Resumen corrida 1 de abril from Plaza de Toros de Las Ventas on Vimeo.
MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ-OLMEDO
David Mora, Daniel Luque y Álvaro Lorenzo trenzaban el paseíllo esta tarde de Domingo de Resurrección en la primera plaza del mundo. Madrid acogía un cartel de dispares conceptos en el que la materia prima ganadera corría a cargo del hierro de El Torero.
Tuvieron intención y cierto compás las verónicas que le sopló David Mora al primero, toro alto y serio, despegado de suelo pero humillador y obediente en los lances, vencido en un punto por el pitón derecho, por el que llegó una media muy comprometida. Quiso David volver a brillar la la verónica en el quite, pero claudicó el animal dos veces pese al escaso castigo y comenzó a protestar el tendido. Sobresalientes anduvieron Carretero en la brega y Ángel Otero en banderillas, saludando tras dos soberbios pares. A torear rápidamente se fue David con la muleta, muy vertical en la apostura, desmayado en el trazo, buscando siempre la Belleza más que la apretura de una animal al que poco podía apretar por su acusada endeblez. Pero había que intentarlo, y cuando viajó la mano por abajo llegaron pasajes de más profundidad, pero también restó la ligazón que hubiera sido necesaria para que rompiese el trasteo. Lo mató de una estocada de la que salió prendido por la barriga de muy fea manera, aunque afortunadamente sin más consecuencias. Escuchó palmas tras aviso.
El cuajado segundo lucía estampa para asustar, pero buena hechura para embestir humillado en las verónicas con que se recreó Luque en el saludo. Justo fue el castigo en varas y muy pulcro el quite por chicuelinas que deletreó Álvaro Lorenzo. Pero no lo empujó Luque con la muleta en el inicio, ni se acopló a la embestida cuando la cogió con la zurda, ni se quiso morir en cada natural cuando permitían los enganchones que saliera una serie medio limpia. Mucha fue la corrección en la estética, pero faltó ambición en la propuesta y entrega en la labor. Mató, además, de un sablazo que hizo guardia y un bajonazo y en silencio se perdió su historia con el animal.
Mejor intención que resultado tuvieron las verónicas de cintura cimbras y muñeca suelta que propuso Álvaro Lorenzo para encontrarse con la embestida descompuesta y sin ritmo del hermoso tercero, que venía mejor que se iba. Gran puyazo el primero de Juan Carlos Sánchez, que supo medir y señalar, y de mucho compromiso las chicuelinas el quite de David Mora. Sólo el inicio de muleta de Lorenzo ya mereció la atención del tendido; por abajo, sometiendo el humillado embroque y también el feo final de el de El Torero, que terminó acudiendo obediente al designio del manchego. Y de ahí a torear, pero ya no quiso emplearse el animal, que se sintió podido y se empeñó en dejar miradas al terno que Álvaro ni acusó. Una tanda con la mano zurda abrió en los medios el camino del toreo y allí lo propuso Lorenzo, escuchando rugir la plaza en el trazo al natural. Aún hubo una serie más antes de que llegase el final por Bernard inasistencia, tan comprometidas que resultó atropellado por el animal. Una estocada de colocación casi perfecta le puso en la mano una oreja.
El feo colorao que hizo cuarto permitió pocos alardes en el saludo capotero de David Mora y luego se fue corretón de caballo en caballo sin centrarse nunca con un objetivo. Ya en banderillas cantó el animal la mansedumbre, porque humilla a él embroque y salía por pies al levantar la cabeza. Por eso fue de centrar al toro el inicio de David, que le fue aprovechando las arrancadas y las huidas para soplarle naturales de mucha plasticidad. Una serie sobre la diestra alcanzó el olé del tendido por su despacioso ritmo y su belleza. Pero lo rajado del colorao dejó en bellos pasajes la intención del manchego, que no desistió, sin embargo, en su actitud hasta que arrancó una serie diestra con la mano arrastrando y mucho poder sobre un animal que no vio la gatera por dónde escapar. Mucho mérito el de Mora para retener al bicho. Una estocada al encuentro, ante la imposibilidad de que se mantuviese quieto el toro, dio paso a una vuelta tras aviso y petición insistente.
El zambombo quinto se empleó sin ritmo en el capote de un Daniel Luque que optó por la lidia por bajo en detrimento de los lances. Y algo debió verle al manialto animal, porque brindó al público y se fue con decisión a pasar por abajo las arrancadas, tocando mucho en los cites y empujando a este todo lo que no había empujado al segundo. Pero este no era el mismo toro ni guardaba la misma condición. Este no perdonaba un error ni toleraba un abuso. Por eso había que andar muy centrado con él, muy despierto, y Luque tiró de técnica sin alma hasta que lo detectó Madrid y le tocó palmas de tango. Luego fue imposible remontar. Mal con la espada, además, escuchó silencio.
Tuvo sabor y ritmo el lanceo genuflexas de Álvaro Lorenzo al cierraplaza, toro vareado y largo, con remate y cuajo sin estridencias que empujó con los riñones en el peto. Sensacional en la brega Sergio Aguilar, muy aplaudido. Llegó mucho el inicio por estatuarios de Lorenzo que le dio distancia en seguida para recibir su nobleza. Y su empuje, porque la quiso por abajo con boyantía el buen toro mientras Álvaro giraba sobre el talón. A más el trasteo hasta que llegó la izquierda y el corazón del manchego, que trazó sin mácula, con profundidad, siempre metido. Pero quedaba la tanda de reventar al gran animal, y esa llegó al final, con la zurda entregada, el vuelo por abajo despacito y las barrigas arrebatadas. Sin ayuda el final, doblándose con torería, con apostura, con la firme solidez del que sabe que es su día. Y con la espada fue un cañón. Toda la plaza empujó el pomo poco antes de que sonase el aviso. Dos orejas.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Domingo de Resurrección. Corrida de toros. 9.900 personas en el tendido.
Seis toros de El Torero, de gran clase y humillación el endeble primero, enrazado y con fondo el exigente segundo, de enrazada embestida por abajo el importante tercero, de humillado embroque el manso y rajado cuarto, exigente y repetidor el zambombo quinto, humillador, boyante y entregado el gran sexto, aplaudido en la vuelta al ruedo concedida.
David Mora, palmas tras aviso y vuelta tras aviso.
Daniel Luque, silencio y silencio.
Álvaro Lorenzo, oreja y dos orejas.