MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA:
JUAN LUIS LÓPEZ
Arrancaba un año más la Feria de San Sebastián, inmersa ya
en su Semana Grande, en un abono que iniciaba con la corrida de Fuente Ymbro en
la que hacían acto de presencia Diego Urdiales, Paco Ureña y Joselito Adame. Un
llenazo hasta la bandera mostraban los tendidos del coso donostiarra.
Apenas un par de retazos de torería en dos verónicas y media le permitió a Urdiales el primero y su tendencia a salir suelto. Con delantales lo quitó luego el riojano con gustosa media, entre picotazo y picotazo en varas para que quedase ahormado. Por gaoneras muy ceñidas replicó Paco Ureña, que le puso raza, además, a su intervención. Con magistral torería inició Diego genuflexo, con mucha suavidad para no quebrantar la feble condición del Fuente Ymbro. No arrancó franco nunca y buscó meter la cara entre las manos y llegar dormidito e informal, haciéndose el alipendi en ocasiones a la hora de llegar a los embroques, que siempre le dio Diego bien de frente. Sensacional fue la propuesta del riojano de puntas adelante y pecho encima; supo esperar la llegada, trazarle a diestras y conducirle la largura con suprema torería, pero fue con la mano izquierda cuando se descargó sobre los riñones, se entregó del todo y desmayó la figura con la mano templada y la muñeca de goma. Inmenso Urdiales. A menos el toro, con la cara natural en el epílogo y defendiéndose ya del que anduvo por encima. Algo más de media estocada tendida bastó para pasear la primera oreja tras aviso.
Muy por encima del segundo anduvo un Paco Ureña que nunca perdió la colocación. Supo encajarse en los riñones para trazar, a pesar de lo soso y sin calidad de la embestida del funo, espeso y cada vez más dormilón. Puso en la mesa Paco su profundidad incluso cuando no lo merecía el de Fuente Ymbro, y siempre propuso para torear. Exprimió con entrega y con raza las arrancadas y trazó con mucha pureza al natural para llegar al tendido, pero el pinchazo previo -en el que le tapó la salida el toro- al topetazo en la rodilla con el animal en el segundo encuentro le privó de tocar pelo. Silencio tras aviso.
Con mucha solvencia le ganó el paso Joselito Adame al castaño tercero con el capote, siempre dejándose caer hacia adelante, siempre encajado. Igual que Urdiales en el quite por chicuelinas que correó Illumbe por su puereza. Torero fue el inicio genuflexo de Joselito, suave y con imperioso poder para echar hacia adelante al castaño, que tenía movilidad, mucha más que clase. Repitió el animal incansable, con fijeza y con celo en el trapo para que lo despachase con muchísima solvencia el mexicano. Tuvo largura el toreo cuando le echó la mano abajo porque la tuvo Turulato, que vio cómo le sacaban el trapo por debajo de la pala sin una protesta en el ritmo o en el final. Hubo que perderle pasos al final, porque la cogió tarde con la mano izquierda, y ya no fue la arrancada tan franca, precisando de la ayuda de una muleta de tremendo oficio. En el centro del ruedo intentó la suerte suprema, y al encuentro dejó una estocada contraria y atravesada que no impidió que cortase una oreja.
Poderoso en la estampa era el cuarto, que se desplazó con más brío que entrega en los lances que le enjaretó Urdiales y de los que salió suelto. Flojo el animal, se protestó con vehemencia desde el tendido. Incierto el toro al llegar al embroque, lo sobó Diego por abajo hasta que decidió entregarse y fue entonces cuando el animal lo volteó con fuerza al venírsele por dentro por el pitón derecho. Desmadejado pero muy firme volvió Urdiales a la cara para dejarle el trapo muy largo, someterlo con serenidad y tragarle los avisos. Se orientó el animal y tuvo mérito la valerosa lidia que le propuso Diego antes de intentar la estocada. Algo más de media atravesada bastó para pasaportar al funo. Ovación.
Abría más la cara el quinto, más vareado de carnes y con cara de niño. A ese supo sacárselo Ureña a punta de capote hasta los medios, sin pegarle un capotazo hasta la media en el centro del platillo, en un detalle de viveza mental del murciano. Con mucha soltura quitó Adame en su turno, por chicuelinas limpias. Mucha suavidad le dio Paco en el inicio a la falta de fuerza y de recorrido del Fuente Ymbro, que tuvo la obediencia para obedecer a las líneas que planteaba el torero. La cara a media altura, la embestida dulzona sin clase y la falta de emoción que tuvo que paliar Ureña poniéndole mucho a cada trazo. Se creyó mucho lo que interpretó en el ruedo el murciano, y supo bajar la mano sin que se aplomase el animal, lo que no fue poco. Solvente y metido, le cruzó la línea con la mano izquierda para que se viese qué clase de torero es. Y algún natural logró extraerle antes de dar por terminada la labor. Una estocada desprendida terminó con el castaño. Ovación.
A pies juntos recibió con el capote Joselito Adame la rebrincada arrancada del sexto, con las manos por delante y la cara muy suelta, augurando la fuerza muy justa. En la muleta fue una prenda el animal. Ya de inicio se le vino al pecho en los estatuarios, y fue la faena una búsqueda constante de teclas de las que no quiso saber nada el de Fuente Ymbro. Reponedor y a menos, llegó un momento en el que no quiso pasar del embroque en el primer muletazo de tanda, y sólo cuando se lo tragaba se metía en el vuelo. Pero, entretanto, ponía en serios apuros los muslos del mexicano. Firme Adame con él, no tuvo, sin embargo, la opción de torear entre la lidia. Con una estocada desprendida se acabó la historia. Silencio.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Illumbe, San Sebastián. Primera de abono. Casi lleno en los tendidos.
Toros de Fuente
Ymbro, bien presentados. Obediente pero exigente el manejable primero a menos; soso y sin finales el segundo; bravo, repetidor y humillado el buen tercero; informal y a la caza el incierto cuarto; docilón de media altura a menos el vareado quinto; reponedor, orientado y sin pasar la prenda sexta.
Diego Urdiales (pizarra y oro): oreja tras aviso y ovación.
Paco Ureña (purísima y oro): silencio tras aviso y ovación.
Joselito Adame (celeste y azabache): oreja y silencio.