LA CRÓNICA DE VALENCIA

De “Dalia” a “Bobito”


viernes 21 julio, 2017

De “Dalia” a “Bobito”. Un año y 51 días. De aquel 1 de junio a este 21 de julio. Dos hierros, dos historias de bravos, dos plazas de primera y un mismo final: Manzanares en plenitud

De “Dalia” a “Bobito”. Un año y 51 días. De aquel 1 de junio a este 21 de julio. Dos hierros, dos historias de bravos, dos plazas de primera y un mismo final: Manzanares en plenitud

JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO

De «Dalia”
a «Bobito”. Un año y 51 días. De aquel 1 de junio a este 21 de julio. Dos hierros,
dos historias de bravos, dos plazas de primera categoría y un mismo final: el de
Manzanares en su plenitud. Hoy sintió el torero el fuego de su temple como cada
tarde que pasea entre los suyos, aunque no hubiese tracas en esta de pleno
estío: subió el calor que en marzo no alienta y el momento que Valencia le
quedaba por sentir con Dols. Fue hoy
Manzanares el alma viva de una afición paisana que ha sido epicentro de la evolución
hacia su madurez en una plaza de primera.

De «Dalia”
a «Bobito” –pasando por Albacete 2016- ha dejado Josemari su más pura
expresión, su momento más intenso en lo que lleva de carrera y, quizá, la única
plenitud de sus días de luces. Ni antes ni después. El día exacto en el que Madrid vibró con el de Victoriano, la hora
precisa en la que Valencia ha estallado con su toreo, el minuto justo en el que
la Fiesta lo ha sabido encontrar y el segundo clavado en el que Manzanares ha
roto la camisa que le oprimía el alma.

Porque
le dejó al de Alicante la corrida de Cuvillo: desde el desclasado viaje que
consiguió domeñar mimando al segundo hasta la bravura quinta que exprimió con
mano baja y por eso se le rajó a toriles. Un corridón desde El Grullo. Primero, tercero y quinto para enmarcar en
viaje y presencia, porque ha echado corridas impresentables este hierro que no
honraban lo que hoy sí salió por toriles.

La
lógica de aquel 5 de junio llevó al momento de Josemari a alzarse como el
epicentro de una Beneficencia para los siglos ante un animal que se entregó de
principio a fin. La cabeza del alicantino le llevó, de nuevo en una plaza de
primera, a sentir a Valencia a base del esfuerzo que la afición no le auguraba.Cumplir en el caballo, entregarse a la
mano diestra, llenarse en la bamba de su dueño y morirse con el toreo a sones
de La Concha Flamenca
. El toro
embebido, el torero roto y la mano baja que partió a un «cuvillo” de premio
.
Y esa trincherilla de espanto con el toro ya oliendo de dónde salió… Si la
traca fallera indultó a «Fantasma”, la gloria se le fue a «Bobito” porque el
apretarle terminó por rajarlo. Si no, ese se va con vida. La misma que le dio a
un Manzanares que ahora irá por Murcia caminito de Roquetas.

Tiene Castella la cabeza fresca, sabe que el
camino suyo siempre ha sido el de la conexión a contracorriente de su carácter
y por eso está feliz y se le nota.
Sabe y siente cada momento porque disfruta
cada minuto en una plaza. No es el refunfuñón que antes, a base de terqueza,
lograba lo que se proponía y si no era así se enfadaba para siempre con el
mundo. Ahora lo hace a base del sentimiento que es epicentro de la carrera de
un artista.

Y así,
con esa proposición, tuvo agallas para aguantarle al primer «cuvillo” los
dilatados estatuarios que pusieron de su parte ya al tendido. Por eso, tras el
prólogo, por la derecha se puso de verdad ante el buen y repetidor animal de
Cuvillo, pasándolo embraguetado por ese lado y consiguiendo, en la cuarta
tanda, llevar embebido por abajo en su muleta al extraordinario animal. Supo
encelar el galo el viaje corto que planteaba el castaño para pasárselo por
detrás y por delante… y matarlo arriba.

Ginés Marín aprovecha el momento de la
novedad que se ha ganado a base de exposición y magia.
Sí, ese hechizo extremeño al
que YouTube nos tenía acostumbrados y que Alcurrucén le enseñó a Madrid. Porque de los altibajos del novillero que
llegó inocente a Nimes para hacerse doctor al sitio que «Barberillo” se ha
sacado de la chistera va el trecho de esa magia escenificada cada tarde
. No
pasa ni una. Y por pasar, sí se le pasó al palco la floja oreja del sexto que
debió ser unánime en el tercero. Por eso la bronca fue mayúscula a una
presidencia que –pongo la mano en el fuego- obviaba que los rizos del humilde oliventino venían de mojarle la oreja
a Ponce y Talavante más allá de los Pirineos.

Se
plantó en ese tercero Marín de verdad a zurdas y tuvo talento en proposición y
sitio para soplarle cinco pases plenos de pureza por ese lado. El final por
manoletinas puso de acuerdo al tendido, matando de estocada en buen sitio que
tardó en hacer efecto. El fallo del puntillero también enfrió la petición,
recibiendo ovación. Hasta despacio le
dio la larga cambiada al sexto, al que dejó un epílogo tirando los trastos y llevando
al respetable de su mano en un compendio al querer sin poder
. Y se llevó la
oreja del consuelo a una tarde con miras a mandar en este injusto negocio de la
tauromaquia.

Pero entonces Valencia ya había sido el
epílogo de la historia que comenzó «Dalia” y que hoy ha culminado «Bobito” en
una plaza de primera con Manzanares como escritor…

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Valencia. Segunda de la feria de Julio.
Corrida de toros en tarde soleada pero ventosa. 8118 espectadores.

Seis toros de Núñez
del Cuvillo
. Repetidor y humillador el buen primero, ovacionado en el
arrastre; de buen tranco inicial tornado a soso el segundo; de calidad a menos
la del tercero; a menos el cuarto; bravo pero rajado el gran quinto; a menos la
calidad del sexto.

Sebastián Castella,
oreja y ovación.

José María Manzanares,
silencio y dos orejas.

Ginés Marín,
ovación y oreja.