MADRID

La capacidad de Pérez Mota toca pelo y el gusto de Nazaré se estrella


domingo 11 septiembre, 2016

El encierro de San Martín no terminó de romper entre el gusto entregado de Paulita, la técnica inteligente de Pérez Mota y el arrojo sin premio de Antonio Nazaré

El encierro de San Martín no terminó de romper entre el gusto entregado de Paulita, la técnica inteligente de Pérez Mota y el arrojo sin premio de Antonio Nazaré

MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA:
LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

Paulita,
Pérez Mota y Antonio Nazaré buscaban en la tarde de este domingo de septiembre
una mota de esperanza a sus carreras en la primera plaza del mundo. Un encierro
singular del hierro de San Martín saltaba a la primera plaza del mundo.

Muy
justo en la fuerza y desentendido en la intención salió el primero, un toraco
cabezón y despegado del suelo que humilló los embroques y echó la cara arriba
en los finales, augurando la falta de fuerza que se acusó tras los dos puyazos,
por muy medidos que fueran. Afanoso y paciente anduvo Paulita con la muleta,
más poderoso que suave en el inicio, se mostró descompuesto tras los embroques
el de San Martín, soltando la cara con evidente falta de raza. Logró algún
pasaje interesante el Maño, que tuvo firmeza y aseo en la labor, pero una
estocada trasera, tendida y caída dejó la actuación en silencio.

Más
estrecho de sienes era el alto segundo, que se deslizó con más clase en el
pitón izquierdo que ritmo en la embestida en el capote solvente de Pérez Mota.
Empujó en el penco, campaneando con poder dentro de su fuerza justa. Y ese
defecto fue el que acusó el toro en la muleta, porque quiso rebozarse sin poder
hacerlo, Manuel lo vio y lo apretó antes de tiempo pensando que le duraría más.
Pero no. Por eso lo alivió después a diestras, le aplicó tiempos y se puso con
la zurda para torear despacio y llegar al tendido lo que le permitiese el
caminar mortecino que se le quedó al de San Martín. Una estocada entrando con
fe, que necesitó del descabello, le dio para saludar una ovación tras aviso.

Fue
protestado el tercero por ser el único de los tres lidiados hasta ese momento
en hechuras de Santa Coloma, y como tal se fue al capote de Nazaré con la
arrancada encendida, la revuelta pensándoselo mucho y el embroque rebañón pero fijo,
todo propio de este encaste. Duro fue el castigo en varas. Serio Antonio en el
inicio, ganando el paso con suavidad. Y en dos series con la diestra embarcando
muy adelante y vaciando con un muñecazo para conseguir un tranco más. Pero se
vino a menos el trasteo entre la renuencia del toro, de poca duración, y el
esfuerzo del sevillano por lograr un triunfo muy necesario. Una estocada
trasera no dio para pasar del silencio.

El
cuarto, más bajo y espectacular de capa, con remate y kilos de más, acusó la
carga blandiendo el el capote de Paulita y perdiendo las manos tras emplearse
en el penco. Detrás de la mata esperó siempre en banderillas, y así continuó
midiendo en un trasteo firme y sólido de Paulita, que consintió parones,
reservas y destemples del cárdeno. Tragó tela y expuso el Maño sin eco en los
tendidos, que no percibieron el peligro del de San Martín. Mató de pinchazo y
estocada y escuchó silencio.

El
quinto lucía dos leños impresionantes coronando la cara de niño, y se desplazó
con cierta largura en el capote que manejó genuflexo Pérez Mota, pero ya en el
remate hizo por salir con la cara por las nubes. Firme fue el inicio, rodilla
flexionada, de Manuel, acompañó embestidas bien compuesto en las primeras
series para afianzar a un animal escaso de fuelle. Tuvo también el mérito el
gaditano de acoplarse a la lentitud sosa del toro en la embestida, pero le
faltó transmisión al astado para llegar con fuerza al tendido. Muy de frente al
natural, le perdió pasos para fomentarle el ritmo, le templó las arrancadas y
le vació los finales con mando hasta que se acabó la gasolina del animal. A
matar o morir fue la estocada, llevándose una voltereta espectacular y un
palizón antes de pasear una oreja.

Acochinado
y regordío salió el sexto, de seria expresión y mucha informalidad en la
embestida, porque tomaba bien una verónica de Nazaré y salía desentendido en la
siguiente. Derribó con facilidad al caballo y tuvo que tomar en la puerta la
segunda vara. Le dio distancia Antonio desde los medios y lo inició con la mano
izquierda, trazando muy despacito, pero claudicó el animal antes del remate. Al
natural continuó el sevillano, ofreciendo trapo como si lo fuera a tomar y
componiendo cómo si fuera bueno, pero se cargó la intención del torero la
tremenda y feble sosería del gordo de San Martín. Porfió, aún así, Nazaré, que
le puso gusto a cuanto le hizo, ofreció el pecho y se puso siempre para torear,
pero le faltó enemigo al de Dos Hermanas. Lo mató con solvencia, pero no pasó
del silencio.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Corrida de toros dominical. Menos de un cuarto de entrada, unas 5000 personas en los tendidos.  

Seis toros de San
Martín, obediente pero de cara suelta y descompuesto el deslucido primero, 
con cierta calidad mitigado por la escasa raza el segundo,  con seriedad en la embestida y poca duración el tercero, reservón y medidor el exigente cuarto con peligro, con cierta fijeza y embestida muy lenta el soso quinto, sin raza ni transmisión el flojo sexto. 

Paulita, silencio y silencio. 

Pérez Mota, ovación y oreja. 

Antonio Nazaré, silencio y silencio.