JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO
Acogía
la plaza de toros de Albacete para su séptimo festejo de Feria una corrida de
toros con el hierro de Alcurrucén y con tres toreros importantísimos en la
temporada por su juventud y por sus méritos en la primera plaza del mundo:
David Mora, Paco Ureña y Rubén Pinar. Un encierro de Alcurrucén era la materia
prima ganadera para la ocasión.
«Clarinete”
llevaba por nombre el primero de la tarde, que salió por toriles con la
frialdad clásica del encaste Núñez. Trasero fue el primer puyazo de Mario
Herrero con el toro echando la cara arriba. Suelto salió en los muletazos de
tanteo de David Mora, centrándose en la primera serie a diestras. Se fue
viniendo a menos a partir de ese momento un toro aplomado en las manos de un
impotente Mora, que sólo pudo justificarse ante tan deslucido animal. Mató con
habilidad para ser silenciado.
«Llarín”
era el colorado, bragado y meano segundo de Alcurrucén, al que sólo pudo
dejarle tres verónicas pulcras Paco Ureña de salida. El toro no tuvo buenas
sensaciones en los dos siguientes tercios, debiendo imponerse Paco a su
condición en un inicio de faena clave. Brindó ésta al ganadero Samuel Flores,
que se encontraba en una barrera. Con medias embestidas fue el de Alcurrucén en
la muleta llena de verdad de Ureña, que se empeñó en cruzarse al natural y sacarle
a la falta de entrega del toro algunos momentos aislados por la izquierda. Sacó
agua el murciano de un animal con poco fondo, sacándole también derechazos
profundos a un toro que no se entregó en ningún momento. Encontró hueso en los
dos primeros encuentros con la espada para meterla a la tercera y escuchar
palmas.
«Fatigado”
llevaba por nombre el tercero, que de salida tuvo un comportamiento similar al
de sus hermanos y en el capote de Rubén Pinar bajó la cara, mostrándose pulcro
el de Tobarra en los lances. Galleó por chicuelinas para llevar el toro al
caballo, recibiendo un leve puyazo y, con el toro crudo, quitando por
hieráticas chicuelinas el tobarreño. A pies juntos comenzó labor para ir
mimando la condición de un buen toro al menos en ese prólogo. Dejándole la
muleta siempre en la cara y con sentido del temple fue la primera tanda a
diestras. Colocando la cara de forma humilladora fue el toro de Alcurrucén, al
que Pinar fue cuajando paulatinamente y convenciendo a los tendidos. Con
sentido de la lidia, aprovechando la media distancia para echarle la muleta en
todo el hocico al de Alcurrucén. Mostró, además, firmeza cuando toreó al
natural, transmitiendo su toreo al tendido con la ligazón. Mató de estoconazo
un punto perpendicular que requirió de descabello para pasear dos orejones con
muchísima fuerza.
Montado
arriba y encampanado era el cuarto cuando salió, toro que se mostró frío en los
primeros tercios e incluso reacio a entrar al caballo de Pedro Calvo, metiendo
la cara en el peto tarde y mal. Brusco fue en el inicio de faena el animal,
frenado en la embestida y sin ningún tipo de lucimiento. En un momento
peligroso, el animal hizo por David, volteándolo de forma feísima y, a pesar de
que quiso mantener la aparente normalidad, por dentro llevaba la procesión
dolorosa el torero madrileño. Lo elevó un metro el toro y la costalada fue
monumental. Entró a matar Mora y, tras caer el de Alcurrucén, pasó a la
enfermería.
Más
fino era el quinto, al que cogió de forma perfecta en la vara Pedro Iturralde,
siendo aplaudido por el tendido por su puyazo. Al maestro Dámaso brindó el
toro: «Sería un pecado pasar por Albacete y no brindarle un toro a Dámaso
González”. Importante fue el inicio de faena por estatuarios, enrabietado el
torero y dejando un buenísimo pase de pecho cantado por el público. Se impuso
Paco a la condición del animal a base de dulzura en sus formas: tenía
continuidad el toro pero iba a menos su viaje. Con la cara alta fue el toro
durante todo el trasteo, quedándose prácticamente en la hombrera del torero
murciano ante su entrega. Se lo hizo llegar cerca en el epílogo muleteril, muy
seguro siempre el torero. Se fue diluyendo el trasteo tras su actuación con la
espada. Ovación.
El
sexto no se definió en los primeros tercios, costándole un mundo acudir al
caballo que montaba Agustín Moreno. No terminó de romper el toro en la muleta
del torero albaceteño, que porfió en todo momento ante un animal andandito,
embistiendo con la cara alta y no posibilitando el lucimiento. Pero sacó raza y
gallardía el de Tobarra, que cuajó gracias a su propia voluntad a un toro que
en ningún momento se prestó. Tras la estocada, cortó oreja.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Albacete. Séptima de la Feria de Los
Llanos. Corrida de toros.
Seis toros de Alcurrucén, aplomado y a menos el primero, deslucido el mal segundo,
David Mora, silencio y palmas mientras iba a la enfermería.
Paco Ureña, palmas tras aviso y ovación.
Rubén Pinar, dos orejas y oreja.