EL EXILIO INTERIOR

No es una ley, es una ensaimada


martes 25 julio, 2017

La Ley balear que regula las corridas de toros hasta convertirlas en otra cosa es, más allá de consideraciones jurídicas, un insulto a la inteligencia, una burla a la Historia

La Ley balear que regula las corridas de toros hasta convertirlas en otra cosa es, más allá de consideraciones jurídicas, un insulto a la inteligencia, una burla a la Historia

PACO MARCH

«El único insulto al toro es la compasión» (José Bergamín)

La Ley
balear que regula las corridas de toros hasta convertirlas en otra cosa es, más
allá de consideraciones jurídicas, un insulto a la inteligencia, una burla a la
Historia y (peor aún) la enésima constatación de que quienes legislan lo hacen
desde la arbitrariedad, el desconocimiento y el mero oportunismo.

Redactada,
pactada y votada a favor por la izquierda (sic) es la evidencia de que ésta, sean
las siglas que sean, ha abdicado de aquello que los más viejos del lugar aún
llamamos ideología para abrazar la dudosa causa de un animalismo de tres al
cuarto, sostenido por oscuros intereses económicos.

Lo que
acaba de ocurrir en Baleares es la secuela de lo que pasó en Cataluña y, como
todas las secuelas, peor que el original (lo que en 2010 fue prohibición, en
2017 es una burla). Eso sí, casi coinciden en la fecha: la una el 28 de julio,
la otra el 24 del mismo mes.

Como en
su largamente esperado fallo a la prohibición catalana el Tribunal
Constitucional dejó la puerta abierta a la regulación por parte de las CC.AA. ,
el Parlamento balear se ha colado por ella y, en una interpretación sui géneris, «regula” las corridas de
toros hasta convertirlas en otra cosa: sólo tres toros en cada corrida; máximo
diez minutos cada uno en el ruedo (se supone que ese debe ser su límite de
estrés, aconsejado por los veterinarios
afines); el torero sólo podrá utilizar capote y muleta; sangre, ni verla (en todo
caso la del torero, pero esa no importa); regreso del toro a la dehesa (y el
ganadero a seguir tratándolo a cuerpo de rey hasta el fin de sus días); nada de
novilladas ni toreo a caballo…y la perla: control antidoping al toro y al
torero. Lo redondean prohibiendo la entrada a los menores o el consumo de
alcohol. El puritanismo más puro y duro, vamos.

Sí,
«esa cosa” es lo que primero se ha redactado y luego aprobado por mayoría en el
Parlamento de las Islas Baleares. Como ciudadano me provoca escalofríos que la
representatividad política esté en manos de sujetos capaces de ello.

Entre
Baleares y Cataluña apenas una hora de vuelo, algunas más en barco por las
aguas de un Mediterráneo que antes fue mar de cultura y ahora lo es de muerte.
«Catalans i mallorquins, quant més amics, mes endins” (traducido: catalanes y
mallorquines, cuanto más amigos, más adentro), ahora
sin toros. Porque lo de la Ley balear es una prohibición no encubierta sino
flagrante.

Cataluña
y Baleares, con un nexo común en su historia taurina: Balañá (ahora, Matilla).

Se dejó
caer Barcelona y ahora sucumbe Baleares. No es casual.

No han,
no hemos aprendido. Cuando en el
Parlament catalán se abrió el debate, antes de la prohibición, del «sector”·
sólo dieron la cara Joselito, Esplá y Serafín y el resto se llamó andana. Lo de
Baleares se veía venir desde hace un par de años y como si nada. Dos o
tres corridas en el Coliseo Balear en
agosto (con el rey que no reina, la nieta y algún regatista en barrera `para
darle lustre ) como única respuesta.

Ahora,
tal vez, el recurso (que, a diferencia de lo ocurrido en Cataluña, si viene del
Gobierno supondrá la suspensión cautelar de la ley, algo es algo) , el pataleo,
la espera, la desesperanza…

La
«nueva » izquierda era esto, un convento de ursulinas moralizantes y el
«sector” sigue siendo el mismo, inoperante y rijoso.

¿La
gente?: bien, gracias.

PACO
MARCH