TEXTO: EMILIO TRIGO / FOTOS: EMILIO MÉNDEZ
La primera impresión tras salir de la Maestranza es que la terna ha dado la cara y ha ofrecido una buena tarde de toros. Un festejo donde los tres actuantes han perdido orejas por no acertar con la tizona y donde han superado con buen toreo una mediocre corrida del ganadero charro.
Pablo Aguado debería tener otra foto histórica en su álbum además de la del doctorado. El sevillano de haber estoqueado a su par, hubiera salido a hombros por la ‘Puerta Principal’ con una oreja en cada toro. Esa es una realidad que le hubiese hecho justicia a su buena tarde de alternativa. Aguado templó nervios y responsabilidad en una tarde de suma trascendencia para sacar a relucir su buen concepto. A pesar de las espadas el toricantano aprobó con nota su examen de Sevilla.
Salió 'Recobero' toro de la alternativa de Pablo Aguado que pareció estar descoordinado. Astado de amplia badana, de grandes pechos y recogió de pitones. El abreplaza creo dudas a todos los presentes, incluido el palco que dudó en devolverlo. Aguado intentó lucirse con el capote ante semejante embestida pero hubo más efectividad que lucimiento. Mientras transcurría la lidia el toro continuaba tambaleante, sembrando las dudas iniciales. Derrengado de atrás y sin que los presentes se manifestasen a la contra. Unos pitos muy leves. Sin embargo, en varas, empujó encelándose con el peto en un castigo largo. Tras la ceremonia del doctorado Aguado antes de pedir permiso y brindar a su progenitor, recetó unos cuantos doblones de categoría al Garcigrande puesto que se le vino con prontitud. El sevillano que ahormó una bella obra, muleteó con cadencia y plasticidad a su oponente. Se vino arriba el toro, sacó fondo y Aguado tuvo la virtud de acoplarse a una embestida cambiante. Lució un toreo templado y de mucho gusto por ambos pitones. El natural surgió de mano baja y a diestras compostura y estética. Nunca le pudo la presión y se mostró con suma tranquilidad. Su labor fue ascendente con el pasodoble de fondo. El pinchazo previo le quitó la previsible oreja. Vuelta al ruedo. El sexto también tuvo una embestida irregular. Soltó la cara en demasía protestando en cada embroque. Aguado entendió pronto que había que abrir los caminos. Le dio toques fuertes, para obligar a descolgar a su oponente e imprimó trazo a izquierdas en línea. A derechas, atacó e impuso su criterio apretando al toro con exigencias. Ahí surgió la emoción y la ligazón, con un toreo exento de técnica, pero con un diapasón muy bello y el pecho siempre por delante. El sevillano sacó raza y gusto, lo que hizo entregarse a la parroquia en su importante labor. Faena justa, medida en la que predominó la imposición del joven diestro. Otra vez, la espada le quitó la previsible oreja. Ovación tras aviso. En ambos astados sus inicios de labor fueron muy similares con doblones por bajo de mucha prestancia y empaque.
Enrique Ponce también dejó claro que venía a Sevilla en el ‘Crisol’ de su temporada. Magistral su concepción de faena al cuarto que fue una clase de técnica para cualquier escuela. Pero la espada… Y estrellado con el marmolillo segundo. Emociónate la despedida de Manuel Quinta tras la suerte de varas al cuarto. El maestro Ponce, lo obligó a descabalgar para fusionarse en un sentido abrazo con toda la Maestranza en pie. De ‘Maestro a Maestro, de Oro a Oro’, en un brindis a pie tras el sentimental tercio. Así comenzó Enrique Ponce su labor al irregular cuarto. Una faena que resultó una verdadera exaltación al toreo técnico. El valenciano sacó y se acopló en todo momento, a una embestida alta y nada fácil, sobre todo por el complicado pitón izquierdo. Fue un canto y ejemplo para los aficionados y profesionales con tiempos, cites, espacios, terrenos, toques y además mando con estética. Enrique Ponce cuajó una sincera obra con un toro a contracorriente donde se inventó un trasteo de máxima categoría. Después de lo visto, las orejas que se esfumaron por pinchar era lo de menos. Clamorosa vuelta al ruedo junto a Manuel Quinta. Con suma delicadeza recibió Ponce al segundo de la tarde, primero de su lote. El maestro lanceó con suavidad a la verónica y a la postre fue lo más artístico del valenciano. Un tercio varas burocrático y un quite de Talavante sin alma desfondaron aún toro sin raza ni casta. Tras la oportuna devolución del tercio, el toro echó la persiana y no embistió más. Un auténtico mulo que imposibilitó cualquier intento de faena. Este, ni el que inventó el toreo. Silencio.
Completaba la terna Alejandro Talavante que demostró sus extraordinarias muñecas y valor sereno. Un Talavante que continuó en Sevilla la senda de la temporada donde su temple rompe moldes y donde la verticalidad se conjuga con la estética. El tercero tuvo otro aire, un toro con más acometividad que el resto de sus hermanos. Aprovechó esta condición Alejandro para construir un saludo muy bello. Voló el capote con mucha prestancia y temple en el inicio de su artística labor. Pero para temple, el saboreado en su quehacer con una pañosa mandona, creativa y ligona. Alejandro toreó con verticalidad y con las muñecas rotas para trazar muletazos larguísimos. El natural surgió como un paseo interminable por ciudad más ‘bella del mundo’. El extremeño se rompió a zurdas ante un toro que tuvo temperamento y prontitud en la muleta. Buena labor de Talavante ante un manejable tercero que dejó estar y crear. Media y oreja de figura del toreo. El quinto fue un toro de esos que se movió pero que no decía nada en su viaje. Una acometida de ida y vuelta sin transmisión a la que Talavante le puso mucha técnica y verticalidad. Siempre presentó la muleta por delante pero a pesar de la existente ligazón su quehacer no llegó a calentar el cotarro. Superior ante semejante deslucido pero sin recompensa artística su esfuerzo. Estoqueó eficazmente y recogió una ovación desde el tercio.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Primera de la feria de San Miguel. Corrida de toros.
Entrada: Más de tres cuartos.
Seis toros de Garcigrande y Domingo Hernández. Sin terminar de romper y deslucidos en general, salvo el manejable tercero.
Enrique Ponce; Silencio y vuelta junto al picador Manuel Quinta.
Alejandro Talavante; Oreja y ovación.
Pablo Aguado, (tomaba la alternativa); Vuelta al ruedo y ovación tras aviso.
Cuadrillas: Saludó el varilarguero Manuel Quinta tras la suerte de varas al cuarto. Quinta fue obligado a descabalgarse por Ponce con una Maestranza totalmente en pie. En banderillas Juan José Trujillo y Sergio Aguilar, se desmonteraron en tercero y quinto respectivamente.
Incidencias: Se despidió de la profesión el picador Manuel Quinta, tras la suerte de varas al cuarto. Veintisiete años de junto a Enrique Ponce.
Parte Médico:
Enrique Ponce pasó a la enfermería tras finalizar su labor al cuarto de la tarde "Contractura con posible desgarro del abductor derecho" Pronóstico: Leve. Fdo. Dr. Mulet