LA MÉXICO

Oreja para Silveti y gloria sin pelo al toreo de Fermín Rivera


sábado 10 diciembre, 2016

Fermín Rivera pone el toreo más caro y Diego Silveti pasea la única oreja de un festejo en el que a El Payo le faltaron toros

Fermín Rivera pone el toreo más caro y Diego Silveti pasea la única oreja de un festejo en el que a El Payo le faltaron toros

MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: PLAZA MÉXICO

Una corrida de toros de Santa María de Xalpa sustituía esta
noche a la titular de Barralva en la primera corrida de toros de la Feria
Guadalupana en la Monumental plaza de toros México. Hacían el paseíllo El Payo,
Diego Silveti y Fermín Rivera, sustituyendo éste al lesionado Andrés Roca Rey. Con un minuto de aplausos en memoria del fallecido Manuel Espinosa ‘Armillita’ rompió el paseíllo.

Con tremenda limpieza y suavidad lanceó Fermín Rivera a la verónica al toro de La Joya que abrió plaza, al que remató con una garbosa media que levantó los primeros olés de la tarde en la capital mexicana. Aún le quedó repertorio al potosino en las vueltas azules de su percal para dejar cuatro delantales y una larga en el brillante quite tras el tercio de varas. Tuvo sabor y mucho sentido el torero inicio en doblones genuflexos, donde ya le sacó cierta aspereza el de La Joya, que comenzó a pensarse las arrancada antes de concluir esa primera toma de contacto. Y a la distancia se fue Fermín para darle inercia a una arrancada que no terminaba de ser limpia. Tuvo paciencia el mexicano y no se aburrió de ofrecerle el medio pecho, de conquistarle el terreno y de consetirle cuando vio que venía a menos, todo con la muleta abajo, el pico al suelo, el cáncamo recto y la pureza como principal bastión. Fue creciendo en la distancia corta, asentado en las plantas y generoso en el esfuerzo por ofrecer más que exigir. Muy sólido Rivera, siempre sincero en su forma de interpretar. Pero pinchó varias veces y con una salida al tercio concluyó el primer acto.

El jabonero segundo lució su imponente estampa con la cara por abajo en el capote de El Payo, que le echó el pecho adelante y le durmió la arrancada encendida y en un palmo, en un alarde de oficio, para brillar en el saludo al segundo, primero del bien presentado encierro parladeño de Santa María de Xalpa. Pero quiso más que pudo el feble toro en la muleta, y la buena condición que se le atisbaba en los ademanes y la humillación no lució por su falta de físico para mantenerse en pie. Aún así tiró El Payo de media altura y de composición para rayar a buen nivel a pesar de la falta de enemigo. La estocada corta precedió a las palmas al esfuerzo.

Cornidelantero y pelotudo en el morrillo salió el tercero, también jabonero y también humillador, con algo más de ritmo a la hora de embestir el percal de Diego Silveti, fácil y con mucha solvencia en las verónicas del saludo. Por gaoneras quitó el mexicano tras la suerte de varras, animoso más que brillante, con el toro sacando cierto disparo hasta la revolera del remate. Le costó mucho al jabonero irse detrás de la tela ya desde el inicio muletero, inconcluso por la renuencia del animal. Tiró de oficio y de capacidad en la cara Diego, que guardó la ropa con la embestida poco clara del jabonero de negro pitón, que se quedó bajo la tela y dejó miradas hacia adentro que precedían a las probaturas antes de arrancar. Complicado el de Santa María de Xalpa, que se quedó corto, se venció y lo puso difícil para embarcar, mucho más para confiarse con él. Terminó doblándose con él por la cara y dejando una estocada con habilidad antes de escuchar silencio.

Bajo y reunido el cuarto de la tarde, salió suelto y volvió del revés en los lances de recibo de Fermín Rivera, más asentados que brillantes por la falta de entrega de un animal que evidenció su falta de fuerza antes de que concluyese el saludo del potosino. Bien dibujadas las chicuelinas del quite, las tomó informal y sin ritmo el melocotón de Santa María de Xalpa. Y tampoco este fue franco a la hora de tomar la franela. Se asentó Fermín, ofreció tela y compuso figura ante las pasadas de cara suelta y alta del frenturo animal. Soso, sin entrega y sin alma, fue arrancándose el melocotón informal y sin sal a la sarga de un Rivera profesional y firme que siempre buscó la forma más pura de andarle por delante a la deslucida condición. Al ver que no mejoraba el comportamiento del toro, le buscó las orejas con oficio y lo mató sin más. Silencio.

Incierto, suelto, muy frío salió el quinto a la arena, también melocotón, también más que correcto en su presencia, pero también evidenciando una falta de raza alarmante en el capote con el que no pudo estirarse siquiera El Payo. Trató Octavio de hacerle el toreo a un animal que obedeció a la tela, pero que tuvo en ello su única virtud. Soso, deslucido y con la cara por arriba, no fue materia prima adecuada para armar una faena brillante. Optó El Payo por abreviar y ahorrar el tedio al tendido. 

Al cornalón castaño que cerró plaza supo Silveti caminarle para atrás para fomentarle el ritmo para cerrar el saludo con una media de cierta gracia. A la espalda se echó el capote en el centro del ruedo Diego para soplarle saltilleras de más artificio que ajuste, pero que surtieron su efecto en el tendido, que rugió al cambiarle los viajes. Saludaron Ángel González y Héctor García tras cumplimentar un espectacular tercio de banderillas. Muy quieto se quedó en los péndulos del inicio, en el mismo centro del ruedo, dejando llegar de muy largo las dos espabiladeras que lucía el castaño y bajando la mano luego en el toreo al natural que interpretó sin solución de continuidad. Le faltó fijeza al toro, lo que le restó continuidad a la faena, pero no intensidad, Esa se la restó su pronta intención de buscar las tablas y desentenderse de la muleta. Allí, al hilo de las tablas, le buscó Silveti la faena, aprovechando su huída hacia adelante para robarle muletazos con cierto buen aire. Esforzado el mexicano en el toreo de remates, el único que le permitía el animal, supo llegar al tendido con facilidad. Lo mató con una estocada en la suerte de recibir para pasear la única oreja de la tarde.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros Monumental de México. Primera de la Feria
Guadalupana. Corrida de toros.

Cinco toros de Santa
María de Xalpa
y uno de La Joya (primero), bien presentados y serios. De cierta obediencia muy a menos el primero; de escasa condición y raza el jabonero segundo; probón y exigente el complicado tercero; deslucido, soso y sin fondo el melocotón cuarto; soso y desrazado el quinto; manso y renuente el cornalón y descarado sexto.

Fermín Rivera (salmón y oro): ovación tras aviso y silencio tras aviso.

Octavio García «El
Payo” (tabaco y oro):
palmas y silencio. 

Diego Silveti (blanco y plata): silencio tras aviso y oreja.