Decía Rafael ‘El Gallo’ que ‘torear es tener un misterio que decir, y decirlo’. Anoche, la plaza de toros de Roquetas de Mar se convirtió en un lugar privilegiado, acorde con dos ponentes que se sentaron para hablar de toros y de ese misterio que envuelve al toreo. Uno de los ganaderos más prestigioso del planeta taurino, Victorino Martín, y un periodista con mil y una batallas curtidas, Rubén Amón, disertaron sobre el arte, sobre tiempos pasados presentes y puede que futuros en la segunda entrega del Ciclo de Conferencias Taurinas que organiza el Ayuntamiento de Roquetas de Mar con la feria de Santa Ana ya al fondo, pues esta se celebrará en poco más de un mes.
Sobre el albero del coso salinero, en un estrado, se citaron ambos para escenificar un mano a mano en el que salieron a relucir muchas verdades sobre la fiesta de los toros. Enfrente, ensimismados y casi boquiabiertos, con un silencio propio de la Maestranza, muchos aficionados, toreros y aspirantes abducidos casi por las experiencias contadas. José Juan Rodríguez, concejal de Gobierno Interior y Promoción Deportiva y Cultural del Ayuntamiento de Roquetas de Mar, fue el encargado de introducir la distendida e interesante charla entre ambos actuantes.
Rubén Amón abrió el acto utilizando la llamada ‘Corrida del siglo’
-aquel festejo con toros de Victorino y terna formada por Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá y José Luis Palomar celebrado en 1982- para comparar el estado de la fiesta. Recordó que entonces la corrida fue retransmitida por RTVE y se ‘comió’ literalmente el Telediario. Cuestionó sobre «qué se tendría que suceder en el año 2022 para que la televisión pública emitiera en horario ‘prime time’ una corrida que permitiera trascender el telediario. Han cambiado tanto las cosas que entonces estaban en el centro de la sociedad y hoy están en la marginailidad, pero orgullosa y militante». De hecho consideró que, sin ser eufóricos ni hiperoptimistas, «entendemos que hay síntomas que nos hacen creer en el porvenir de la tauromaquia» en base al «hartazgo de la sociedad respecto a las condiciones y condicionamientos con los que el poder público trata de limitar ciertos comportamientos y ciertas libertades» y del mismo modo en lo que se vive en las plazas, como pasó en Roquetas de Mar con los jóvenes, «que están acudiendo masivamente y esto no es un ejercicio de propaganda, pero estamos advirtiendo un relevo generacional que convoca una ilusión como nunca hemos conocido».
Amón destacó que «los toros son libertad y democracia, lo fueron hasta en tiempos de Franco que se podía votar con los pañuelos y la restricción de libertades y derechos es una preocupación que tendría que discernir a toda la sociedad. El problema de prohibir los toros no son los toros, sino el verbo prohibir».
Victorino Martín, que recordó que su ganadería debutó en la provincia de Almería a través de Roquetas de Mar, también puso el dedo para asumir culpas sobre el estado de la tauromaquia. «Hay que ser autocríticos; los taurinos tenemos mucho que ver en esto porque el mundo del toro no se ha preocupado». Señaló con acierto que «el que no sale en el Telediario no existe. Y a los toros los están ninguneando desde cuando estábamos de moda y en plena vigencia en la sociedad. Los taurinos lo hemos hecho muy mal. No hemos sabido utilizar los medios, sobre todo la televisión». Sin embargo, coincidió que con la vuelta de los jóvenes a los toros «hay otro punto de inflexión». Amón consideró que «durante muchos años la defensa ha sido equivocada porque hemos utilizado argumentos que en lugar de argumentos son excusas y pretextos. Siempre acudimos a los argumentos finalistas que son qué sería del toro bravo si la fiesta desparece, que sería de las 500.000 hectáreas si la fiesta se extingue, cuántos puestos de trabajo da la tauromaquia. Es una propaganda que no repara en lo esencial, razones que tienen relevancia para los antitaurinos. A los toros hay que defenderlos por lo que son y en su integridad, no podemos negociar ni una gota de sangre, ni una banderilla, ni la suerte de varas ni la muerte porque la fórmula por la que se pretende ganarse nuestra voluntad es acomodar la tauromaquia a la sociedad cuando es la sociedad la que se tiene que acomodar a la tauromaquia».
El ganadero de Galapagar, al hilo de la última obra de Amón -‘El fin de fiesta’-, apuntó que «los jóvenes son transgresores y rebeldes y la fiesta de los toros es vanguardia porque lo clásico no pasa nunca de moda y, como decía Sánchez Dragó, lo único que nos queda vivo es la tauromaquia», calificando al torero como «un héroe clásico, capaz de jugarse la vida por conseguir sus ideales». En ese sentido, no dudó en advertir de que «los jóvenes ya no admiten que le den las información hecha, la buscan por internet y se encuentran con los toros, que dicen que hace daño a la salud y la mente y resulta que cuando van les produce unas sensaciones que no son capaces de sentir en otros sitios». Tajante, consideró que «hay que compadecer a los que no les gustan los toros porque se pierden algo muy importante».
Se habló de la tauromaquia como una coreografía mágica, de los toros en Francia, en Suramérica, de los animalistas, de historia mediterránea, de la imposición del mundo anglosajón sobre el mediterráneo, de las mil formas que hay para exponer la tauromaquia. Un mano a mano para el recuerdo.