JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO
De
dulce lo de Talavante. Su momento, su madurez, su saber estar e incluso su
forma de desencantarse. Todo para enamorar al aficionado. Hoy una melodía de
rodillas dejó clara en Cuenca que el techo que anhela es para aves de élite, que el cielo que está rozando sólo los
privilegiados de la historia lo han alcanzado, que el momento de su vida está
alegrando cada plaza donde pisa.
Y toreó
de rodillas como lo soñó erguido hace diez años, como lo intentó entre
enganchones ya de hinojos hace un lustro y como lo siente con los ojos a la
altura de los de la muerte en el momento que atraviesa. Porque el Alejandro de
hace una década no es el mismo que el aficionado vio hace cinco años ni el que
hoy vio salirlo a hombros: es mejor que ayer en Málaga y peor que mañana en Almería.
A pesar de que exija la baja presencia del toro que salió hoy por chiqueros. A
pesar de que Cuenca merece «zalduendos” pero no chicos y a pesar de que la
importancia de una gran Feria radica en la presencia del rey de la Fiesta. Y no
es de Maximino la culpa, oiga…
Que no
es de agrado hablar de esto cuando Teruel nos demostró que lo que aquí se juega
no es un rasguño. Que tampoco es de
agrado hablar de medio toro cuando la evolución del espectáculo moderno no va
por esa lid sino por la de la emoción triunfal pero con materia. Y se
jugará el bofe Alejandro también en Almería. Y hará maravillas ante el medio
toro que exigen los de arriba cuando de verdad la clave para el agrado de todos
está en no exigir lo que se está lidiando.
Ese cuarto, en el que Alejandro se
murió toreando de rodillas, fue claro exponente de la lógica evolución de su
toreo. Porque lo llevó toreado en redondo de tal forma que parecía de
caballero erguido su estampa. Y fue clave darle tiempos para dulcificar la
melodía que estaba escribiendo de rodillas. A más la conexión. A más la
emoción. A menos un toro sin presencia digna del toreo de Alejandro. Antes, en
el segundo, quiso y pudo poniendo por ambas manos sabor, pero fue por la
diestra por donde hincó el mentón y trazó con la naturalidad que no le repitió
por el izquierdo el animalito. Y en las
espantosas manoletinas finales dejó claro que no anda con tonterías.
Lo
demostró también la porfía voluntariosa de Morante en sus dos toros. Pocas torea esta
temporada y quiere que el agrado tape la desidia de otros años. Por eso los
ayudados al «Transparente» abreplaza fueron a media altura
para no partir como otras veces al animal.
Y le aguantó a José Antonio la nobleza para sacar temple en las dos primeras
tandas a diestras. Dos muletazos a ralentí y los molinetes finales pusieron
el despojo en mano. Como también se lo paseó al flojo cuarto, que otro día hubiese sido carne de machete
en segundos. Pero hoy era día de agrado, de amabilidad, de saber estar por
la plaza y por esas 5000 glorias abonadas que Maximino mantiene en su batalla.
Y batalleó populachero Morante a los tendidos de sol para arrancarle una más.
También lo demostró el ansia de Simón, al que la cabeza ya
le funciona por sí sola y sólo tuvo el defecto en Cuenca de no darle tiempos a
su segundo. Estuvo éste a punto de costarle un disgusto cuando, por circulares,
vio presa el de Zalduendo el tabaco y oro de Alberto y lo enganchó para buscar
la carne que por fortuna no encontró. Y
se repuso tras las tandas entregadas de inicio y, posterior al percance, hacer
caso al corazón y pegarse a las lentejuelas la misma muerte. La estocada le
puso el pase a hombros junto a sus compañeros. Fue su actitud frente al tercero
pulcritud conectadora hasta que, de nuevo, un infernal final terminó por
convencer de que la segunda oreja la merecía el joven. Pero la espada se
encargó de quitarle la idea a los pañuelos.
Antes, el
infierno lo convirtió en melodía un Talavante de rodillas. Qué bonito hubiese
sido, Alejandro, exigiendo el toro que merece la afición de Cuenca. Por los 5000 padres, los 5000 hijos y los 5000
espíritus que se ha currado el tío Maximino desde ayer, para hoy y por el
mañana de una Feria con futuro.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Cuenca. Cuarta de la Feria de San Julián.
Corrida de toros. Tres cuartos de entrada.
Seis toros deZalduendo. Con nobleza el primero, noblón y con fijeza también el
segundo,a menos siempre el chico tercero, flojo y de un viaje
siempre a menos y más corto el cuarto, también chico pero noblón el quinto y
bravucón a menos el sexto.
Morante de la Puebla (tórtola y oro): oreja y oreja.
Alejandro Talavante (nazareno y oro): oreja y dos orejas.
López Simón (tabaco y plata): oreja y oreja.
FOTOS: JULIO PALENCIA