JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / Fotogalería: Luis
Sánchez-Olmedo
El hierro
santacolomeño de La Quinta abría, esta tarde, la feria más importante del
mundo: la de San Isidro de Madrid. A las siete en punto se abría el portón de
cuadrillas para que Alberto Aguilar, Javier Jiménez y David Galván hiciesen el
paseíllo frente a los cárdenos de Conradi. A punto estuvo de ser suspendido el festejo tras el tremendo aguacero caído minutos antes del inicio de la función. Por primera vez lidió completo el hierro santacolomeño en Madrid, pero no convenció una corrida que sólo dejó retazos en tercero y quinto; silenciado Aguilar, herido Galván y ovacionado Jiménez
«Orejita”
llevaba por nombre el primero de la tarde y el primero de la Feria de San
Isidro, un animal serio de La Quinta con el que se estiró con facilidad Alberto
Aguilar hasta los medios a la verónica. Temple tuvo el toro en la seda del
madrileño especialmente en tres lances que calaron. Cabeceando y con la cara arriba
le entró al caballo de Francisco Javier Sánchez. Largo lo dejó Aguilar en la
segunda puya, pero no dio el juego esperado el cárdeno. César del Puerto
inauguró con un gran par de máxima exposición los rehiletes del serial isidril,
saliendo con habilidad de la cara del toro. Lucas Benítez colocó el segundo par
y le cortó a Del Puerto en el tercer palitroque, lidiando Raúl Ruiz. Al natural
comenzó trasteo Aguilar, conectando con el tendido por ese lado ante un toro
que le repitió a zurdas. También lo hizo en la siguiente serie, pero no aguantó
ni una más y se aburrió el santacolomeño, incluso avisándole al torero por el
pitón derecho en una ocasión. Espada en mano, dejó Alberto un espadazo del que
tardó en caer y requirió de descabello. Silencio.
Cárdeno
claro era el segundo, «Presidiario”, número 8, cinqueño y con 505 kilos en la
tablilla. Muy serio por delante era el animal con el pitón vuelto al que
Galván le planteó el toreo capotero. Rehuía
el toro del caballo en todo momento y se hizo un calvario conseguir que el
picador pudiese ejecutar la serie. Le echó la cara arriba el toro a Miguel
Ángel Sánchez en su par y tampoco se lo puso fácil a Rafael Limón, llevándose
en la lidia muchos capotazos para intentar sujetarlo. Anduvo el toro sabiendo
lo que se dejaba atrás y buscando las zapatillas del gaditano mientras lo
muleteaba hasta que le echó mano, cogiéndolo por la corva y siendo rápidamente
a la enfermería inconsciente. Alberto Aguilar despachó a la prenda.
Toro
apretado y muy en Santa Coloma era el tercero de la tarde, que salió como una
bala y que se agarró bien al palo de Agustín Romero, apretando con la cara
arriba pero dejando una vara lucida el picador, siendo aplaudido por el tendido
en su viaje de vuelta. Un gran par dejó en primer lugar Abraham Neiro «El
Algabeño”, justificándose el tercero Isaac Galvín en su par y cerrando el
tercio de nuevo Neiro colocando un par aplaudido pero no conectando tanto como
en el anterior. El vendaval que se levantó cuando Jiménez le planteó el toreo
en redondo fue hándicap para que la ortodoxia en el toreo al natural brillase
en la muleta de Jiménez. Lo siguió intentando el joven de Espartinas al
natural, pero no conectó con el tendido a pesar de la buena condición del
animal. No le funcionaron los aceros. Silencio.
Cornipaso
también era el cuarto, un cárdeno oscuro bragado y corrido, «Gaditano” de
nombre, cinqueño de edad y con 539 kilos de peso. Juan Carlos Sánchez fue el
encargado de picar a un toro que salió huyendo en cuanto sintió por vez primera
su hierro. Le aguantó en la segunda vara después de los cabezazos del cárdeno
en el peto, tapándole la salida lícitamente puesto que su falta de empleo era
evidente. Raúl Ruiz se justificó en sus pares. Se le coló a Alberto Aguilar por
el derecho en el inicio de la faena y lo intentó por el izquierdo, donde tenía
más recorrido y humillación que en el otro. Ligó los naturales el madrileño por
ese lado con un toro cada vez más aburrido, menos metido en los chismes. A
pesar de llevar la cara por las nubes, lo intentó el torero a diestras sin
demasiado eco. Se alargó la labor con el acero. Silencio.
Corrió
turno Javier Jiménez y el sexto lo echó en quinto lugar, más asaltillado que
sus hermanos con una seriedad de pitones importante. El pánico sembró el toro
en el ruedo antes del tercio de varas, en el que el toro romaneó todo lo que
pudo defendiéndose con genio más que entregándose a la suerte. Lidió El
Algabeño al toro, entrando descaradamente al cuerpo mientras lo pasaportaba de
capa. Muchísima habilidad tuvo en su par Alejandro Sobrino, colocando un solo
par Isaac Galvín en la segunda entrada y cerrando el tercio Sobrino de nuevo
con solvencia. Muy bien se encajó al natural Jiménez en las dos primeras
series, respondiendo sorpresivamente –y tras el peligroso inicio de lidia que
tuvo- el de La Quinta por ese lado. El viento molestó en la segunda parte de la
faena, pero se impuso el joven torero por el lado zurdo para proseguir el
trasteo. Dejándosela en la cara y siempre por abajo fue el toreo del sevillano,
pero se diluyó la labor en el último tramo del trasteo con un animal ya
andarín. Mató de estocada atravesada y tendida. Ovación tras aviso.
Plaza
tenía el sexto de la tarde, que en el orden de lidia estaba establecido como
quinto pero como Jiménez corrió turno salió como cierraplaza. Bien entró a los puyazos el animal,
intentando en el tercio de banderillas colocar sin lucidez los palos los
hombres de plata. La primera tanda por el derecho del sevillano no tuvo conexión,
diluyéndose el trasteo frente a un toro que le metió bien la cara por el
derecho. Pasador sin transmisión fue el de La Quinta, con el que el joven
también se atascó con los aceros.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza
de toros de Las Ventas. Primera de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. Media plaza.
Seis
toros de La Quinta, aburrido tras las dos primeras series el abreplaza,
Alberto Aguilar, silencio, silencio en el que mató por Galván y silencio.
David Galván, herido.
Javier Jiménez, silencio, ovación tras aviso y silencio tras dos avisos.