El torero madrileño, en un estado de madurez tremendo, valoraba su actuación frente a la corrida de Samuel Flores, una de las más espectaculares de todo el ciclo de San Isidro. «El toro tenía pocas opciones y de salida embistió como si tuviera problemas de vista. Luego se paró… Se engallaba mucho y se montaba mucho adelante. Un toro incómodo, la verdad», explicaba el madrileño.
«Una tarde dura, la verdad. Los toros sacando peligro, viniendo a media altura… Siempre buscando el toque seco, y luego tener que pasar por esa arboladura a la hora de matar. Pienso que Dios me ha echado una mano para que no tuviera que pasar dos veces por ahí», señalaba Robleño a la muerte del segundo.