Peñajara, el emblemático hierro de Casta Jijona que ahora está en manos del ganadero y empresario toledano Antonio Rubio, pasa por un momento de asentamiento dentro de la cabaña de bravo. Tras su compra a José Rufino en 2016, no ha dejado de subir escalones y sueña con poder volver a las plazas más importantes, y una de ellas, la de Madrid, podría llegar en este mismo 2022. No hace muchos años, Peñajara acudía casi con asiduidad a plazas de gran relevancia, lo que le hacía estar en boca de aficionados, empresas y toreros. Ahora, poco a poco va tomándole el pulso a un circuito en el que meter la cabeza no se antoja fácil.
Una ganadero que tiene claro el rumbo que debe tomar su ganadería: «Hemos llevado con resiliencia y aguante estos dos años, manteniendo las 172 vacas de vientre que teníamos antes de que llegase la pandemia; tenemos fe en el mañana», indica Rubio. Un hierro que apronta esta temporada con ilusión, más si cabe tras los buenos resultados de un 2021 que lo dejó colocado en una situación ventajosa respecto a otras divisas. Sabe que tienen una joya genética en casa, un baluarte que procede de la casta Jijona, algo que debe proteger para que no se pierda un trozo de historia genética.
La variedad de pelajes, una seña de identidad en Peñajara
Lo primero que llama la atención al llegar a cualquiera de sus dos fincas es la variedad de pelos que se dan en sus animales. Los hay negros, mulatos, castaños, colorados, ensabanados, burracos, salpicados e incluso sardos y salineros. Una amalgama de pelajes que gustan mucho en los aficionados: son astados voluminosos, con caras serias pero bien colocadas. El de Peñajara es un toro con trapío, pero que poco a poco se ha ido amoldando a lo que se exige en la plaza. Un animal que vale para cualquier coso, eso sí, respetando su fenotipo.
Para esta temporada, la camada se compone de cuarenta toros de sacar para su lidia en corridas, además de alguna novillada con picadores: «Nuestro momento creo que es bueno; los toros están hablando en la plaza con su comportamiento, me estoy llevando premios muy importantes para la ganadería y estoy satisfecho», señala Antonio Rubio en declaraciones a Cultoro.
De 2016 en que compra Peñajara a ahora «la evolución ha sido enorme y muy positiva». «Estoy muy contento con la ganadería, Es un gran hierro, y gracias a Dios está funcionando muy bien. Los toros, ya con la alimentación nueva, están muy bien y sanitariamente también se ha mejorado mucho para obtener un rendimiento muy bueno en la plaza», se congratula Rubio, que posee las fincas en las cercanías de la localidad cacereña de Peraleda de la Mata.
«El mayor problema que me encontré al tomar la ganadería fue sanitaria y alimentariamente, y eso gracias al equipo de veterinarios y a mi criterio de alimentación se ha solventado, ya que tenemos molino propio y hemos ido obteniendo resultados favorables durante estos años», añade el ganadero de Peñajara.
La vuelta a Madrid de Peñajara
La vuelta a Madrid del hierro supone un antes y un después en la vida ganadera de Antonio Rubio: «Madrid, para mí, significa un reto muy importante. Hay que tener en cuenta que Peñajara es la única ganadería que se ha llevado el premio a la mejor corrida sin haber cortado ningún apéndice ninguno de los toreros. Fíjate la responsabilidad que es», indica sobre un festejo que se desarrolló hace tres lustros en la primera plaza del mundo. «Aquella fue una corrida muy representativa de lo que es Peñajara, y aquel día no tuvieron suerte los toreros, pero se llevó el premio a la mejor corrida del abono», añade.
El 2022 de este hierro
Vuelve por tanto Peñajara al circuito: quiere consolidar su posición y dar el salto a las plazas de mayor relevancia. Madrid le espera y ahora que da que salga el toro y ponga a cada uno en su sitio. Antonio Rubio sabe con que cartas juega esta partida y se siente confiado por el trabajo realizado. Los frutos se verán este año, una temporada en la que el despegue de la histórica divisa es imparable.
FOTOS: IVI MARTÍN – CHEMA URUEÑA