le tapo defectos y le saco virtudes porque virtudes tuvo su pulcro y profundo toreo. El sevillano interpretó con cadencia y temple, cada derechazo ligado y compuesto. Todo lo hizo con pureza y delicadeza para componer series muy bellas. El exigía por abajo y el toro protestaba en los de pecho porque no quería nada por arriba. Al natural, se fundió con Sevilla, encajado la cintura y ofreciendo el pecho en cada profundo pasaje por el pitón izquierdo. Faena claramente al alza, rematado al final con una tanda a pies juntos de muchos quilates. En conjunto, faena madura e inteligente y con exquisita torería ante un antagonista al que tocó muchas teclas. La espada le quitó el trofeo.
A ‘Gamberro’, cuarto de la tarde le endosó dos grandes pares Antonio Chacón y tuvo que desmonterarse. El cuarto lucía una cara coloca y una embestida molesta queriendo enganchar la muleta sin cogerla de verdad nunca. Brusquedad en el emboque y demasiada irregularidad en el tranco. Protesta sobre protesta. Jiménez curtido en raza y ambicioso en técnica, tiró de oficio y bragueta para sacar de donde no había. Innegable actitud, aunque sin recompensa en su lote. Silencio tras aviso.
“Aguacero” llevaba por nombre el quinto, segundo del lote de Paco Lama de Góngora. El joven sevillano lo saludó por verónicas de plena enjundia. Emocionantes fueron las arrancadas del toro al caballo, al que tocó con el pitón en la cabeza. Lo lidió Agustín de Espartinas. Tuvo que resolver las dificultades del viento y del toro Lama de Góngora en los primeros compases muleteriles. No terminó de tomar vuelo el trasteo con un animal a menos. Silencio.
Por pies salió el último toro de la tarde, segundo de lote de Pablo Aguado. Al maestro Curro Romero fue el brindis del animal. Bellísimo fue el inicio de faena, que despertó al instante al público de su tierra con un animal que se movía y al que había que engancharlo muy delante para llevarlo sobado en la muleta. E hizo el toreo el sevillano, que dejó una faena plena de torería por ambas manos, especialmente por una diestra que llegó arriba. También a zurdas le aguantó al toro la embestida para convencer al tendido y pasear, tras pinchazo y estoconazo, la merecida oreja.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Tercera de abono. Corrida de toros. Media plaza.
Toros de Torrestrella. De desigual juego y presentación. Destacaron segundo y sexto.
Javier Jiménez, silencio tras aviso y silencio tras aviso.
Lama de Góngora, ovación y silencio.
Pablo Aguado, ovación y oreja.