PACO MARCH
Paco Ureña torea a besos con aire de desespero. Todo en él transmite pureza y,el desgarro de quien se entrega a la causa…
Ureña pone el alma, se espatarra, hundidas las zapatillas en la arena, y se deja ir. Ureña acarició las embestidas del primero de su lote, que era en sí mismo la dulzura hecha toro, dibujando muletazos largos y lentos, muy lentos. Se movía cadencioso el de Cuvillo y el torero murciano lo llevaba con el temple y la altura precisas, dominando los impulsos que le dictaban su corazón de indomable luchador, forjado en cruentas batallas. Cuando Ureña está feliz, las marcadas arrugas de su rostro sufriente desaparecen como `por ensalmo.
Otro Ureña se vio después, con un toro duro y bronco. Como si de un desafío consigo mismo se tratara, de cada cite hizo una apuesta, los pitones apuntando al rostro, al pecho, a los muslos. Sobrecogedor. Paco Ureña viene del subsuelo del toreo y una vez alcanzada la superficie quiere conquistar la cima. Tortuoso el camino que afronta con su toreo dual, con la luz de lo más bello y la negritud de la tragedia que se intuye y nadie quiere. A veces telúrico, siempre en el límite.
El domingo, más.