JAVIER
FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ
Acogía
este miércoles la Feria del Toro la segunda de abono, su tradicional corrida de
rejones en la que los tendidos mostraban otra gran entrada. Un encierro de
Capea hacía acto de presencia para que Pablo Hermoso de Mendoza, Roberto
Armendáriz y Leonardo Hernández hiciesen a las seis y media en punto el
paseíllo.
Con
Napoleón recibió Pablo Hermoso de Mendoza al primero de la tarde, con el que ya
de salida dejó grandes detalles doblando el caballo por ambos lados. Fue con
Berlín con el que dejó en terrenos de sol varias hermosinas que gustaron a sus
paisanos. A lomos de ese caballo le dejó cambios de pista que terminaron por
enamorar a sus paisanos ante la tranquilidad de su concepto pausado. A lomos de
Beluga le llegó a terrenos comprometidísimos, pues se ciñó Pablo al máximo e
incluso hubo un momento de emoción al perder los cuartos traseros el animal. En
corto logró entrar de nuevo con la conexión al tendido Hermoso, que ovacionó
fuertemente a Beluga en su despedida. Con Pirata terminó la lidia el rejoneador
ante un animal que se movió y tuvo buen son hasta el final: clavó en sus lomos
tres banderillas cortas con el jaco azteca para hacerle el teléfono a pesar de
los derrotes que soltaba el animal. Rejón de muerte en mano, dejó una suerte
suprema brillante, el toro cayó fulminado y se le concedieron dos apéndices.
«Ignorado”
de nombre y de 583 kilos lucía el segundo, número 45, con el que Leonardo
Hernández clavó un rejón de castigo ante la frialdad del animal. El caballo
negro lusitano Calimocho –nieto de Cagancho- fue el encargado del prólogo de la
faena, dejando dos banderillas con buen son. Atacó desde el principio a lomos
de Sol, un caballo con el hierro de Peralta con el que ya dejó varios
desplantes ante un animal que proseguía con el tranco noblón aunque a menos y
sin rebozarse en las monturas de Hernández. Corbetas dejó en el epílogo de la
faena, para clavar al violín las cortas, dejar dos rosas y un rejonazo con suma
seguridad. Cayó a la primera el toro. Dos orejas.
Fría
fue la actuación de Armendáriz frente al tercero de salida, un toro que salió
trastabillado tras clavarle el primer rejón y que, sobre todo tras el preludio
con Hermoso y Leonardo paseando dos orejas a primero y segundo, era complicada
la superación. Con Ranchero, hijo de Cagancho, comenzó su labor Roberto en
banderillas, para dejar especialmente un par al quiebro que fue todo delicia
del tendido. Del hierro de Ortigao Costa era Prometido, con el que prosiguió su
faena el rejoneador. Más mérito, con un solo estribo que no fue impedimento
para que el navarro prosiguiese en su empeño por triunfar ante sus compañeros.
A mejor fue el trasteo en el siguiente compás y con Duende, un tordo con el
hierro de la casa, finalizó su labor, pero los pinchazos y el medio rejón,
además del uso del descabello, ensuciaron la labor del paisano.
Más
violento de salida era el cuarto, un animal que, como sus dos hermanos
anteriores, se mostró frío de salida. Marcando el paso perfectamente en la
hermosina en el inicio de faena, gustándose en los cambios de pista el estellés
a lomos de Disparate, dejó su impronta Hermoso en plenitud. Cerquísima fueron
las piruetas del final de la lidia, en terrenos del tercio de sol, dándole el
pecho al animal en todo momento y sonsacando las bravas embestidas del toro de
Capea, un toro de excepcional tranco y extraordinaria humillación. Sacó de
nuevo a Pirata para clavar las banderillas cortas y un rejonazo final con el
que el toro cayó fulminado en una muerte espectacular. Dos orejas con petición
de rabo y vuelta al ruedo al toro de Capea.
Leonardo
recibió al quinto a lomos de Estoque, con el que se le fue la mano abajo en el
primer rejonazo. Fue un toro al que debió ir lidiando paulatinamente por su
condición noblona pero a menos, algo que vio perfectamente cuando le colocó dos
pares a lomos de Amatista. Fue una faena en la que mostró su gran momento ante
el de San Pelayo –el único del encierro con ese hierro-, que tuvo calidad y fue
bueno, con nobleza, aunque a menos. Lo comprobó Hernández a lomos de Xarope a
partir de mitad de la faena. Las banderillas cortas en cercanías extremas, las
rosas que gustaron al tendido y los teléfonos finales que también calaron
fueron epílogo perfecto. Metió el rejón, pero enfrió la respuesta del público
que el toro tardase en caer.
Con
Malibú recibió al cierraplaza Roberto Armendáriz, un toro de nombre «Botijero
II”, con 580 kilos de peso y con el hierro de Capea. Ganas en todo momento
demostró Armendáriz, que tuvo gusto para enlazarle varios pares con emoción.
Con el joven castaño Farruco, del hierro de Hermoso de Mendoza, finalizó su
labor el navarro para dejar en el tercio un palo ante la brusquedad de un toro
que siguió el caballo y, en un tropiezo, a punto estuvo de arrollar a jinete y
animal. El fallo con los aceros le impidió tocar pelo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza
de toros de Pamplona. Segunda de la Feria del Toro. Corrida de rejones.
Seis
toros de Capea, de vuelta al ruedo el bravo cuarto.
Pablo Hermoso de Mendoza, dos orejas y dos orejas.
Leonardo Hernández, dos orejas y palmas.
Roberto Armendáriz, silencio y palmas.