MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA:
LUIS SÁNCHEZ OLMEDO
Tras la infumable novillada de ayer, Madrid volvía a acudir
a la plaza en la tarde de este domingo para acoger una nueva novillada picada
más que hacía segunda de la miniferia de la Comunidad de Madrid. Se lidiaban
animales de Dolores Aguirre frente a los que hacían el paseíllo Miguel Maestro,
Javier Marín y Fernando Flores.
El primero de Dolores buscó la gatera desde que salió y se revolvió sin entrega en las verónicas del saludo inconcluso de Miguel Maestro. A la puerta fue el novillo en varas y allí lo colocaron ante el disgusto del tendido. Por abajo se dobló Maestro con el animal, de huida hacia adelante pero emotivo y repetidor mientras tuvo zanahoria en el morro. Esa se la puso la apuesta de Miguel, que se quedó quieto aguantando pasadas con más entrega que gobierno, con algún natural estimable y brevedad cuando se le fue el geniecito que lo hacía arrancar. Horrible fue la estocada para escuchar silencio.
Le caminó bien para atrás Javier Marín al segundo en las verónicas genuflexas del saludo, bien rematado con una revolera y muy jaleado en el tendido. Acudió abajo el de Dolores al peto, y metió el riñón con más genio que fijeza. Pero sólo tuvo inercia el utrero, muy complicado de pulsar porque la humillación le permitía colocar la cara cuando venía con metros pero no pasaba del embroque cuando había que ir a buscarlo. Lo hizo con decisión Marín después de esa serie inicial en la que vio el tendido lo que quería ver, y con oficio para andar por la cara, pero faltó en el trasteo el toreo fundamental que no tenía dentro el de Dolores. Un final por manoletinas y una estocada trasera precedieron a una ovación tras petición.
Al tercero le faltó presencia pese a que la altura y la largura le daban romana. Desentendido de telas, manseó con descaro en los primeros tercios. Arreón en banderillas como los novillos de media casta, viniendo en línea recta y saliendo del revés del cite. Quiso ponerse para torear Flores desde el principio, ofreciendo distancias para buscar la inercia, y logró conducir larga la huida del de Dolores en una vibrante serie con la diestra. Ahí estaba el secreto, aunque se venciera el animal, quisiese irse tras cada embroque y hubiese que ganarle el paso. Muy quieto siempre Flores, supo encajarse y conducir las arrancadas, y hasta dejar alguna trincherilla pese a la falta de clase del animal, que terminó sacando embestidas largas y humillados al rascarse el fondo. Pero pinchó el extremeño, escuchó un aviso y allí se quedó la oreja. Ovación.
También el colorao cuarto fue protestado por poco armónico, con una cabecita muy pequeña para el corpachón que llevó en viaje corto y pensando cada arrancada al capote de Maestro. Con el cartucho del pescao inició Miguel la faena de muleta, asentado con la zurda para despachar embestidas sucias y caras sueltas confiando en toque y vuelo. Buscó la media distancia para ayudar al colorao y hasta logró dejar una serie de gobierno y autoridad con la mano diestra antes de irse a por la espada. Hubo firmeza a zurdos, más que limpieza con un utrero que nunca se deslizó pese a su intención de tomarla. Pinchó, además, Maestro, y el silencio no le hizo justicia.
El quinto, mejor presentado, fue el que más se empleó en varas, metiendo riñón en el jaco y recargando con poder. Ya con la muleta, anduvo firme, seguro y con oficio, Javier Marín, que hizo un esfuerzo para dejar muletazos de mucho mérito con la mano izquierda, tragando vencidas sin un mohín ni un paso atrás. Alargó la faena el navarro y el tendido se lo recriminó injustamente, dado lo firme de su actitud. Mató de estocada tendida y escuchó silencio.
El sexto, recogido y de escaso perfil, le dejó a Fernando Flores embestidas informales en el saludo a la verónica, y se las pegó el extremeño pese a que no hubo dos arrancadas iguales. Y se lo demostró en la muleta, cuando no quiso concluir la serie de distancia y medios que propuso el extremeño para comenzar. Mucha porfía sin opción la que puso en la lidia Flores, que vio cómo se lo echaba a los lomos el utrero cuando le quiso conquistar el terreno. Siempre con él el animal, se negó a pasar y tuvo que justificarse en cercanías el chaval. Un metisaca fulminante dejó el final en silencio.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Segunda de la miniferia de la
Comunidad de Madrid. Novillada con picadores. Un cuarto de entrada.
Seis novillos de Dolores
Aguirre, emotivo y repetidor el mansurrón primero, que duró poco, emotivo con inercia y sin pasar cuando no la había el segundo, manso repetidor y humillado el tercero, atolondrado y de cara suelta pero repetidor el colorao cuarto, zorrón y vencido el geniudo pero repetidor quinto, informal y díscolo el deslucido sexto.
Miguel Maestro, silencio y silencio.
Javier Marín, ovación y silencio.
Fernando Flores, ovación y silencio.