El pasado domingo, a modo de prólogo de la Feria de Abril, La Maestranza abrió sus puertas a seis toreros sevillanos. Un toro para cada uno, una sola carta a jugar. Paco Lama de Góngora jugó la suya con total determinación, fiel a sí mismo, y si al final el premio- la condición de toro no permitió más- se quedó en una cerrada ovación del público y el reconocimiento de profesionales y crítica, quedó en todos el deseo de volver a verlo.
Y es que Lama de Góngora, con el paso del tiempo, ha ido decantando su tauromaquia sin perder su base artística hacia una solidez técnica que le permite afrontar cualquier reto. Y los números, que a veces sí sirven, lo refrendan: sus cinco corridas toreadas antes de Sevilla, una a finales de la temporada 2021, en Castillo de las Guardas, y las otras en Guillena, Sanlúcar la Mayor, Cantillana y Cantalejo, se cuentan por triunfos rotundos. Plazas menores, sí, pero que constatan que es torero a tener (muy) en cuenta.
Hablamos con Lama de Góngora días después de su paso por La Maestranza, entre tentadero y tentadero.
¿Has reflexionado sobre tu tarde del domingo, tus sensaciones?
Después de cuatro día ya he analizado todo lo que pasó, desde antes hasta después de la corrida, también durante, y la conclusión es muy positiva, pese a que artísticamente no haya podido tener mejor resultado, porque cuando un toro se para es imposible, pero tanto en lo personal como en lo artístico me ha hecho crecer. Y, sobre todo, volver a sentir el calor y el respaldo de Sevilla es muy importante para mi. Sigo recibiendo mensajes de compañeros, de figuras del toreo y de muchos aficionados que me ratifican en mis sensaciones positivas y me gratifican e impulsan para lo que esté por venir.
Si es cierto que conforme pasan los días la percepción de lo ocurrido va cambiando. Hice el paseillo con el hatillo cargado de ilusiones, de esperanzas, con el bagaje de seis puertas grandes seguidas en las corridas anteriores en otras plazas, y que todo eso se pudiera refrendar nada menos que en La Maestranza. Y algo de ello pudo salir con el capote y en ciertos momento de la faena, pero en ese momento te queda un regusto de cierta tristeza por no haber podido dar veinte pases de verdad a un toro que respondiera, pero es que por no tener no tuvo ni peligro. Luego ya ves que todo, salvo el momento del tercio de varas con el derribo del caballo, tuvo buen orden, que con la muleta me puse en el sitio, lo maté bien…Eso, pese a la tristeza por las pocas opciones, un solo toro y en Sevilla, cuando pasan los días y lo analizas con serenidad ya lo ves distinto y la verdad es que estoy orgulloso de lo conseguido y con la certeza de que el año que viene vamos a volver a La Maestranza.
El año que viene o esta misma temporada, si la ocasión se tercia.
Sí, claro, por supuesto. Ojalá que no le pase nada a ningún compañero, por supuesto, Y también porqué no, que el empresario apueste por dar toros en otras fechas de la ya anunciadas o recuperando otras que fueron fijas en la temporada de Sevilla. Estaremos preparados para ello.
¿Podemos decir y pruebas hay de ello que, aunque parezca contradictorio, estamos ante un Lama de Góngora tan asentado en su concepto como en perpetua búsqueda?
Exactamente. Ahora mismo me veo como un torero mucho más amplio, con más registros, capaz de sacar partido a toros a los que antes no acababa de ver. Más asentado en el concepto de lo que realmente me llena y me hace feliz ante el toro, con las ideas muy claras y, como ha sucedido en todas esas tardes mencionadas, sentir el toreo, dejar un poco de lado la técnica, olvidarme de armar un algoritmo que se traduzca en orejas. Toreo para sentir, eso es lo que el aficionado quiere ver de mi y por lo que me visto de luces. Y estoy convencido que conforme avance la temporada en cada corrida van a poder ver ese crecimiento. No pudo ser como deseaba en La Maestranza, esa es la rabia que tengo, el toro sólo lo permitió con el capote, pero todo llegará.
Por cierto, la espada también está funcionando. Y eso suma.
Llevo desde el primer toro de la Copa Chenel de la temporada pasada sin pinchar un solo toro, ni siquiera en el campo. Me encuentro muy seguro con la espada, sigo buscando mejorar aún más. Lo que antes era un hándicap para redondear lo que hacía ahora sirve para redondear. Me pasa también con el capote, lo veo muy claro, me sirven más toros. Si confían en mi los empresarios es el momento de seguir toreando porque es así como se va a poder ver ese crecimiento profesional.
Ese es el reto, en tu caso pero también en el de otros compañeros, que lo que se hace en el ruedo tenga recompensa en forma de más contratos. ¿En algún momento flaquea la ilusión o por el contario supone un acicate?.
Cada vez que toreo lo tomo como una oportunidad para que se siga contando conmigo. Nada de desilusión si eso tarda en llegar, al contrario, un estímulo para seguir luchando, para seguir creciendo. De Sevilla me queda la sensación agridulce de no haber podido hacer más por la condición del toro pero me reconforta la reacción tanto en la plaza como después de los medios y los aficionados. Quizás en otro momento, viendo como iba la lidia, cuando se le quedó a José Chacón debajo del cuerpo o en el intento de quite de Ángel Jiménez, me hubiera venido un poco abajo, pero ahora al contrario y afronté la faena con espíritu, con ambición, sin perder la esperanza de que el toro pudiera responder. No fue así pero quedó patente esa determinación.
El paso por Sevilla, en cuanto a lo tangible, no es un punto de inflexión como tal. Pero en tu interior ¿qué supone, qué puede suponer?. Y, en otro aspecto ¿qué repercusión esperas en forma de contratos?
Ya te comentaba que me ha servido y mucho para seguir creciendo, personal y profesionalmente.
En cuanto a lo otro, tengo la esperanza, casi certeza, de que mi teléfono va a sonar. Para el mes que viene y los otros, antes de la corrida que tengo firmada en agosto, si no cada semana sí cada dos semanas estar toreando. Además voy a estar a caballo entre España y América y siempre con la vista puesta en confirmar alternativa en Madrid, que ahora sí, por todo, ya es el momento. Me siento en plenitud, estoy deseándolo y puede ser que esté más cerca que nunca.