MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO
Un minuto de silencio guardaba la plaza de Madrid al romper
el paseíllo en recuerdo de Víctor Barrio. Con la montera calada, David de
Miranda, y sin ella, Aitor Darío «El Gallo” y Jesús Martínez. Un encierro
de Carriquiri era la materia prima para la ocasión. Todos los actuantes y
quienes componían el paseíllo lo hicieron destocados, con un silencio sepulcral
en la plaza hasta que un grito de ¡Torero! Hizo que la plaza prorrumpiera en
una ovación que se prolongó medio minuto. Así expresaba Madrid su dolor por un
torero que se doctoró en este mismo ruedo.
Una pintura era el colorao primero de Carriquiri, frío y
desentendido en la salida pero humillando los embroques en el capote de David
de Miranda. Garboso y asentado fue el quite del onubense por tafalleras, con
una revolera por remate. Al tendido y al cielo brindó David para comenzar por
estatuarios una faena que sólo en la media altura de la segunda tanda mantuvo
el interés. Luego fue todo porfía, búsqueda de colocación y pasaporte de
embestidas a cuentagotas, sin repetición y, por tanto, sin ligazón. Digno el
chaval hasta el goyetazo de la rúbrica. Silencio tras aviso.
El segundo era un toro para cualquier plaza de segunda,
aunque abrochado de cuerna, y le humilló las arrancadas al Gallo para que le
dejase verónicas mejor embarcadas que encajadas. Mejor en el galleó por
chicuelinas pata colocar al toro en la segunda vara, muy jaleado por el
tendido. Muchos altibajos tuvo una labor brindada también al cielo. Con la
zurda empezó Aitor, dado lo tardo del animal por el pitón derecho. Medía
altura, línea recta y acople en un principio, más metido después, con algún
natural estimable, pero empeñado en rematar por el pitón derecho para que se
parase el de Carriquiri. Logró romperlo también a diestras y hasta ligarle
alguna serie, pero se le vio con la lógica bisoñez de quien torea poco. Un
pinchazo y una estocada precedieron a la ovación tras petición de oreja.
Muy suelto quedó el tercero por su tendencia y por el poco
oficio con que se vio con él a Jesús Martínez en el saludo, a pesar de que
siempre que tomó la tela en los primeros tercios lo hizo desplazándose con
calidad y por abajo. Muy verde el chaval con la muleta, no acertando casi nunca
con las distancias y los terrenos y apretando los dientes cada vez que pasaba
un animal que tuvo fondo de calidad y la raza muy justa. Tampoco el chaval lo
hizo desarrollar, y bastante tuvo con despachar las embestidas cuando acertaba
con el sitio. Un espadazo en el rincón precedió a la ovación de sus
partidarios.
También el cuarto salió suelto y desentendido, incluso
cuando se fue Miranda a saludarlo a los medios, convirtiendo el recibo en la
colocación al penco, que ya ocupaba su sitio en la plaza. De nuevo muy vertical
pasó David por ambos pitones al animal en el inicio, y pronto le cantó el pitón
izquierdo, por donde lucía una aprovechable humillación y largura en la
embestida. Lo quiso explotar el onubense, pero le faltó decisión, colocación y
fe para macizar las tandas. Y más teniendo en cuenta que se doctora en menos de
un mes. Pinchó en primera instancia y la estocada posterior dio paso a una
ovación.
Al quinto le faltó ritmo en el saludo, pero tuvo empuje en
la humillación al capote de El Gallo en un recibo más voluntarioso que limpio.
Listo anduvo el manchego en el inicio de doblones por abajo. Y al manejar la
sarga con la zurda con buen aire hasta que se perdió el trasteo en un cite sin
arrancada. Levantó Aitor la labor con la mano diestra, pasando por abajo con
mucha voluntad la obediente arrancada que siempre tuvo un punto de aspereza.
Una estocada hasta las cintas posibilitó el paseo de una oreja.
El castaño que cerró plaza tenía cuajo de toro rematado y
una humillación codiciosa y boyante que aprovechó como pudo Jesús Martínez para
dejarle alguna verónica con más raza que sapiencia. Más templadas resultaron
las verónicas del quite, mejor compuesto que trazado. Sobresaliente fue el quite
de David de Miranda con el capote a la espalda y una pasmosa serenidad. También
la tuvo Jesús en un templado inicio por bajo, con doblones de gusto ante la
noble e importante embestida del animal. Pero tanta entrega tuvo el castaño que
se paró pronto, y solo una serie con la mano diestra y un final de gusto pudo
dejar un novillero nuevo, mejor compuesto que profundo. Un pinchazo y una
estocada fueron el preludio de la vuelta al ruedo tras aviso.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Novillada con caballos estival. Un cuarto de plaza.
Seis novillos de Carriquiri, soso, sin maldad ni raza el bello colorao primero, de buen pitón izquierdo el segundo, de buena condición y raza justa el tercero, manejable aunque soso el castaño cuarto, de áspera obediencia el manejable quinto, noble, humillado y con tanta entrega como poca duración el toro sexto.
David de Miranda, silencio tras aviso y ovación.
Aitor Darío «El Gallo”, ovación y oreja.
Jesús Martínez, ovación y vuelta.