TEXTO: EMILIO TRIGO / FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ
La quinta de abono de la Feria del Pilar de Zaragoza planteaba, en la tarde de este miércoles, una corrida de toros en la que hacían el paseíllo Enrique Ponce, Cayetano y Ginés Marín, que sustituía al herido Jesús Enrique Colombo, que resultó corneado en Valencia este lunes y por tal motivo no pudo tomar la alternativa. Se lidiaban toros de Juan Pedro Domecq.
Una corrida de ‘Lo Alvaro’ dispar de hechuras, con seriedad en conjunto y de juego variado. Los peores el descastado abreplaza y el deslucido quinto, los demás, se prestaron aunque con matices. Una tarde de amplio testimonio por su gran contenido en todos los registros. La cara y la cruz se vivieron en el Coso de La Misericordia. Desde la tragedia de Cayetano a antología de Enrique Ponce. Dos suertes de una misma moneda pero con muy distinto resultado. La dinastía rondeña que corre por los genes de Cayetano derramó su sangre en Zaragoza en el segundo de la tarde. El angustioso percance sobrecogió a todos los presentes, sin embargo, Cayetano a pesar de estar herido, con la lealtad de su ADN de ejemplar raza, enjaretó una serie más de gran transmisión y posteriormente, estoqueó hasta la gamuza a su oponente. Un sentir anímico que lo cambió Ponce con otra ‘catedrática’ tarde. El valenciano terminó en la capital aragonesa como empezó la temporada. Cumbre y a más, con dos faenas monumentales. Por su parte, Ginés Marín, tan sólo pudo mostrar las bases de su admirable concepto y su máxima disposición puesto que su par no le regaló ni una embestida. Mal lote con diferencia para el extremeño.
Cayetano recibió al segundo con un saludo largo donde fue ascendiendo la intensidad capotera. Lo mejor la media en el centro del ruedo pero sin terminar de descolgar el toro. Empujó el Domecq en el peto y después amagó con irse a las carencias durante la lidia. Buen quite de Ginés Marín. La media con sabor añejo. La faena comenzó muy torera, exigente, con clase y elegancia por doblones por bajo. Se impuso Cayetano a un toro que soltaba la cara y que reponía con prontitud para el siguiente. El diestro rondeño dejaba la muleta muerta imprimiendo ritmo en las series a diestras y largura en el trazo. Todo iba al alza, rompiéndose Cayetano y toreando con mucha prestancia en una faena claramente de gran registro con ligazón, temple y elegancia. Cambió de mano para sacar naturales de mucho poso ante un toro que sacó fondo y que embestía con tralla. Al cerrar una serie el Juan Pedro le tiró un certero derrote propinándole una cornada en el abductor izquierdo. Momentos dramáticos con el rostro del torero ensangrentado y con la pierna sangrando abundantemente. Cayetano tiró de raza y estoqueó a su oponente con un espadazo. Dos orejas tras la gran gesta torera.
El primero de la tarde fue un toro muy bien confirmado. Astado prototipo de la casa ganadera que dejó estar y componer a Ponce con el capote. Saludó el maestro con buen ramillete de verónicas ganando terreno en cada garboso lance. En varas lo justo y punto. El valenciano brindó al respetable pero todo quedó en intento de faena. El Juan Pedro Domecq echó la persiana cabeceando y literalmente no pasó de la muleta, salvo en la tanda de probaturas. En la siguiente, con la diestra, el abreplaza dijo nones y todo quedó en esfuerzo baldío. Sin material, dos pinchazos ante un verdadero marmolillo. Silencio. El cuarto no terminó de romper en el capote del maestro con una embestida desclasada. Se enceló en el peto largo tiempo en su segunda entrada e hizo cosas en la lidia de falta de raza. Este, llegó al último tercio sin muchas garantías de duración, pero una vez más, el ‘Catedrático’ obró el milagro. Enrique Ponce ante un toro que no tenía nada, le tapó tanto que lo hizo bueno para el toreo. La creatividad fue de tal parangón que metió en la canasta a un astado reacio a embestir pero de noble condición. Le puso la pañosa para que el Juan Pedro creyera que él mandaba pero la verdad, fue que el dueño de las embestidas era el maestro valenciano. Tanto, que la dimensión alcanzada subió a medida que transcurría su 'clase magistral' de tauromaquia. El de Chivas estuvo impecable en todo ahormando un faenón clásico de dimensiones inigualables. Ritmo, clase, verticalidad, estética, profundidad y naturalidad. Muleteó con revés y también por ‘Poncinas’ con la plaza entregada aplaudiendo en pie. Oreja que debieron ser dos tras aviso, por la insensatez del palco que fueron pedidas con mucha intensidad. Faena de ‘Mago’ donde se inventó una creación pictórica en la tierra Goya. El sexto, un tío de amplitud de sienes cornipaso y de conformación baja. Astado de temperamento al que Ponce toreó con compás a la verónica y esbelta media a pies juntos. Enrique tras brindar a su cuadrilla volvió a obrar otra gran faena a un toro que protestaba por arriba y que por abajo tiraba un derrote al cuerpo defendiéndose. Toro de embestida suelta, justo de raza y muchas teclas al que el valenciano con prodigiosa técnica y estética metió en la canasta. Enrique lo cosió a su primorosa muleta y le firmó una faena de magnifico metraje. La ligazón y los espacios fueron un ejemplo de exquisito planteamiento. Puso a la gente en pie con un sincero arrimón en una actitud que pareció la de un novillero empezando. Tremenda la exposición y la frialdad del maestro ante semejantes pitones. Un pinchazo en una banderilla y posterior aviso, precedieron a una clamorosa vuelta al ruedo. Se esfumó la Puerta Grande, pero quedó para el recuerdo otra histórica tarde del inagotable magisterio de Ponce.
El tercero embistió sin ardor al percal Marín y se dejó sin más en varas. Al cerrarlo al burladero para iniciar la faena se partió una pezuña y el palco sacó el pañuelo verde. El Bis, fue un toro echó hacia delante, con pechos pero de manos cortas y poco cuello. Toro de expresión seria que se movió en la primera mitad de labor con cierta continuidad y transmisión, pero tan sólo duro tres tandas a diestras. Inicio su seria labor Marín, con el pase de las flores y después cogió la zurda para apostar sin tentativas. Ginés lo muleteó con muchas virtudes en su muñeca, como el temple. Muy despacio estuvo Marín con un toreo de muchos enteros y aguantando parones a mitad del viaje. Parones que fueron más continuos a partir de la tercera tanda con un astado muy a menos. Ginés estuvo tan firme como dispuesto ante un animal que se desfondó pronto. Pinchazo y estocada ante un toro que no ayudó en la suerte suprema. Ovación. Los primeros tercios pasaron con poca historia. El quinto de la tarde fue un toro muy alto y tal vez justo de remate. Que se tapaba por la cara y que debido a su altura jamás descolgó. El Juan Pedro Domecq que deslució el recibo de capote del extremeño no dijo nada durante toda la lidia. Un astado sin celo y de embestida anodina. Ginés Marín puso ilusión y empeño pero sin resultado artístico por la falta de colaboración de su oponente. Silencio.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de La Misericordia, Zaragoza. Quinta de feria. Corrida de toros. Lleno.
Seis toros de Juan Pedro Domecq.
Enrique Ponce; Silencio, oreja con petición de segunda tras aviso, vuelta tras aviso en el que mató por Cayetano.
Cayetano, Dos orejas que recogió la cuadrilla en el único que estoqueo.
Ginés Marín, Ovación tras leve petición y silencio.
Cuadrillas: Saludaron tras buenos pares de banderillas, Jesús Diez 'Fini', Manolo Izquierdo e Iván García.
Parte Médico de Cayetano:
“Herida por asta de toro a nivel de la cara interna del tercio superior del muslo izquierdo con orificio de entrada de 6 cm y tres trayectorias: Una superior que llega hasta el pubis, otra posterior de 10 cm que desgarra las fibras de los músculos aductores y otra inferior de 20 cm que dislacera las fibras del cuádricep. Profusa hemorragia a expensas de vasos musculares de pronóstico grave que sí le impiden continuar con la lidia.”
Firmado: Dr. Valcarrere.