MONT DE MARSAN

De nuevo Manzanares


jueves 21 julio, 2016

El alicantino desorejó a un gran segundo de una buena corrida de Cuvillo; Ponce y Dufau pasearon una oreja cada uno por el mal uso de los aceros después de dos grandes faenas

El alicantino desorejó a un gran segundo de una buena corrida de Cuvillo; Ponce y Dufau pasearon una oreja cada uno por el mal uso de los aceros después de dos grandes faenas

TEXTO Y FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ

La segunda de la Feria de la Magdalena de Mont de Marsan acogía
esta tarde de jueves el coso galo, en el que reaparecía tras una cornada el
torero francés Thomas Dufau. Enrique Ponce y José María Manzanares eran sus
compañeros de cartel ante un encierro de Núñez del Cuvillo.

Con un ramillete de verónicas cadenciosas saludó Enrique Ponce al primer Cuvillo, que no andaba sobrado de raza y pudo acusar el exceso en el castigo en varas. Brindó a María Sara el de Chiva y sólo pudo dejarle algunos muletazos de muy buena fábrica, dada la falta de humillación y de clase del animal. Con lo poco que tenía, el oficio de Ponce fue lo más destacado. Tras un pinchazo y una estocada, escuchó palmas. 

Muy templado anduvo Manzanares para mecer con mucha suavidad a la verónica la calidad del segundo, rematando con una larga muy torera dejándole la punta del capote al Cuvillo, que cumplió en el penco en una buena vara de Chocolate. Mostró bravura, además, el animal, que embistió repitiendo en un quite por chicuelinas de Dufau. Supo darle pausa y mimo Josemari al de Cuvillo, viendo la calidad que atesoraba, para ir metiéndose en la profundidad del trazo y en el alma en la muleta, en una faena que confirma su actual momento y su condición de figura. Tuvo contenido el trasteo por ambos pitones, rematando con un estocadón de libro para pasear las dos orejas.

A portagayola se fue Thomas Dufau a recibir al tercero, para soplarle después verónicas y chciuelinas en un saludo muy variado que enseñaba sus ganas de triunfar. El toro cumplió con bravura en el caballo, antes de un quitazo por chicuelinas de Ponce y la respuesta del titular. Con un péndulo muy quieto inició el francés un faenón, tal vez la faena más importante de su carrera. Tuvo temple y personalidad ante un toro con mucha clase que fue a más. Respetó con serenidad las pausas y las distancias, tuvo asiento, aplomo y alma, pero le falló el acero, y los dos pinchazos previos a la estocada le dejaron el premio en una oreja que pudo haber sido incluso un rabo. El toro, además, mereeció los honores de la vuelta al ruedo.

Noble e interesante fue el cuarto de la tarde, con el que Ponce estuvo en maestro sin olvidar nunca la raza. Fue exigente el de Cuvillo, que necesitaba la distancia y la altura adecuadas. Lo entendió muy bien Enrique para hacerlo romper cada vez a más en un momento de conjunción con la música en la canción Amor de hombre. Vivió una simbiosis con el torero la plaza francesa, que despertó, sin embargo, cuando marró el valenciano con el acero su sublime interpretación. Aún así, paseó Ponce una oreja como premio a una obra de tremenda belleza.

Al quinto, que derrochaba nobleza, le faltó transmisión para que la faena de Manzanares pudiese romper. Le puso mucho el alicantino para estar por encima de su oponente y lucir sobre todo con la mano izquierda. Sin embargo, no alcanzó lo expuesto para hacer que se fuese el toro para adelante con chispa y todo quedó en una ovación tras la estocada.

El sexto fue un toro bravo y, por tanto, exigente, al que Dufau recibió con una larga cambiada de rodillas en el tercio, para luego mecerlo con empaque y con sentimiento a la verónica. Con la muleta buscó siempre el triunfo con mucha raza, haciendo las cosas bien y con muletazos de muy buena concepción, pero, aunque se pidió la oreja tras la estocada, no atendió el palco la petición y quedó el premio en ovación.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Mont de Marsan, Francia. Segunda de la Feria de La
Magdalena. Corrida de toros. Lleno.

Seis toros de Núñez
del Cuvillo
, de correcta presentación. Sin raza ni humillación el desclasado primero; con calidad y clase el gran segundo; bravo y de mucha clase el extraordinario tercero, premiado con la vuelta al ruedo; noble pero exigente el agradecido cuarto; noble pero sin raza ni transmisión el quinto; bravo y exigente el sexto.

Enrique Ponce (celeste y oro): palmas y oreja.

José María
Manzanares (sangre de toro y oro):
dos orejas y ovación.

Thomas Dufau (marino y oro): oreja y ovación.