SANLÚCAR DE BARRAMEDA

El Club de las muñecas rotas


domingo 28 mayo, 2017

Una brava y enclasada corrida de Zalduendo -con indulto incluido y merecido- brinda una tarde para el recuerdo en la torera localidad gaditana

Una brava y enclasada corrida de Zalduendo -con indulto incluido y merecido- brinda una tarde para el recuerdo en la torera localidad gaditana

PABLO LÓPEZ RIOBOO – EVA MORALES
(GALERÍA)

Tras un gran triunfo de El Juli y Roca Rey ayer en Cáceres –el peruano
también lo hizo en Moita en horario nocturno-, volvían este domingo a verse las
caras en la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda con motivo de su feria
de la Manzanilla. Morante de la Puebla, después de una desafortunada tarde en
Córdoba el viernes, completaba el cartel con toros de Zalduendo.

Para mandar en el toreo hay que tener tres cosas, inteligencia (cabeza),
valor (bragueta) y temple (muñecas), pues bien, la terna de hoy reunía esas
tres cualidades en un cartel de gran fuste. El club de las muñecas rotas, es
ese selecto lugar donde solo están invitados los más elegidos, esos que llevan
escondidos dentro de su ser la dicha de ser y saberse insustituibles. Torear
con las muñecas rotas implica desmayo, valor, temple, capacidad…, torear con
las muñecas rotas lleva implicito aminoran o reducir la embestida del toro,
engancharlo donde tú quieres y soltarlo donde deseas. Torear con las mulecas
rotas es mandar, someter, casi diríamos hipnotizar, con la pañosa a un animal
fiero como es el toro bravo. Hoy tres miembros de ese selecto club, dejaron
volar sus muñecas para regalarle al la plaza de El Pino obras de pincel fino y
trazo limpio.

El Juli es un torero que en su amplia y dilatada carrera ha pasado por
distintas fases en su toreo, hoy en día se sabe Rey del cotarro, de ahí que
esta etapa de su vida esté presidida por un toreo aún más profundo, ese que da
saberse por encima del bien y del mal, ese que deja a un lado la presión del
que marca el ritmo para sacar el concepto más refinado que lleva puliendo tanto
tiempo. Su primer toro, segundo de la tarde, era un animal de impecables hechuras,
de gran calidad y humillación, al que torero madrileño  enjaretó con un
saludo a la verónica primoroso. Lentos y acompasados fueron sus lances de mano
baja, la media de cierre tuvo sabor. Vistas las condiciones del Zalduendo, el
de Velilla se fue al centro del ruedo para dejar un quite por chicuelinas de
gran ajuste y templado metraje. El toro se iba tras los vuelos haciendo el
avión. Al ralentí toreó el madrileño en tres series de torero ligado, muy por
abajo, exprimiendo a un animal que respondió con bravura a la exigencia pedida
por el torero. El de Zalduedo se ralentizaba en cada muletazo, con el hocico
por el suelo. Con más de media muleta planchada en el albero citó el
madrileño a ‘Ambicioso’, los muletazos parecían no tener fin, toreó con la yema
de los dedos, cadenciosos y sutiles fueron los muletazos de un Julián
roto. Pero de mitad de faena hacia adelante, acuso el poder de la muleta el
animal, bajando la intensidad de sus arrancadas, lo que aprovechó Julián para
dejar una segunda mitad de faena en las cercanías. Tras un ajustado final de
faena y una estocada arriba le cortó las dos orejas al enclasado animal de
Zalduendo, premio justo para ambos por lo visto en el ruedo.

Pero su obra magistral llegó en el quinto, ante un toro llamado ‘Jorguín’, se
rompió El Juli en una obra magistral, completa de principio a fin ante un toro
de unas condiciones excelsas. Volvió a lancear con temple a la verónica, todo
despacio, medido, con cabeza, ante un toro que ya de salida mostró sus grandes
condiciones. Se le picó una sola vez, empujando el animal con buena clase. Tras
el encuentro con el jaco, el toro evidenció un tranco más en sus embestidas, lo
que aprovechó El Juli para dejar un quite por Lopecinas, con el compás abierto,
que hizo las delicias del respetable. Saludó montera en mano José María Soler
por dos pares de gran torería y ajuste. Ya en la faena de muleta, le presentó
la pañosa y allá que se fue el Zalduendo, un toro de nota por clase, galope,
calidad y humillación. Desde el primer momento se vio que la faena iba a llevar
el prisma de la despaciosidad y el temple. Acertó Julián a darle tiempo al toro
entre tanda y tanda, a exigirle en un muletazo y aliviarlo algo en el
siguiente, para así acrecentar las ganas de embestir de un toro que nunca se
afligió. Se vio la versión más artística del torero madrileño, esa que lleva
tiempo plasmando en los ruedos, un concepto de sometimiento y mano baja, pero
de un regusto mayor. El toro era el idóneo para ese tipo de torero reposado, de
muleta baja, compás abierto y cadencia en cada muletazo. El toro pedía
sometimiento, mano baja, cuanto más se le exigía más agradecido era. Se vieron
muletazos a cámara lenta, Julián estaba plasmando en el ruedo lo que tantas
veces había soñado, cuajar un toro con la bandera del toreo acompasado, rítmico
y de muñecas rotas, ese que hoy le hizo sentirse dichoso, por una labor de
Maestro absoluto. La plaza estaba rota, desmadejada, como el torero tras una
actuación sobresaliente, y pidió el indulto para el toro, de sobra merecido. Hubo
unanimidad entre profesionales, aficionados, publico y autoridad, y el toro fue
indultado para alegría de todos los allí presentes.

Si tuvo grandes virtudes el segundo de la tarde, el tercero no le fue a la
zaga. Un toro que ya desde salida evidenció que no iba a estar sobrado de
fuerzas, pero sí de casta y calidad. Se lo saco a la segunda raya el peruano
toreando a la verónica, abrochando el saludo con una media de cierra llevándose
el animal detrás de la cadera. Volvió a mostrar flojedad en el estoico quite
capote a la espalda del joven espada, se lo pasó por la faja, y sin mover si
una pestaña abrochó el quite saliendo de la cara del animal como el que va a
por un café. Roca Rey tiene la virtud de la conexión con el público, y eso le
hace tener una gran seguridad en sí mismo. Ligó los muletazos, toreó con
despaciosidad, rápidamente le cogió la velocidad a un toro con bondad y gran
humillación por ambos pitones. Exprimió como un limón las enclasadas embestidas
de un Zalduendo que lo quería todo por abajo. Labor firme y asentada, con
muletazos largos, de gran sometimiento. Un torero que al igual que El Juli
tiene la cabeza fría en momentos comprometidos y unas muñecas rotas que le
permiten canalizar las embestidas con un temple y un dominio apabullante. Las
dos orejas se le escaparon tras un pinchazo previo, la oreja otorgada no tuvo
discusión

Otro toro de nota salió por chiqueros, era el sexto de la tarde, un
Zalduendo que llevaba por nombre ‘Zafio’, que ya de salida, como la mayoría de
sus hermanos mostró sus virtudes. Lo pulseó con el capote a la
verónica, para luego dejar un quite de gran ceñimiento y ajuste -como en su
toro anterior-. Animal que llegó a la muleta con un son y una clase marca
de la casa.. Ligó los muletazos, vaciando siempre la embestida y llevándose el
toro detrás de la cadera. Como todos los toros buenos de la corrida marcó el
terreno donde quería la pelea, siempre del tercio hacia las afueras. Ligó los
pases con suavidad, le mostró siempre las bambas de la muleta y tiró de el
animal, el cual siempre prefirió el sometimiento al alivio a media altura. Toro
que nunca perdió el ritmo en sus embestidas, sin duda de vuelta al ruedo, al
que Roca Rey cuajó de forma rotunda. Tras pasaportarlo de una estocada arriba
paseó las dos orejas.

Morante pechó sin duda con el peor lote. Mimó de salida al primero de la
tarde, un animal de escasa fortaleza pero que embistió con suavidad a la capa
del torero de la Puebla. Tres verónicas, tres, a media altura para no
quebrantar al de Zalduendo regaló Morante, lances encajados, rotos, desmayados.
Lo llevó nuevamente a media altura en un inicio de faena de gran gusto y
templanza, ante un toro de buena condición, aunque de sosita embestida. La
improvisación se hizo patente en el ruedo, Kirikikí, Molinetes,
remates por bajo…, todo lo hizo con sutileza, garbo y una gran torería.
Intercaló los adornos, con naturales sueltos de gran pellizco, en una obra
medida por la condición del animal. Tras la estocada se le pidió la oreja, no
siendo concedida por el palco, saludando finalmente desde el tercio. 

Lidió en cuarto lugar un castaño sin raza alguna. De capa apuntó más que
disparó el de La Puebla, soltó sus muñecas, embarcó la embestida y cuando se
disponía a rematar el capotazo, el Zalduendo soltó la cara, y lo que iba para
un lance de cartel se quedó en nada. Destacó Carretero por un par sensacional
antes de que Morante volviera a toparse con la realidad, en un quite con más
intención que lucimiento. Con la muleta no hubo cambio de planes, lo intentó en
dos primeras series de toreo a media altura, sin obligar al toro, pero la
descompuesta embestida acabó por desesperar al torero, que acabó abreviando
viendo las nulas opciones del animal. Con la espada estuvo más eficaz que
ortodoxo, lo que acabo por dividir al respetable una vez finalizada su
actuación.

No se quería ir andando Morante de la plaza, y mucho menos tras la tarde de
gran contenido que se estaba viendo. Salió por chiqueros un Zalduendo de poca
clase y de embestidas poco esperanzadoras. Dejó un ramillete de verónicas
bellas, barrocas, con aroma a toreo caro. Lo puso todo el torero, ante un toro
geniudo y con guasita, de movilidad a la defensiva y carente de calidad. Sacó
agua de un pozo vacío, tres series de toreo en redondo, mentón en el pecho,
muleta planchada y sutilidad en los toques, kirikikis, molinetes enroscándose
al toro en la cintura, todo con una aroma diferente, una obra medida que caló
en el respetable. La faena había tenido intensidad, Morante había apostado por
un animal remiso a irse detrás de los vuelos, pero la tarde tenía aroma de
acontecimiento y el de la Puebla hizo el esfuerzo. La estocada baja le privó
del doble trofeo.

 

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Corrida de la feria de la
Manzanilla. Lleno.

Siete toros de Zalduendo. Correctos de presentación y gran juego
en su conjunto. Noble y con la raza medida el sosito primero. De gran clase y
calidad el entregado segundo. Con bondad, temple y humillación el interesante
tercero. Arisco, de cara alta y nula entrega el deslucido cuarto. Bravo,
humillador y de tremenda entrega ‘Jorguín’, indultado. De entrega y gran
humillación el importante sexto. Con movilidad díscola y sin entrega el
correoso sobrero de regalo.

Morante de la Puebla (amaranto y
azabache):
 Ovación tras petición, división y oreja en el sobrero de regalo.

El Juli (sangre de toro y oro): Dos orejas y dos
orejas y rabo simbólicas

Andrés Roca Rey (verde botella y oro): Oreja y dos
orejas.

 

INCIDENCIAS

Se desmonteraron José María Soler en el quinto de la tarde y Juan José
Domínguez tras parear al sexto. El mayoral de Zalduendo salió en hombros junto
a El Juli y Roca Rey