JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGALERÍA:
LUIS SÁNCHEZ OLMEDO
Ángel Jiménez dio un golpe ayer en Madrid con
la novillada de Conde de Mayalde. En una actuación de peso y poso, el novillero
sevillano, tras casi dos años y medio sin vestirse de luces, cortó una
importantísima oreja en la primera plaza de toros de mundo. Se siente feliz por
haber conseguido el triunfo y también porque dos apoderados, José Luis Moreno y
Enrique Peña, se fijaran en él para relanzar su carrera novilleril. Hablamos
con el joven.
Supongo que las felicitaciones estarán siendo
muchas, pero ¿qué sacas en claro después de todo esto? ¿Cómo viviste la tarde
de ayer en Las Ventas?
La
verdad que lo he vivido con mucha ilusión. Llevaba tiempo esperando este día y
lo he intentado llevar lo más natural posible. Cuando ayer por la mañana llegué
a Madrid y paseaba por la plaza de toros, parecía que se venía todo encima… pero
viví el día con mucha ilusión. Desde por la mañana hasta que me quité el
vestido de torear, he demostrado lo que quiero, cómo siento el concepto del
toreo y qué es lo que quiero ser en el toreo.
Hubo novillos potables pero, entre inválidos
y deslucidos, no fue un encierro completo, ¿cómo fue tu lote y cómo te viste
frente a ellos?
El
primero fue un toro que salía muy cogido de fuerzas y lo protestaron bastante,
pero al final el novillo no se devolvió y se quedó en la plaza. Perdió las
manos un par de veces en el capote, intenté hacerle las cosas despacito, pero
le costaba trabajo al animal terminar las tandas. Me dejó dejar algo, a pesar
de todo, y fue mi primer contacto con la plaza. Intenté hacerle las cosas
despacito y que aquello fuese a más. En cuanto le apretabas un poco más, el
novillo se caía. Pero tuve buenas sensaciones.
Todo
rompió frente al segundo, en el que tenía mucha confianza. Ya en el patio de
cuadrillas confiaba y tenía buenas vibraciones en la tarde. Tuvo ese animal
cosas muy buenas. Fue exigente por el pitón izquierdo, por el que exigía mucha
colocación. Cuando no me quedaba bien colocado, te avisaba y así me vino la
voltereta. Pero estábamos en Madrid y había que apostar por ese lado también. Me
puse a torear y me expresé, que es lo que yo quería, que Madrid me viese cómo
siento el toreo.
No sé si conocías algo el hierro de Conde de
Mayalde. Es una novillada que no suele fallar año a año en la primera plaza del
mundo, ¿habías podido ir a tentar a esa casa y conoías algo el hierr?
Sí, dos
semanas antes estuvimos tentando. El tentadero salió muy bueno, con becerras
muy exigentes, con mucha clase y mucha transmisión. Tuve la suerte también de
ver la novillada y llevaba confianza en el encierro, sabía que tenían que
saltar algunos toros, algo que no es fácil.
Venías, creo, solamente con una novillada en
Almodóvar del Campo, ¿con qué te vas?
Al
final se suspendió Almodóvar. Venía solamente con un festival en Écija el año
pasado y la última vez que me vestí de luces fue en Valdemorillo en 2015. Me
acordaba, sobre todo, de los grandes maestros que llegaron a Madrid y se
vinieron arriba para arreglar en una tarde sus carreras. De eso me acordaba, de
poder mostrarme como era, quitándome miedo y tapujos de no haber toreado. Yo
soy esto y esto es lo que sé hacer y lo que siento. Creo que cuando se pone
sinceridad y verdad a todo el mundo le llega.
Le doy
las gracias también a la empresa de Madrid por confiar en mí para torear en
esta plaza, a la que espero volver pronto. También muy agradecido a la empresa
de Sevilla, que me anunció el próximo día 29 de junio en La Maestranza.
Y además dando razones a un apoderado que lo
ha sido tanto en el toreo como José Luis Moreno y a otro que es Enrique Peña al
que, por cierto, le salió bien el domingo: Pepe Moral triunfó en Sevilla y tú
triunfaste en Madrid.
Imagínate.
Enrique estuvo muy preocupado por los dos compromisos que tenía. Él se tuvo que
quedar en Sevilla para acompañar a Pepe Moral y para estar en su cuadra. A mí
me acompañó el maestro José Luis Moreno. Los días previos y el mismo día fueron
maravillosos. Para mí era un sueño que desde niño siempre tenía: poder pisar
Madrid para poder mostrarme con sinceridad y verdad. Esa plaza se lo merece. Con
sus defectos y virtudes, me mostró sinceridad. Conforme vayan pasando los años
se irá profundizando en el toreo, pero estoy muy contento por tener a las
personas que tengo a mi lado. Cada día aprendo algo nuevo. Yo le cuento cosas
que él ya ha vivido, y él me va aconsejando y adelantándose a cosas. Me está
aportando mucho tanto en lo profesional como en lo personal. Mis apoderados son
dos grandísimas personas.