EMMA GORJÓN
Así se ha debido sentir Alejandro Marcos, cuando se abrió de nuevo la Puerta Grande de su plaza, La Glorieta. Como si soñara despierto. Dicen que cuando uno lucha por un sueño al final lo consigue, y ese ha sido el claro ejemplo de Alejandro Marcos esta tarde, a pesar de no ser su mejor año. La novillada fue larga para los tendidos, hubo de todo. Los tres novilleros nos enseñaron a los aficionados su disposición, entrega y valor pero la tarde no fue redonda para todos.
Alejandro Marcos sabía que jugaba en su campo así que no
dudó en salir a por todas y recibió de rodillas al primer novillo, donde tuvo
un pequeño susto que solventó con un quite para evitar la cogida. Brindó el
toro a su compañero, David Salvador. Siguió con pases por alto a pies juntos
ganándose al público salmantino. Continuó con tandas de derechazos a pesar de
que el novillo no le dejaba avanzar. A pesar de las ganas que demostró se
apagaron por su mala suerte con la espada. Con el cuarto la suerte cambió y
Alejandro alcanzó la gloria. Realizó una gran faena ante un novillo que gozaba
de nobleza. Realizó buenas tandas de naturales y derechazos hondos rematando en
circular. Al final lo consiguió y se ganó las dos orejas.
David Salvador también toreaba en casa y dejó detalles
bonitos ante un novillo sin opciones. El joven no paró de intentarlo pero lo
emborronó con la espada a pesar de ello la afición premió su entrega con una
ovación. Parecía que la suerte no estaba de su parte y con su segundo no cautivó. Realizó una buena
tanda de derechazos y siguió por bernardinas. Los enganchones eran continuos.
Falló en los aceros y tras dos avisos fue ovacionado.
Llegó el joven Toñete a estrenarse en la Glorieta. El
madrileño salió con ilusión y entrega. No tuvo suerte con su lote pero sí se
ganó los aplausos salmantinos con sus tandas de derechazos y sus cambios de
mano. No remató bien y se llevó el silencio. Lo mismo le sucedió en el quinto,
a pesar de brindarle el toro a su ganadero fetiche Rafa Cruz, no le dio suerte.
No pudo con el animal y realizó una faena breve, el novillo huía a las tablas y
falló en la espada repitiendo el silencio del tendido. Alejandro jugó en casa y
ganó el partido. Aprendiendo con ello que nunca se debe dejar de luchar por
todo aquello que se anhela.