César Rincón llenó y triunfó. Cómo tantas y tantas veces a lo largo de carrera, el diestro colombiano cautivó al público de Lorca con un coloquio magistral, estremecedor, cálido, alegre, ejemplar. César Rincón, el César del Toreo. El César de Madrid y del mundo. El dueño de la Puerta Grande de Madrid, seis veces salió izado en hombros, paseado por la gloria del cielo de Madrid. “Todas son diferentes y no podría decir cuál prefiero. La primera fue la más importante porque supuso un antes y un después en la carrera y la vida. Luego enlacé tres más consecutivas y fue un hecho histórico. Todas fueron mágicas. Y la quinta, en 1995, en un momento que me hacía mucha falta. En mi vida Madrid ha sido un santo y seña, y he tenido que pasar un examen todos los años; y había algunos, como el de la faena a Bastonito, la tarde impresionante, en que la temporada no cuajaba, y tenía que volver a Madrid para obtener crédito otra vez…; Luego llegó la culminación, con una nueva salida a hombros, la sexta” recordó el gran diestro colombiano.
Conducido por el periodista Iñigo Crespo, el torero dio una lección de humanidad. “En la vida no todo es plata, ovaciones y gloria, la vida es sacrificio, honestidad, pureza”, reflexionó. “Lo he pasado muy mal en mi vida, he tenido momentos muy duros en mi infancia, en mi juventud y cuando atravesé la hepatitis. Los toros me ayudaron a salir adelante. Cuando he querido tener cinco centivitos más de felicidad y de vida, Dios me lo ha concedido”.
Dos horas de coloquio, un auditorio entregado a un torero de torero. Aquellas faenas citando al toro de lado a lado de la plaza. Emociones fuertes. César Rincón, un placer. Francia, Sevilla, Pamplona, toda América Latina. Feudos todos de César Rincón,
Se habló de su ganadería, El Torreón. De la actualidad de la tauromaquia, del día a día y de la situación tan preocupante de los toros en Colombia. “Todos los días recibimos ataques por ejercer nuestra libertad. Atacar la fiesta se ha convertido en algo políticamente correcto. Hasta hace pocos años los políticos iban a los toros, era algo importante. Hoy soy un criminal. Se ha traspapelado todo. Solo se me ocurre definirlo de una manera, hipocresía”, explicó un César Rincón que se mostró desde su llegada a Lorca tan cercano, tan transparente, tan grande. Lorca fue más de Rincón que nunca.