EMILIO TRIGO
Llegaba
en esta tarde a la Feria del Pilar la presencia de Enrique Ponce, que cerraba
temporada en Zaragoza. Le seguían en suerte Cayetano Rivera y Alberto López
Simón frente a un encierro con el hierro de Juan Pedro Domecq. A las seis
arrancaba el paseíllo.
Bien
hecho el primero de la tarde al que Ponce recibió con empaque pero desde el
principio se observó que el astado estaba justo de poder. Se tambaleó varias
veces y levantó las lógicas protestas. Se mimó en varas un toro de muy buena
condición aunque no de fuerzas. Tras el simulacro del piquero llegó al último
tercio sin vida. Ni una tanda aguantó después del único tanteo. Un auténtico
marmolillo, y nada que hacer. Estocada
arriba.
A
portagayola se fue Cayetano a por su oponente que salió como un obús. Rivera
formó un lío con el capote en un saludo muy personal. Bravo resultó el toraco
de 606 kg en el caballo con dos entradas fuertes. La primera derribó y la
segunda metió riñones. Con este hubo competencia de quites Cayetano a la
verónica, templadísimas. Y López Simón por chicuelinas ajustadas. El menor de
los Ordoñez mostró lo que ha hecho hasta ahora, ofrecer muchísima raza y
entrega. Una entrega que no escatima esfuerzos y que llena de elegancia.
Cayetano muy metido en su idea de reivindicaste para quitarse de encima otros
cuestionaros de la gran masa, estuvo siempre al límite de exposición. Comenzó
de rodillas entregando el pecho y continúo de la misma forma toda su
contundente faena. Ligó por ambos y se explayó en descararse de forma muy
torera. Todo lo hizo de alta nota pero la espada no quiso entrar hasta el
tercer intento. Rotunda ovación ante un manejable a menos.
Se
sintió a la verónica Alberto ante el tercero. Astado de menos cuajo de los tres
hasta ese momento. López echó los vuelos con cadencia en el manejo. Tampoco se
le apretó en varas. Simón tuvo un antagonista con cierta movilidad que embestía
con la cara a media altura. El tercero miraba más de la cuenta sin que le
importara al madrileno que se fajó con él. Simón presentaba la muleta con todo
su brazo hacia delante y con un toque fuerte, algo que quebrantaba la acometida
del desrazado. Demasiados toques fuertes de Alberto para tan poco poder. El
quehacer de Simón fue el prototipo de su personalidad, quietud, ligazón y
mando. Con esos ingredientes López formó lo suficiente para ver como Zaragoza
se entregaba su toreo vertical. Estocada efectiva y oreja.
Bien
hecho el cuarto, un ‘Colorao’ ojo perdiz que salió sueltecito de chiqueros. El
maestro le instrumentó un bello saludo a la verónica. Lo de varas fue un puro
trámite. Ponce brindó a su cuadrilla. El catedrático del toreo hundió los
cimientos de Zaragoza con una obra Cum Laude. Extraordinario toro de Juan Pedro
Domecq que en manos del
maestro
aún pareció mejor. Enrique toreó a placer, acariciando cada una de sus nobles
embestidas con un temple y compostura sólo al alcance de un torero de historia.
Le ponía la muleta para que, si o sí, el astado la tomará con gran entrega en
una labor interminable por ejemplar y sentida. Ponce plasmó el toreo soñado e
hizo masticarlo en cada cartel de toros. La muleta del catedrático se convirtió
en una gubia como cualquier imaginero tallando su obra. Elegancia suprema con
muñecas dulces. La historia marcaba un rabo pero la espada se atascó en un nudo
cual madera que atasca el pincel. Três pinchazos y apoteósica vuelta al ruedo.
También vuelta al Domecq.
El
quinto fue un tiro soso, bajo de raza que acusó algo en la vista en las
distancias cortas. Cayetano muy metido
le puso la transmisión que le faltó a su oponente. Rivera plasmó la torería de
sus genes con una personalidad arrolladora. Se empeñó en torearlo con ligazón y
se la jugó en cada muletazo puesto que el Juan Pedro se quedaba debajo a mitad
del viaje. El quinto avisó varias veces pero el de Ronda afianzado en el albero
no se amilanó. Otra importante versión de
Cayetano que además de torear con
argumentos mostró el factor sorpresa para muchos desconocidos. Dos
pinchazos y estocada. Palmas.
El
sexto fue un toro altón de tremenda badana aunque sin embargo de manos cortas.
Voluminoso astado que cerró el festejo y que llegó al último tercio con una
embestida cansina. López Simón cuajó una importante faena por capacidad y
firmeza donde supo estructurar muy bien su labor que fue siempre de gran
intensidad. Un Simón muy asentado marcó su valor y técnica ante uno que se dejó
pero al que le puso todo el madrileno. La espada no funcionó. Ovación tras
aviso.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza
de toros de La Misericordia, Zaragoza. Cuarta de la Feria del Pilar. Corrida de
toros. Lleno.
Seis
toros de Juan Pedro Domecq.
Enrique Ponce, ovación y vuelta al ruedo.
Cayetano Rivera, ovación y silencio.
Alberto López Simón, oreja y silencio.