LA CRÓNICA DE BILBAO

Un músico para afinar la temporada


lunes 21 agosto, 2017

El “Cornetilla” cuarto fue otro director para salvar la orquesta que los Lozano llevan desde 2015 en su fuero de Bilbao, un músico para afinar la intermitente temporada de un Curro a medias tintas

El “Cornetilla” cuarto fue otro director para salvar la orquesta que los Lozano llevan desde 2015 en su fuero de Bilbao, un músico para afinar la intermitente temporada de un Curro a medias tintas

JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO

A Curro Díaz hoy le salió un músico para afinar su intermitente temporada. Está pero no está. Quiere pero no termina. Parece que sí pero al final todo queda a medias tintas. Como el sabor de esa oreja que el de Linares cortó al extraordinario “Cornetilla”, otro director para salvar la orquesta que los Lozano llevan desde 2015 en su fuero de Bilbao. En esa Aste Nagusia consolidaron su momento y en 2016 “Atrevido” apuntó a la leyenda que ahora las figuras han declinado matar en este ruedo.

Porque tuvo humillación el animal, que fue fiel a la homilía que de becerro le enseñó El Cortijillo: frío saludo y caliente despedida. Lo hizo a la perfección y, además, con la música de su saga sonando en su viaje. En su avión. En su humillación. En su entrega. En su bravura. La mostró viniéndose arriba en el inicio muleteril de Curro, que vio de forma entrecortada al toro. Le paseó al límite una oreja precedida por esas estocadas delanteras que no fallan: en siete segundos liquidó al animal.

Le metía la cara abajo y sí, quería proponer Curro, pero esos enganchones mancharon la bravura que el toro le estaba entregando. Un animal para arreglar una temporada, al que una proposición de trazo tan corto como el que da personalidad al toreo del de Linares hacía imposible cuajar a un “alcurucén” que pedía largura cada vez que iniciaba el descenso de su avioneta. Y componía. Y se ponía bonito Curro. Y se desmayaba… pero no se crujió para ver las dos pelúas en el palco de Matías tras ejecutar la estocada con el escafoides roto.

Entre tanto, las dos caras mostró el rey de México que viene a conquistar Europa esta tarde en Bilbao. La de cara de perro en un segundo en el que en toques y distancias quiso componer y la de un quinto en el que buscó la pulcritud a base de tiempos y un inicio de faena para morirse en ese desdén. Quiso, tras el rompedor inicio, ver la condición que el quinto no tenía: consintió hasta que llegó el momento de citar largo, anclar talón, girar con sutileza sin perder pasos y dominar sin dudar. Y eso lo hizo Joselito a la perfección con un animal que terminó aplomado… el oro azteca hubiera conquistado los Altos Hornos de no haber sido por ese mal fario.

Antes, el capote quiso ponerle música callada a una actuación compacta: los pies juntos del inicio al segundo pusieron el pentagrama y las notas llegaron con la excelente media. Pero fue la resolución la nota que dio alegría a la materia prima que no tuvo Joselito. Anticipación, tiempos, coordinación perfecta en los embroques y estoicismo ante el viaje desentendido de ese quinto a menos. Virtudes para formar una sinfonía en la que hoy fallaron los componentes ganaderos.

La imagen más seria de su carrera mostró el Juan del Álamo al que la bofetada de no estar en las Ferias tras el zambombazo madrileño tiene que romper por algún lado. Y vio Bilbao esa sonrisa a medio gas que conquistó San Isidro, esa muesca entredicha de torero recio que enamoró a Madrid y ese gesto enjuto y despenado pero de alma inquieta por buscar el toreo que quiso pero no pudo en Vista Alegre.

Aporta Juan las soluciones que antes no llegaban, intenta meter la mano como sea y si no puede de una forma, de otra lo hace. Pero lo logra. Y eso, para llegar arriba, necesita del toro que hoy no tuvo. Por eso la vuelta al ruedo del tercero supo a poco si el animal llega a romper. Ya al desagradecido sexto, el charro le imprimió pura determinación como medicina para mecer al descompuesto animal, con el que se para darle trapo y girar talón, recoger las embestidas y vaciar las pasadas, a pesar de que no guardaba lindezas el toro para regalarle nada. Siempre a media altura, con el sucio viaje de su cara y con el vicio de venir por dentro.

Antes, la sinfonía había llegado en el cuarto con esa saga musical de Alcurrucén que hoy prosiguió “Cornetilla”, el toro que salvó con nota de la mediocridad a la corrida de los hermanos Lozano. Le tocó a Curro y a medias tintas le paseó una oreja.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Bilbao. Tercera de las Corridas Generales. Un tercio de plaza. 

Seis toros de Alcurrucén, pasador a diestras el desentendido primero; con duración y fijeza un segundo que no completó su viaje; de evidente falta de fuerzas la del tercero; de extraordinario viaje el del cuarto; aplomado tras la primera tanda el quinto; pegando tornillazos y desagradable el sexto. 

Curro Díaz, silencio tras aviso y oreja. 

Joselito Adame, silencio y ovación. 

Juan del Álamo, vuelta al ruedo y silencio. 

INCIDENCIAS: Se rindió un emotivo homenaje a Iván Fandiño antes de iniciarse el paseíllo. Se desmonteró Fernado Sánchez tras los pares al quinto. 

FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ