Cuando el reloj de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla marcaba ayer las seis y media en punto de la tarde, José Garrido, Joaquín Galdós y Alfonso Cadaval trenzaban el paseíllo en el primer festejo del ciclo continuado. Cuando los primeros rayos de sol iluminaron a la terna y dejaron brillar el oro de sus trajes hubo algo que llamó la atención a los aficionados más curiosos: el traje de luces que lucía Alfonso Cadaval, un terno que a muchos nos resultaba familiar.
De todos es sabida la buena relación existente entre Alfonso Cadaval y Pablo Aguado, dos toreros sevillanos que mantienen una estrecha amistad. Pues bien, esa amistad llega hasta tal punto que uno de ellos tuvo un precioso detalle con el otro. Para Alfonso era una tarde muy especial, volvía a su plaza tras no hacerlo desde antes de la pandemia, y Pablo tuvo el gran detalle de prestarle uno de sus trajes más especiales, un azul azafata y oro que ya se puso en plazas como San Sebastián y con el que realizó una las faenas más importantes de su carrera.
Los trajes de torear son la piel de los toreros, esa con la que se desnudan ante el toro y dejan fluir el toreo que llevan dentro. Algo que consideran su segunda piel y no es fácil que se desprendan de ella. Ayer era una tarde importantísima para Alfonso, y Aguado quiso tener un detalle con un amigo que este no olvidará en su vida. A Aguado le hacía especial ilusión que uno de sus mejores amigos luciera un traje suyo en la Maestranza, por lo que puso a disposición de Alfonso una amalgama de trajes para que eligiera el que más le gustase. Finalmente la elección fue este Azul azafata, un traje muy sevillano que lució en una tarde en la que pudo cortar una oreja..
En el toreo todos los detalles tienen su importancia y este no iba a ser menos. Un traje de luces que le ha traído suerte a un Aguado que había triunfado en varias ocasiones este precioso terno, ese que se enfundó Cadaval en una tarde crucial para su carrera y con el que también logró triunfar. Pese a tener tres trajes más en el armario el detalle de Aguado le hizo tanta ilusión que no se lo pensó dos veces a la hora de aceptar la proposición de un Aguado que desde hace tiempo es uno más de su familia.
Son detalles que parecen insignificantes pero que llevan una gran carga emotiva detrás. Se ha visto a toreros que han lucido trajes de compañeros, pero pocas veces uno que tenga tan pocas puestas y que ande en activo, un traje que Aguado seguirá luciendo en su temporada pero que ayer cubrió otra piel, esa no fue otra que la de un Alfonso Cadaval que vestido con el traje de un amigo consiguió dar ese paso adelante que tanto necesitaba. Este es el secreto que guardaba la tarde de ayer en Sevilla, ese que no se le pasó a aquellos aficionados que están pendientes de todos los detalles.