CURIOSIDADES

La verdadera razón por la que José Tomás no torea en plazas de tercera categoría


martes 7 junio, 2022

La decisión, tomada por José Tomás hace ya un par de décadas, provocó incluso la subida de categoría de alguna plaza

Jose Tomas
José Tomás, en un brindis al tendido en Nimes hace una década. © M. A. H.

José Tomás, de actualidad por su regreso a los ruedos este domingo 12 de junio en Jaén, sólo torea en plazas de primera y segunda categoría. Ni de tercera, ni de cuarta, ni mucho menos en una portátil instalada en medio del prado. Plazas catalogadas como de primera o de segunda. Ni una más. La decisión la tomó hace casi un par de décadas, cuando decidió regresar a los ruedos tras cinco años de reflexión sobre cómo era la tauromaquia que él concebía y defendía.

En ella no caben las ‘intrusiones’ -según su criterio- en lo que deben ser cosos para la creación y maduración de matadores del grupo B, más modestos en logros, en caché o en festejos. Por eso son los que deben estar en el circuito de los cosos menores, donde el aforo es menor, el billete -por consiguiente- es menor y la responsabilidad no es la misma que en las grandes ferias. Una figura -seguimos explicando su criterio- debe ser mucho más que un buen torero que los públicos estén deseosos de ver. Una figura debe defender el sistema que quiere, y no plegarse a los deseos del que le toca vivir. Y para ello no puede sucumbir a la tentación de la enorme rueda que va apisonando el sector.

Cuentan las malas lenguas que hubo una reunión de los matadores -que quisieron levantar la cabeza de la muleta y mirar a su alrededor por una vez-. Fue antes de la ya casi olvidada rebelión del G10 que la desunión y la falta de circunstancias comunes dejaron que fagocitase el sistema. Dicen que en aquel cónclave ya propuso JT que los que entonces se llamaban figuras tomasen esta medida. «Es que a mí en las plazas de tercera me dan seis…», replicó una figura de entonces, cuando aún se hablaba en millones de pesetas. La sentencia del genio de Galapagar retumbó en el ambiente, dejando un silencio incontestable: «Y a mí me dan doce y no voy…». No hay más que hablar.

De hecho, hubo una plaza de toros, entonces de tercera categoría y con una más que interesante feria emergente donde las figuras podían comenzar su temporada con un toro a modo y sin estrecheces. Estaba en Olivenza, y a sus empresarios, José Cutiño y Joaquín Domínguez, se les puso en el ojito que José Tomás sería un reclamo magnífico para el despegue del serial que estaban logrando convertir en feria de figuras. Pero JT no toreaba en plazas de tercera, y así se lo hizo saber el entorno del torero. La solución fue salomónica: convirtamos Olivenza en plaza de segunda categoría. Y en el año 2011 el mito de Galapagar hizo el paseíllo en el coso extremeño, que aún mantiene -por cierto- la categoría obtenida entonces.

Las figuras, sin embargo, entendieron que el camino era otro y que tenían que vivir de su trabajo y alcanzar un estatus de otra forma. Tal vez si entonces hubieran seguido a José Tomás y su consecuente manera de alcanzar el sistema que quería -y no el que le imponían- ahora el toreo no viviría estos años angustiosos. O quizá sí. Eso ya no lo podremos saber por muchos años que vivamos.