Alejandro Marcos confirmaba alternativa con ‘Gañanito’, el toro de El Puerto de San Lorenzo que abría este viernes la 27ª de San Isidro. El diestro charro hacía el paseíllo junto a José María Manzanares y Tomás Rufo. También se lidiaba un toro, el tercero, de La Ventana del Puerto.
El acero desluce los momentos templados de Alejandro Marcos en el toro de su alternativa
Muy suelto de salida el hondo primero, un animal de El Puerto muy en hechuras Atanasio-Lisardo que se mostró característico con su encaste en este prólogo de la lidia. Intentó sujetarlo Alejandro Marcos, que quitó por templadas chicuelinas y una buena media antes de la ceremonia de alternativa, emotiva, con Manzanares de padrino. Selló muletazos de buen trazo y templados tras el brindis a su tío en un inicio de faena en el que intentó acompañar siempre con el denominador común de la despaciosidad. A pesar de venirse abajo y mostrarse complicado el animal en los últimos compases de la lidia, mostró el particular y personal concepto del toreo que siempre ha profesado el charro. Se deslució todo con el acero.
Ovación al esfuerzo para Manzanares en el segundo
El segundo de la tarde, muy en la tipología de la casa, prendió a Tomás Rufo en el quite de dramática forma. Intentó pegarle gaoneras el diestro de Talavera cuando el animal hizo por él y lo tuvo a merced con sus pitones durante varios segundos de angustia, arrancándole incluso el corbatín. Por fortuna, pareció no herirle. Tras la ceremonia de devolución de trastos, Manzanares dejó una obra de porfía en la que intentó estar por encima del animal, dejando momentos sueltos que llegaron arriba. Fue ovacionado al esfuerzo tras estoquearlo como un cañón.
Tomás Rufo pecha con un deslucido tercero
“Orfebre” se llamaba el tercero, animal que Tomás Rufo brindó a su compañero Rafael González y que no tuvo el mejor de los tercios de varas. Fue protestado y el animal no se tenía en pie en el inicio de faena del diestro toledano. No tuvo opciones Rufo ante un animal muy deslucido y al que solamente pudo despacharlo con el acero antes de ser silenciado.
Los pinchazos deslucen el toreo templado de Manzanares ante el cuarto
“Pitillito”, negro bragado chorreado, de 555 kilos, era el cuarto del festejo, segundo del lote de José María Manzanares, un animal que no rompió en los primeros tercios y al que fue metiendo en la canasta el alicantino. Tras la primera serie, en la que dejó algún momento despacioso, el diestro se atemperó con él y conectó arriba. Y a partir de ahí la obra fue in crescendo, dejando momentos toreros por la diestra y dos cambios de mano que llegaron con fuerza arriba. El final de faena, ya con el animal venido a menos, tuvo sabor. La pena fue el doble pinchazo en el intento de estocada recibiendo, lo que hizo que el premio se esfumase. Ovación.
Silencio para Alejandro Marcos con el deslucido quinto
Largo era el quinto, segundo del lote de Alejandro Marcos, un toro justo de ritmo y flojo, pero tenía clase y buen fondo. Era exigente porque, como estaba cogido con alfileres, si le bajabas la mano se caía y si no te imponías el astado no te daba lo que tenía. No llegó a conectar Marcos, que no estuvo bien con el acero y fue silenciado.
Tomás Rufo, oreja a su toreo templado en el sexto
Momentos de angustia con Manolo Sayago en la lidia del sexto de la tarde, ya que el caballo le pasó por encima cuando el toro lo derribó y, en la segunda vara, lo desmontó. Extraordinario fue el par de banderillas de Fernando Sánchez. Había runrún en la plaza cuando tomó Rufo la muleta, y ya dejó un extraordinario primer compás en el que mostró el temple y las formas que atesora. Esa despaciosidad fue la tónica de las siguientes series, en las que volcó su viaje y fue componiendo una obra de mucha conexión. Enorme el final de faena, componiendo con suprema despaciosidad, que unido a la estocada puso en sus manos una oreja con fuerte petición de la segunda no atendida por el palco.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. 27ª de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. Lleno de No Hay Billetes.
Toros de El Puerto de San Lorenzo y uno, el cuarto, de La Ventana del Puerto. Repetidor sin transmisión el primero; desordenado e informal el deslucido segundo; muy flojo el inválido tercero; con fondo y cierto ritmo el manejable cuarto; flojo pero con clase el quinto; deslucido con el fondo justo pero obediente en el trapo el grandón sexto.
José María Manzanares, ovación y ovación.
Alejandro Marcos, que confirmaba su alternativa, silencio tras dos avisos y silencio tras aviso.
Tomás Rufo, silencio y oreja.
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