JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO
Sinceramente te digo que la sociedad perdone tu miseria, Loris
Baz. No sabía ni quién eras
y, aunque no sigo en demasía la actualidad deportiva, sólo puedo decirte que me
das pena. Mucha. No hablo del asco de tus palabras, no del rencor de tu tono,
ni del odio de cada una de tus letras, ni de la repugnancia de tus desdichados
tuits. De nada de eso. Sino de mucha pena porque Wikipedia me ha dicho que
tienes mi edad.
Dos meses me sacas. Los derroteros de la vida seguro que te
hicieron perder tu adolescencia para conseguir algo por lo que aún estás
luchando. Los míos, con esas mismas veinticuatro primaveras, me hicieron buscar
otros caminos que me llenasen entre los que se cruzó el toreo a través de la
palabra. Y me entristece soberanamente que alguien como tú, con esos años, que
ha tenido en sus manos la gloria, tenga tal quebranto podrido dentro de su ser.
Más allá de esos patrocinadores que te apoyaban y que creían
en ti como ejemplo del deporte, que no del triunfo, lleno de los valores que
éste atesora. Más allá de los fans que no conozco que espero sigan por muchos
años tu trayectoria. Más allá de todo eso, que la sociedad perdone tu pecado, Loris
Baz. Fandiño ya no puede ni tampoco la familia taurina, esa que se agasaja en
elogios a tu persona en estas horas en la que seguro a ti ya te la repampinflan
las redes –escupiste el fuego corrompido de tu interior y te esfumaste-.
La Wikipedia me habla de Reales Avintias, de Championship,
de Mundial de Superbikes… me habla de números. Muchos. Pero no de valores. Me
da pena que un ser humano pueda pensar así. Que una persona que lo ha tenido
todo en la vida para conseguir sus sueños, que ha tenido una sociedad de su
mano para tener la posibilidad de ingresar en el podio de los grandes, tenga el
alma podrida.
Suerte, Loris. Que la vida te trate bien. Y ojalá y nos
enteremos de ti por los triunfos que, hasta hoy, no te han llegado, y no por tu
odio populista hacia un hombre, no ya torero, que vivió la peor de las
pesadillas para llegar a conseguir ese sueño que tú jamás conocerás. Que la
sociedad perdone tu miseria. Ojalá y te juzgue por tus triunfos y no por tus
valores. Entonces estás muerto. Por eso es mejor que no te juzgue…
P.D : Al que aún no se haya enterado de la sarna angustiosa y despiadada que el tal Loris Baz, aquí no la encontrará. Este no es un portal de difusión de la miseria humana sino del ensalce de ésta, por eso el protagonista de este artículo es un Iván Fandiño que ganó en valores y triunfos a un motorista que, repetimos, esperemos que la sociedad no juzgue jamás porque entonces está muerto.