«El primero nos equivocó a todos porque tuvo mucho ritmo y veía
que se desplazaba por la plaza. Después se agarró al piso y se quedó sin
fuerza. He tenido que hacerlo todo yo sólo.
Para matar hacía falta un pasito más pero estaba muy parado. El toro ha tenido
prontitud y transmisión, todo han sido virtudes pero la pena es que se quedó
sin mecha”.
«El cuarto no embistió
ni una vez derecho. Muy manso el segundo de mi lote. Todo lo que había que
hacerle era en tablas, con una mansedumbre muy clara hasta tal punto, que el
público ha querido devolverlo, pero el reglamento no contempla esa posibilidad
por manso. El primero se vino abajo y este manso. Es una a pena porque te
llevas todo el año soñando con Madrid y te vas como un jarro de agua fría”.