MARCO A. HIERRO
Jesús Enrique Colombo, Daniel Menes y Pablo Mora hacían el
paseíllo en una tarde muy lluviosas hoy en la plaza de toros de Cuatro Caminos
de Santander, dentro de la segunda de la feria de Santiago. Se lidiaban novillos
de Zacarías Moreno.
«Diablillo”, número 107, era el primero de la tarde, un
novillo de Zacarías Moreno nacido en agosto de 2013 con 513 kilos de peso. Por
chicuelinas en el centro del anillo fue el saludo de Jesús Enrique Colombo,
rematadas por una airosa revolera. Banderilleó el propio novillero con
desparpajo a pesar del mal estado del ruedo, resbaladizo por zonas, debido a la
intensa lluvia. Ya en faena, Colombo se hincó de rodillas para comenzar faena a
un novillo de tranco rebrincado, que fue siempre a menos en su condición.
Desrazado animal. Lo intentó pasaportar con lucidez por ambas manos, pero no
tomó vuelo final el trasteo. En el final de faena, echó la cara arriba el
novillo y le arrancó la chaquetilla. Tras la estocada, saludó ovación.
Entrega mostró Menes desde el inicio de su labor al segundo,
un animal al que recibió en la puerta de chiqueros de rodillas con el capote a
la espalda. Comenzó el quite por una cambiada y crinolinas tras un tercio de
varas en el que se cuidó al de Moreno. De rodillas entre las rayas del tercio
comenzó Menes su faena, que demostró entrega en los primeros compases de la
labor a un novillo con recorrido y duración. Por ambos lados se los pegó con
más voluntad que pulcritud en sus trazos, resaltando esa raza que llegó arriba.
Por bernadinas abrochó su labor, no acertando con el acero.
Seriedad mostraba el tercero, un
animal que derribó al picador en el encuentro con el peto y que le repitió a
Pablo Mora en el inicio muleteril. Intentó el novillero cogerle la distancia a
un animal que tenía una inmensa fijeza, repitiéndole haciendo el avión en sus
trastos hasta el final. Le ligó con mucha estética los de pecho, gustando al
natural en las siguientes series. Por bernadinas fue el epílogo del joven, a
punto el novillo de prenderlo en la última de ellas. Espada en mano, la promesa
dejó un pinchazo hondo que escupió haciendo hilo al novillero, que debió tomar
el olivo. Silencio.
Crudo se dejó Colombo al cuarto
en el caballo de Gustavo Martos, un novillo pronto y con pies en el que se pudo
lucir el novillero venezolano en el tercio de banderillas. Dulzura le dio
Colombo al animal en el inicio muleteril, en el que le bajó la mano para
comenzar labor con domeño y proposición pura. A sones de Suspiros de España logró
convencer al animal de Zacarías hasta que le aguantó el animal. Metiéndole la
muleta en el ojo contrario, hurgando en el ritmo que mostraba el animal y
hundiéndose en las ya parcas embestidas del astado fue indagando Colombo. Inteligente
lo buscó en el final de faena por abajo, tirándose a matar de forma rotunda en
el momento en el que de nuevo comenzaba a diluviar. Oreja a su gran capacidad.
«Misterioso” se llamaba el
quinto, número 119, con un peso de 510 kilos. Con una larga de rodillas en el
tercio lo saludó Menes, que luego anduvo de nuevo vistoso en el quite por
faroles. En faena, el novillo tuvo duración y le aguantó tandas a Menes, pero
no logró el madrileño conectar con rotundidad con el tendido. Mató de estocada.
No tenía que haber salido el sexto al confundirse el personal de toriles, un animal al que Mora recibió a la verónica y que dio el susto de la
tarde a David Blázquez al intentar clavar el tercer par de banderillas y
echarle la cara arriba. Tapando la huida del novillero fue la proposición de
Mora, que le supo dar cera por abajo al astado para que se los tragase el de
Moreno. Manso y con tendencia a irse fue el animal. Pinchó con el acero.
Ovación.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Cuatro Caminos, Santander. Segunda de la
feria de Santiago. Novillada con picadores.
Seis novillos de Zacarías Moreno, de buena hechura y correcta presencia. Áspero y rajadito el defensivo primero; enclasado y largo el boyante y gran segundo, ovacionado en el arrastre; con fijeza, prontitud y clase el bravo tercero, ovacionado; de calidad a menos el noble y entregado cuarto; manejable pero rebrincado el vulgarote quinto; pasador sin codicia el esmirriado sexto, que no estaba en la novillada y salió por error.
Jesús Enrique Colombo, ovación y oreja.
Daniel Menes, silencio y silencio.
Pablo Mora, silencio y ovación.