PATIO DE NEGRITAS

Entre nietas y nietísimas


miércoles 17 mayo, 2017

Esto del toro cada día es menos alimenticio, así que cuando una quiere fichar en la salida de los quehaceres que pagan la hipoteca, en las barreras de la Monumental ya está todo el pescao vendido.

Esto del toro cada día es menos alimenticio, así que cuando una quiere fichar en la salida de los quehaceres que pagan la hipoteca, en las barreras de la Monumental ya está todo el pescao vendido.
NOELIA JIMÉNEZ
Se avecinaba tormenta pero ni los rayos se hicieron fuertes ni hubo centella alguna. Esto del toro cada día es menos alimenticio, así que cuando una quiere fichar en la salida de los quehaceres que pagan la hipoteca, en las barreras de la Monumental ya está todo el pescao vendido.
Yo quiero que vuelvan los tiempos de Carril. No había WiFi, ni casi existía Internet, pero las crónicas tenían su encanto y la vida esperaba agazapada al cobijo de una puerta grande. Lo comentaba con Germán San Nicasio, a quien debía tres o cuatro vinos por un cumpleaños reciente y una amistad verdadera. Germán escribe a la línea contraria y no se toca la coleta por no cortarse un pelo. Me apunta en la agenda que Pepe Moreda presenta el viernes novela y me pone en la mano un retrato de Castella pergeñado para aquel «Tinta y oro» que mutó antes de nacer. 
Creo que con Germán no he compartido merendola en el despacho carriliano. Allí conocí a la Rigalt, a quien echo en falta por el tendido preferente. De momento me conformo con ver el rostro de Zabala, siempre agazapado tras la melena regia de mi querida infanta. Doña Elena acompañó a su padre, don Juan Carlos, que se regaló la de Fuente Ymbro para celebrar la Primera Comunión de la infanta Sofía. Por menos antes se organizaba una corrida de jornada completa, pero ahora la Zarzuela anda más cerca de la estética vegana. 
Por Las Ventas nunca han pisado otras nietas que no sean Victoria Federica, salvo la nieta en superlativo, que vuelve por donde se fue para no perderse a su idolatrado Perera. A su lado, Nuria González, maestra en el arte de sentarse con camisa de lino sin perder una pizquita de apresto. Lo comprobé hace diez años y aún no me he repuesto del golpe que me produjo la envidia. 
Si el otro día vino la Obregón, hoy le ha tomado el relevo su antagonista, Dell’Atte. A veces creo que hay más casta en la barrera de la que sale por chiqueros en siete corridas de feria.