El pasado domingo 5 de mayo se cerraba la Feria de San Isidro, 29 días de toros en los que Las Ventas fue el centro informativo de una tauromaquia que tenía en la primer plaza del mundo su mayor tesoro. Tras solaparse con Sevilla los aficionados han vivido más de 40 días de toros, algo que pone en evidencia la fuerza de la tauromaquia.
Esa fuerza que viene acompañada del esfuerzo y el tesón de unos toreros que día tras día han dejado su sello en el ruedo. El tributo de la sangre ha estado presente en más de una ocasión, ese que hace que seamos conscientes de la dureza del toreo. Esa dureza que sufrieron toreros como Ginés Marín, Álvaro Lorenzo o Román, entre otros. Tres toreros jóvenes que han actuado casi sin tener el alta médica, todo por estar presente en Madrid.
A raíz de una publicación en la red social instagram, el mozo de espadas del torero valenciano nos contaba una historia de superación que muchas veces se desconoce. Tras el percance del día 28 el valiente y risueño torero levantino trenzada el paseíllo cerrando feria con una corrida de Victorino Martín.
Una tarde donde Román hizo un esfuerzo enorme que su mozo de espadas quiso compartir en redes con el siguiente texto: «De esta «Guisa» me encontré en el fisio ayer a Román sobre las 12:30. Hemos llegado a un punto,en el que nos creemos que tener abiertos los muslos (En este caso el gemelo) es como si cualquier persona normal tuviera un arañazo. Y no se le da importancia. No señores no, por mucho que se diga de que son de otra pasta y todas esas cosas, NO. Son personas que lo sufren igual o más (dado que conlleva un gran esfuerzo psicológico adicional) que los demás,lo que les diferencia es el amor propio,la profesionalidad,el compromiso con los afición,con la profesión y con su gente. Vaya desde aquí mi reconocimiento y admiración a todo el que se pone delante y lleva la integridad y la profesionalidad por bandera».
Sin duda casos como este ponen de relevancia que los toreros son capaces de sobrepasar situaciones límite, de afrontar compromisos sin ni siquiera estar recuperados. Una lección para todos aquellos que no valoran lo que supone ser torero. Una profesión de enorme sacrificio y que día tras día evidencia que todo aquel que se pone delante de un animal bravo lo hace para superarse a si mismo, para ser capaz de crear arte delante de un animal que te puede quitar la vida.